Por Rafael Videla Eissmann
Historiador egresado de la Universidad Católica de Chile
En Marzo de 2005 la maestra de cultura mapuche, Quinturay Raypán, me señalaba: “Los hombres parecen mujeres y las mujeres, hombres. Las niñas no tienen torso de mujer, han perdido la feminidad; los niños nacen “mal hechos”… Quedan muy pocos con el poder de ver (…). La mente se ha debilitado. Ya no se comprende, no se conoce. El hombre se ha mermado, se ha perdido… Y Chile, nuestra Patria, se está destruyendo irreversiblemente”. Estas palabras resultan decisivas al entender que la verdadera tradición de los “hombres de la tierra” ha sido socavada por los embustes –los “valores”– del decadente mundo moderno, astutamente disfrazados de “derechos”, de “diversidad” y de “tolerancia” en clara oposición a los valores y costumbres tradicionales del Chili Mapu.
La aciaga visión anticipada por Quinturay Raypán corresponde al “Nuevo Chile”: Una masa de individuos sin raíces, sin identidad ni sentido de trascendencia. Son los “ciudadanos de la aldea global”, sin Patria ni Dios(es), y por lo mismo, ajenos al espíritu de los ancestros, a la raza chilena. Es la destrucción irreversible del Chili Mapu y de sus habitantes.