Si los niños sonríen, todo estará bien.

 

                                                                                  Por Marcel Gaete Parraguez.

                                                                                        Periodista, Licenciado en                                                                                                         Ciencias de la Comunicación.

 

 

Todos sabemos que las enfermedades a veces llegan sin mucho aviso, ni síntomas que nos lleven a estar más preparados, por lo que afecta mucho más, y en especial cuando se trata de nuestros hijos e hijas, quienes no tienen la posibilidad de defenderse.

De ahí la importancia cuando existe un Estado que pueda asegurar la presencia del padre o la madre, a la hora del cuidado de los hijos, para su pronta recuperación y un mejor bienestar.

Ahora bien, recientemente se firmó el proyecto de ley que crea el Seguro para el Acompañamiento de los Niños y Niñas (SANNA), instancia que permitirá garantizar que los padres y madres que trabajan, puedan cuidar a sus hijos menores de edad afectados por una enfermedad grave.

El proyecto de ley crea un seguro obligatorio, de carácter solidario y contributivo, que partirá financiando el acompañamiento de padres y madres de hijos afectados por el cáncer y para aquellos que requieren cuidados paliativos en caso de cáncer avanzado.

Se espera, que más adelante y en forma gradual, se incorporarán los (casos de) trasplantes, enfermedades terminales, accidentes graves y de riesgo vital, situación que viene a aliviar de alguna manera, esa pesada carga en lo monetario, y emocional.

Ley Sanna propone que el permiso para los padres que trabajan pueda tener una duración de 90 días corridos en un periodo de 12 meses, es un beneficio que pueden utilizar ambos progenitores cuando ambos trabajan. Es decir, la licencia podría ser de hasta 180 días, sumando padre y madre en un periodo de 12 meses.

El sistema de financiamiento del seguro permitirá incrementar en forma sostenible la cobertura de las condiciones graves de salud que afectan a los niños y niñas, partiendo por el cáncer, continuando con los trasplantes, los desahucios y finalmente, incorporando los accidentes que impliquen riesgo de muerte o generen una secuela funcional grave de carácter permanente para los niños y niñas.

En la práctica, esto funcionará como una licencia médica, permitiendo que los trabajadores reciban una prestación económica que reemplaza total o parcialmente su remuneración, por un tiempo determinado.

En Chile, de acuerdo al Ministerio de Desarrollo Social, son 3 millones los padres y madres que trabajan y que tienen al menos un hijo menor de 18 años; y se estima que existen 4 mil niños afectados por algunas de las contingencias graves de salud (en régimen): 900 cáncer; 70 trasplante; 400 desahucio y cuidados paliativos de cáncer; y 2.600 accidentes graves.

Creo que es importante avanzar de esta manera, pensado en la integralidad de una familia, que muchas veces tiene que dividirse producto de una enfermedad, porque no siempre se cuenta con los especialistas en la ciudad de residencia, ni menos una red de contención familiar que pueda servir de soporte en los momentos más complejos al enfrentar una enfermedad de largo aliento, y que al no tener los cuidados a tiempo, podrían tener un pronóstico adverso. Cuando se vive este episodio en carne propia, es más doloroso aún y el llamado es a que podamos tener una sociedad más solidaria, con justicia social y un Estado que esté a la altura de lo que requieren las familias.

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