Jovita Ramírez Fuentealba, 35, denunció por abuso sexual a Matías Ancalaf, quien está en prisión preventiva por ese delito y por el homicidio del sargento de Carabineros Francisco Benavides, crimen ocurrido el año pasado durante un operativo policial y por el que también fue formalizado su hermano Heriberto Ancalaf. En una conversación por videollamada con Ex-Ante relató las amenazas que, aseguró, ha sufrido por parte de la familia de Víctor Ancalaf —fundador y ex integrante de la CAM— quien está imputado por porte ilegal de municiones.
“Es horrible vivir así”. Jovita Ramírez Fuentealba, 35, vecina del sector de San Andrés de la comuna de Collipulli, relató por videollamada la difícil convivencia que mantiene con la familia Ancalaf en una de las “zonas rojas” de La Araucanía, desde que en septiembre denunció por abuso sexual a uno de los hijos del cofundador de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), quien rompió en 2001 con el grupo radical. Su testimonio, que está en manos de la justicia y a partir del cual Matías Ancalaf está en prisión preventiva por abusos, revela la violencia política y delictual con que se vive en La Araucanía.
Matías Ancalaf, 31, la persona que denunció ante la fiscalía, también está imputada desde octubre por el homicidio del sargento Francisco Benavides, ocurrido el 24 de mayo. ¿Qué recuerda de ese día?
Esa mañana había ido a la casa de la familia Burgos (José Patricio Burgos, 27, había muerto la semana anterior al impactar con un vehículo de un contratista del proyecto Parque Eólico Malleco). Había ido a ayudar a la mamá del joven a hacer el aseo y los vi (a los 2 hermanos) con chuecas y loros (herramienta). Después me contaron que le habían reventado los neumáticos a las micros y tanquetas, y que por eso empezó toda la manifestación (…). Uno de los hijos de Víctor Ancalaf, no me acuerdo si Matías o (Heriberto) Moroni, dijo: ‘Vamos a prepararnos’.
¿Se refiere a las manifestaciones y cortes de rutas ocurridos tras la muerte del joven?
Sí, esa tarde fui a la reunión que hubo con el Parque Eólico en la casa de la familia Burgos. Estaba Víctor Ancalaf, su señora y su hija menor, pero sus hijos no estaban. Él no puede decir que sus hijos estaban en la reunión, porque es mentira (…). Estaba el alcalde Manuel Macaya, los de Vialidad y los del Parque. Éramos como 20 (…). Ahí se habló de que el Parque Eólico se hiciera cargo de los gastos de este joven y que le dieran una pensión de por vida a su niñito.
¿Y qué pasó?
Estábamos en la reunión en el patio y se escucharon muy fuerte los disparos. Sentí un ¡Pam! ¡Pam! – ¡pam, pam, pam! Y no pasaron ni 2 minutos y pasó la tanqueta muy fuerte hacia Collipulli. Le dijimos al alcalde: ‘Mire, ni siquiera Carabineros respeta la velocidad aquí’; lo dijimos sin saber que iba un Carabinero herido.
Meses después, usted hizo la denuncia por su caso. ¿Qué ocurrió?
Fue el 9 de septiembre. Ese día jugaba la selección (con Colombia, a las 8pm.) Vimos el partido con los carabineros en mi casa (que está con medidas de protección por amenazas de incendio). Tomamos once, pasó como media hora y ellos me dijeron: ‘Ya, señora Jovita, nosotros nos vamos a retirar’. Ya eran como las 10 y algo, cerca de las 11 y yo estaba en la terracita de mi casa. Me estaba fumando un cigarro antes de acostarme y veo que para una camioneta. Me acerco a ver quién era y me dicen: ‘Hola, vecina’.
¿Quién era?
Era Matías Ancalaf, el hijo del Víctor (…). En ese tiempo, como no estaba trabajando, vendía alcohol y cigarros, no lo niego. Y me dijo: ‘Vecina, ¿tiene cigarros?’ ‘Sí’, le dije, ‘¿Cuántos quiere?’ Me dijo: ‘Quiero 5 cigarros, pero yo no estoy fumando, pero cuando tomo, fumo’. Fui adentro a buscar los cigarros y salí a entregárselos. Y me dijo: ‘Vecina, ¿me los puede pasar?, Porque tengo el freno de la camioneta malo y no puedo soltarlo’.
