En el actual contexto de pandemia se hace indispensable visualizar la crisis no sólo como sanitaria, sino más bien, como un estado que agudiza problemáticas sociales previas, mayoritariamente en el sector más vulnerable del país. Sus efectos se dejarán ver significativamente en la economía, la cual se estima que tendrá un incremento considerable de la pobreza, situación que se agrava en hogares con niños y niñas.
Durante este periodo, preocupa el aumento de llamados ante situaciones de violencia de género e intrafamiliar. Según el Ministerio de la Mujer, las denuncias aumentaron un 60%, por lo que existe una exposición al maltrato, evidenciando la carencia de espacios protegidos para niños, niñas y jóvenes en situación de confinamiento.
A nivel de salud mental, el tercer termómetro realizado por la Universidad de Chile estableció que hay una mayor tendencia a las sensaciones de ansiedad en niñas y niños, durante la pandemia, afectando su rutina y provocando cambios conductuales. Estos antecedentes podrían traer resultados biológicos y psicológicos desfavorables a largo plazo.
Urge en materia de infancia medidas que incrementen una base de protección social orientada a la niñez, las cuales otorguen herramientas económicas a familias con niños y niñas lo suficientemente capaz de cubrir sus necesidades.
Además, apoyar y dar seguimiento permanente a padres, madres y cuidadores significativos en su rol protector, promoviendo una infancia sumergida en espacios seguros y garante de bienestar biopsicosocial, logrando mitigar no solo los efectos negativos de la pandemia, sino también, la gran deuda que se tiene con la infancia y adolescencia en Chile.
A 30 años de la convención sobre los derechos del niño, avanzar hacia una infancia protegida y plena debe ser compromiso social, cultural y político.
Laura Rojas Contreras
Licenciada en educación y profesora de educación física
Coordinadora regional Fútbol Más Atacama