Pedro Rodríguez Rojas. Académico, Sociología Universidad Central Región Coquimbo
¿Qué celebramos el doce de octubre? ¿De qué raza o razas estamos hablando? El mal llamado “descubrimiento” es el inicio de un proceso violento lleno de expropiación y aniquilamiento de culturas milenarias en América y África, cuyo progreso –salvo en la tecnología armamentística – había alcanzado niveles de desarrollo equiparables o superiores a la de los invasores. Es una demostración de barbarie e ignorancia que hoy, a pesar de las demostraciones científicas que evidencian la inconsistencia de esta categoría, nos sigamos refiriendo aún al «día de la raza», y lo que es peor aún, lo celebremos. No podemos negar, que nos guste o no, hoy somos lo que somos como cultura, en parte, debido a este proceso colonizador. Claramente lo afirmó Bolívar, no somos aborígenes, ni africanos, ni europeos, somos otra cultura y allí nuestra riqueza.
Cuando celebramos el día de la raza, estamos legitimando los movimientos segregacionistas, xenofóbicos, que han inundado la historia de la humanidad, no solo la del tan citado y manipulado caso del nazifacismo, sino las diferencias que desde los imperios greco-romano han pretendido dividir al mundo entre una raza superior y otra de bárbaros. Desde el centro de Europa se construyó toda una práctica e ideología dominante que partió de la idea de la superioridad y el destino manifiesto de esas culturas sobre el resto del mundo. Así los egipcios como todos los africanos, que fueron la cuna de la humanidad y de las primeras civilizaciones, fueron catalogadas de bárbaros, igualmente los árabes y chinos, a pesar de la superioridad cultural y científica de estos con respecto a la Europa de la Edad Media, y como bárbaros fueron tratados también los mongoles, los turcos y nuestras culturas aztecas, mayas e incas.
Esta prepotencia occidental fue impregnada por Inglaterra en su colonia norteamericana, que ha representado históricamente uno de los centros de mayor xenofobia y racismo, fundamentalmente hacia los pobladores de color negro, a quienes hace pocas décadas, producto de muchas luchas, se le reconocieron sus derechos civiles, pero que aun hoy, junto al latino, forman parte de los sectores marginados de la sociedad. Manifestación de racismo es sin duda el trato que se le da en Europa a los inmigrantes asiáticos y africanos, en nuestra «madre España», donde nosotros como latinos somos considerados «sudacas». El terrorismo que todos los días trasmiten los medios de comunicación, en manos de los más poderosos grupos económicos, noticias, películas, publicidad, donde el árabe es siempre el terrorista, enemigo de la humanidad, el negro y el latino siempre ladrones y drogadictos, son sin duda demostraciones de que el racismo no es una condición de nuestro pasado histórico, sino lamentablemente una terrible realidad actual.