Carmelitas misioneras de Santa Teresa dejan Copiapó. Nueva comunidad se abrirá en Freirina
Una celebración llena de emotividad se vivió la tarde de este jueves 18 de noviembre en la parroquia San José Obrero de Copiapó. Se trató de la misa de despedida de las Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, religiosas mexicanas que hasta ahora, trabajaban en esta parroquia de los sectores altos de la capital regional. Las hermanas Irma Jiménez y Karla Gutiérrez emprenderán viaje de regreso a su natal México, finalizando así, la presencia de esta Congregación en la ciudad.
La misa fue presidida por el Obispo, Monseñor Ricardo Morales, junto al párroco, P. Guido Castagna, el P. Luis Burgos sdb y el P. Franklin González, párroco en Freirina.
En su homilía, el Obispo dijo que «las religiosas dejan su vida, su historia, y se vienen a Copiapó, a compartir la vida y la fe de la gente sencilla, damos fe de esa entrega y generosidad, ayudándonos a reconocer dónde está Dios». Dijo que «Jesús se alegra porque en ustedes, esta comunidad ha podido reconocer su presencia; no ha sido fácil, pero tengan la certeza que la semilla que ustedes sembraron acá, ha dado y seguirá dando fruto». Agradeció su apertura a la acción del Espíritu «que hoy las tiene acá, mañana en México y luego en otro lugar de misión» y destacó que las religiosas y religiosos «siempre están ligeros de equipaje, dispuestos, así es la vida religiosa».
En el ofertorio se presentó al altar, junto al pan y al vino, un par de sandalias, significando el camino misionero; y un rosario, subrayando el carisma mariano de esta congregación.
Al final de la misa, el obispo les ofreció como regalo a la Superiora Provincial, que estaba en la asamblea, una hermosa cruz con la oración del Padre Nuestro, y a las hermanas Irma y Karla, cuadros hechos por las artesanas de Arenaflores. Muy emocionadas estaban ellas cuando tomaron la palabra. La h. Irma agradeció «que me hayan permitido compartir la fe y la vida con ustedes», dijo sentirse muy querida y muy bien acogida en esta tierra. Por su parte, la h. Karla agradeció a la congregación «por haber puesto los ojos en mí para venir a esta tierra» y expresó su gratitud a los sacerdotes y religiosas presentes por la acogida y acompañamiento. Ambas manifestaron haber vivido una hermosa experiencia en Atacama, que atesorarían en sus corazones. La comunidad tambiñen les hizo entrega de un cuadro, como muestra de cariño.
Después de la eucaristía, la comunidad disfrutó una abundante y rica convivencia.
Cabe señalar que la congregación permanecerá en la diócesis, pues abrirá una casa en Freirina, en el territorio de la parroquia Santa Rosa de Lima. Las hermanas María Efrén y Atanasia Salgado ya fueron recbidas por el P. Franklin con gran cariño.