La muy zonza abrí el portón para que pudiera dar la vuelta. Un carabinero lo había pasado a llevar, así que tendía a caerse. Me di la vuelta para enderezarlo y no sé en qué momento se bajó de la camioneta, me puso un arma en las costillas y me dijo que tenía que conversar conmigo. Y yo le dije: ‘Ya, pero no tiene por qué apuntarme’. Andaba con una cerveza en la mano y me dijo: ‘Tómate esta cerveza (…). Si no te la tomai (SIC), te mueres tú y tu familia; porque esos ni siquiera se dieron cuenta de que estabas aquí’. Yo miraba a ver si los carabineros se asomaban para hacer alguna seña, los perros incluso ladraron, pero ellos no escucharon.
¿Qué pasó luego?
Me llevó al alto, donde está el cruce, estuve como media ahora ahí. Me decía que yo sabía quién le había disparado a su mamá.
¿Se refiere a Karina Prado, quien recibió tiros de perdigones en julio, cuando desconocidos dispararon hacia la casa de Víctor Ancalaf?
Sí, me decía que yo compartía con esas personas. Yo le decía: ‘Que yo comparta con una persona no quiere decir que sepa lo que andan haciendo’. Después me dijo que mi marido (que esa semana estaba trabajando en Calama) no lo miraba con buena cara. Ahí me empecé a sentir mal, me dieron ganas de vomitar y traté de abrir la puerta y me tiró del pelo y me dijo: ‘Espérate, para dónde vas’.
¿Siguió reteniéndola en el auto?
Me llevó para su casa. Me acuerdo que se escuchaba una radio, y no sé si había alguien más con él o le hablaban por la radio, pero alguien le decía: ‘Devuélvela. Devuélvela que van a llegar los pacos’ (SIC) (…). Me acuerdo que me tenía en un sillón y que me tocaba por todos lados y que el sillón tenía como un cobertor azul.
¿Recuerda lo que pasó después?
Yo vine a reaccionar cuando estaba en el hospital de Angol, estaba rodeada de personas, tenía miedo, no quería que me tocaran. Fue después, cuando llegué a mi casa, que conversé con mi hijo, y me dijo que le pedí auxilio por WhatsApp, pero no me acuerdo de eso. Me dijo que agarró la camioneta y fue a la casa de Matías, y tocó la bocina y yo salí corriendo con los brazos hacia arriba, pero me agarraron y tiraron hacia adentro, y él rajó a pedir ayuda. Y en ese lapso, de 15 a 20 minutos, me fueron a tirar a mi casa, y ahí me desvanecí.
¿Cuánto tiempo estuvo en esa casa?
Me sacó el día 9 y el día 10 en la madrugada me devolvieron. Tenía moretones por todos lados, la cara hinchada. Lo peor es tener la sensación de que te violaron, te drogaron. Estaba muy mal. Quería puro morir.
¿Por qué decidió hablar públicamente?
Porque estos tipos se han encargado de funarme. Me han funado por Facebook, han puesto carteles con mi foto en los paraderos (…). La señora de Víctor Ancalaf me amenazó un 15 de octubre: Dijo que tenía que pensar muy bien lo que iba a declarar, porque yo iba a vivir toda la vida ahí y que no siempre iba a tener Carabineros cuidándome (…). Este domingo, Víctor Ancalaf pasó hace poco rato por afuera de mi casa, mirando. Y lo hacen a propósito, como diciendo: ‘No te hemos olvidado, estamos aquí’.
¿Por qué cree que la atacaron?
Porque ellos se dedican a eso. A atormentar la vida de otros (…). Lo que me da más rabia es que ni siquiera puedo trabajar, ni siquiera puedo salir tranquila a hacer trámites, por miedo. Es horrible vivir así.
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Ex Ante