Si bien muchos de los elementos que se utilizan para fabricarlas son naturales, esto no significa que sean efectivos o beneficiosos para nuestra piel.
Rodajas de pepinos en los ojos por 20 minutos, repitiéndolo dos o tres veces a la semana, con la promesa de rejuvenecer el contorno de los ojos, hidratar la piel de la zona, además de reducir bolsas y ojeras. En los días de encierro que ha traído esta pandemia, muchas mujeres y hombres han aprovechado el tiempo para el cuidado personal y probar esas “recetas de la abuela” de belleza, principalmente a través de mascarillas faciales caseras. Pero, ¿son realmente efectivas?
“Si consideramos el ejemplo anterior, es imposible conseguir esos beneficios con un par de rodajas en la cara, porque en la cosmética casera no puedes controlar ni la dosis, ni la pureza o efectividad del principio activo y menos la concentración de éste”, explica Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada. Es más, señala que existen productos, como algunas frutas o verduras, que pueden resultar muy irritantes o alérgenos, generando más daños que beneficios a la piel.
Si bien la mayoría de las “recetas” que se utilizan son sencillas y con elementos naturales, no se puede olvidar que todos éstos contienen nutrientes, compuestos químicos o principios activos que pueden verse afectados al contacto con la piel o entre ellos. Molina explica que “ningún compuesto es inocuo y pueden generar reacciones químicas adversas o interacciones entre ellos. Todos estos factores se toman en cuenta cuando se desarrolla un producto cosmético o dermocosmético, además de purificar o eliminar agentes que pudiesen ser potencialmente agresivos para la dermis”.
Asimismo, el nivel de efectividad de la aplicación de un producto natural respecto de aquellos fabricados en laboratorios variará sustancialmente, ya que se agregan elementos aditivos, antioxidantes y se fabrican en distintos formatos para que ayuden a la absorción de éstos en la piel. “En el caso de las rodajas de pepinos, no porque sea una fruta con un alto contenido en agua generará que toda sea absorbida por nuestra piel. Si queremos que un compuesto actúe en capas más profundas que la epidermis, el producto se debe desarrollar en un formato menos denso que una crema, por ejemplo”, añade.
Por estas razones, se debe tener precaución con los ingredientes que se utilizan para estas prácticas. Aquí algunos con los que se debe tener cuidado:
– Limón: Muchos lo utilizan para blanqueamiento, pero al tener un pH ácido, puede alterar la barrera protectora de la piel. Incluso puede generar reacciones alérgicas si la piel se expone al sol sin haberlo retirado del todo.
– Bicarbonato: Es uno de los exfoliantes más utilizado en preparaciones caseras, sobre todo mezclado con productos como el azúcar. Molina advierte que “es un elemento alcalino, por lo que puede ser un caldo de cultivo para ciertas infecciones bacterianas, dependiendo del tipo de piel y si existen patologías preexistentes”.
– Azúcar: Uno de los favoritos para exfoliar la piel, “pero puede resultar muy abrasivo, considerando que los gránulos pueden generar rasguños o micro heridas en la piel, eliminando la capa protectora y dejándola expuesta a agentes patógenos como virus y bacterias”, señala la facultativa.
– Miel: Por más natural e inofensiva que parezca, puede generar lo mismo que el bicarbonato, exponiendo a la piel a bacterias que pueden generar infecciones o aumentar problemas como el acné.
Por esto, la especialista hace un llamado a tener cuidado con estas prácticas. Enfatiza que siempre será mejor visitar a un médico, sobre todo cuando existe algún problema o patología en la piel, y que éste entregue los productos adecuados para cada caso y los consejos ante el uso de este tipo de elementos naturales, buscando siempre la seguridad y el bienestar de la piel.