TIPO DE CAMBIO Y GESTIÓN DE RESERVAS INTERNACIONALES DEL BANCO CENTRAL

 

Por Eugenio Alviz, académico del Departamento de Ingeniería Comercial de la Universidad de Atacama

 

La modalidad de tipo de cambio flexible existente en Chile, determinado por la oferta y demanda de divisas de los mercados en sus distintos segmentos, arroja resultados cuya estabilidad y volatilidad está fuertemente vinculada a las expectativas de los diversos agentes económicos, a la evolución observada del comercio exterior (en particular al precio del cobre) y al comportamiento del flujo internacional de capitales, este último en el contexto de una cuenta financiera de la Balanza de Pagos abierta, como es el caso de la economía chilena.

Desde los comienzos de la crisis social de octubre, previo a la pandemia provocada por el Covid-19, el mercado cambiario nacional comenzó a registrar una severa volatilidad que lesiona la necesaria certidumbre requerida en las decisiones de inversión, de comercio exterior e indexación de variables relevantes para el buen desenvolvimiento del sistema financiero. La primera acción de política implementada por el instituto emisor fue dar inicio a una política monetaria expansiva mediante una disminución de la tasa de política monetaria (TPM). Dicha tasa tuvo por objeto inducir un alineamiento a la baja de la tasa de interés interbancaria (TIB) y dar liquidez al sistema. Esa política monetaria expansiva estuvo alineada con políticas de gasto fiscal reactivadoras.

Frente al aumento abrupto de tipo de cambio observado en el tercer trimestre de 2019, en un contexto de alta volatilidad, tal como se visualiza en el GráficoN°1 adjunto, el Banco Central tomó la decisión de intervenir el mercado cambiario. Mediante carta circular N° 629, del 29 de noviembre, notificó a las entidades bancarias el inicio de un programa de venta de divisas mediante operaciones Spot y/o Forward, estas últimas caracterizadas por ser coberturas cambiarias.

Las operaciones Spot dieron origen a licitaciones diarias de doscientos millones de dólares cuya finalidad fue mitigar la volatilidad y el nivel alcanzado por el tipo de cambio. El impacto de esta intervención cambiaria dio un “respiro” al mercado disminuyendo el nivel del tipo de cambio. Sin embargo, esta intervención no fue inocua. La intervención, a juzgar por las planillas consolidadas de liquidez internacional y cuyo comportamiento es representado en el Gráfico N°2, tuvo asociada a una disminución de reservas internacionales de USD 3284 millones, cifra calculada asumiendo un efecto de rezago hasta fines del mes de enero.

La disminución de reservas evidenciada durante todo el mes de diciembre, obligó al Banco Central a suspender las operaciones Spot y mantener sólo las operaciones Forward. El impacto no se hizo esperar y el tipo de cambio retomó su senda alcista

Solicitud de Línea de Crédito Flexible, Fondo Monetario Internacional

La incertidumbre inicialmente provocada por la crisis social sumado el enorme deterioro de la economía chilena producto del COVID-19 cuyo término se desconoce, crea un escenario de turbulencias difíciles de predecir. La agudización de la inestabilidad cambiaria y la depreciación de la moneda doméstica, enfrenta duramente a uno de los principales objetivos del Banco Central impuesto por su mandato contenido en su Ley Orgánica, esto es la estabilidad de precios.

Un aumento permanente del tipo de cambio tiene mecanismos de transmisión con efectos rezagados, por lo que el impacto cambiario aún no se hace explícito en la inflación, pero esta llegará inevitablemente. La política cambiaria está íntimamente vinculada con las metas de inflación que el banco central determine, en especial en períodos de turbulencia en los que la TPM no tiene muchos grados de libertad.

Todo parece indicar que el ente emisor tiene expectativas que apuntan hacia un escenario en el que tendrá que ejercer políticas de intervención del mercado que implican una merma significativa de reservas internacionales, independiente del régimen cambiario que adopte en el futuro. Una opción podría ser tipo de cambio fijo o bandas cambiarias, como una manera de mitigar presiones sobre el tipo de cambio. Si bien estas opciones de régimen cambiario podrían potenciar a la política fiscal como instrumento reactivador, también implican pérdida de reservas.

Ante esta coyuntura la política del Banco Central ha sido solicitar de manera inédita la “Línea de Crédito Flexible” al FMI, instrumento creado por ese organismo el año 2009, por un monto de USD 23.800 millones. La declaración oficial del banco ha sido: “Estos recursos permitirán aumentar en más del 60% la disponibilidad de liquidez internacional de acceso inmediato para el Banco Central”. Esta declaración contiene un tono coherente con la gravitación y rol del ente emisor, uno de ellos es transmitir tranquilidad a los mercados.

Sin embargo, si consideramos que el nivel de reservas informada por el Banco Central en su Planilla Consolidada de Liquidez al 31 de abril es de USD 36.861 millones, el monto de la línea de crédito solicitada es el 65% de las reservas internacionales a esa fecha. Este es un porcentaje por lo menos preocupante ante la posibilidad que esa línea de crédito tenga como uso (no deseado por el instituto emisor, por cierto) el financiamiento de una eventual pérdida de reservas de esas proporciones.

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