- Según los científicos, el inmenso pez luna, una especie del género Mola, que pesaba un poco más de 2720 kilogramos (aproximadamente lo mismo que una camioneta Chevrolet Suburban) y medía más de 3 metros de longitud, es el osteíctio más pesado del que se tienen registros.
Muchísimas dudas se arremolinaron en la mente de los científicos cuando les informaron sobre el descubrimiento del cuerpo sin vida de un enorme pez frente a la costa de la isla de Faial en el archipiélago de las Azores en Portugal, en pleno océano Atlántico. Después de todo, es cierto que la gente tiende a exagerar cuando habla del tamaño de un pez.
Sin embargo, su incredulidad se desvaneció en cuanto vieron al pez. Era el pez de esqueleto óseo (osteíctio) más grande que habían visto en su vida. De hecho, es posible que haya sido el más grande visto en la historia.
Más del 90 por ciento de los peces tienen esqueleto óseo, por lo que pertenecen a la categoría de los osteíctios. Esto los distingue de los tiburones, las rayas y algunos peces que tienen esqueleto cartilaginoso. Aunque ningún pez con esqueleto óseo siquiera se ha acercado a la talla de un tiburón ballena, el pez de esqueleto cartilaginoso de mayor tamaño, el pez luna descubierto en las Azores es impresionante.
“Es muy inusual encontrar grandes peces en la actualidad debido a la sobrepesca y la degradación de sus hábitats”, explicó Kory Evans, ecólogo de la Universidad Rice especializado en peces, que no participó en el descubrimiento del pez luna del tamaño de un vehículo utilitario deportivo.
El último pez óseo de talla similar del que se tenía registro era una hembra de la misma especie capturada en Japón en 1996, con un peso aproximado de 2300 kilogramos y una longitud de alrededor de 2,70 metros.
El gigantesco pez luna descubierto en las Azores “no es un individuo anormal cuya talla extrema se deba a alguna mutación genética”, comentó José Nuno Gomes-Pereira, biólogo marino de Atlantic Naturalist y uno de los autores de un estudio publicado este mes en la revista científica Journal of Fish Biology en el que se documentó la muestra. “Esta especie puede alcanzar esta talla. Sencillamente lo que pasó fue que por fin logramos pesar y medir a uno de estos peces. Hay más de estos monstruos”.
Además de su talla, el género Mola se distingue por su torpe estilo de nado. A diferencia de la mayoría de los peces, los del género Mola utilizan sus aletas dorsal y anal para impulsar por el agua su enorme cuerpo descomunal, por lo que su movimiento es lento y descuidado. En general, a estos peces, que viven en mar abierto, se les ve flotar de lado en la superficie del agua, y los científicos creen que lo hacen para calentarse o para que las aves marinas puedan comer los parásitos que se encuentran en su piel con más facilidad.
Después de que varios pescadores y navegantes locales hallaron al pez luna flotando cerca de las Azores, un grupo de científicos de la organización de investigación sin fines de lucro Atlantic Naturalist y las autoridades locales encargadas de la vida silvestre marina remolcaron su cuerpo hasta el puerto de Horta y lo trasladaron a tierra con ayuda de un montacargas.
Gomes-Pereira y sus colegas tardaron varias horas en medir la longitud, el peso y el contenido estomacal del pez. La piel de casi 20 centímetros de grosor dificultó particularmente la disección. Además, como el pez era tan grande, ningún museo local pudo conservarlo, por lo que lo enterraron en una colina cercana.
Los científicos no pudieron determinar la edad exacta del pez, pero Gomes-Pereira cree que por lo menos tenía dos décadas de vida. Según algunos cálculos, ese es aproximadamente el límite de su esperanza de vida, pero nadie sabe en realidad cuánto pueden vivir estos animales.
La vida de este pez en particular quizá llegó a un fin repentino. Durante el examen del pez, Gomes-Pereira descubrió una gran contusión al lado de la cabeza del animal. Podría ser señal de que un barco le pegó al pez. Los científicos creen que los navegantes de las Azores deben desplazarse a velocidades más bajas y estar más conscientes de su efecto en la vida marina.
Por otra parte, Gomes-Pereira espera que el descubrimiento de este pez les demuestre a las personas que el océano todavía ofrece condiciones saludables y puede darles sustento a los animales más grandes del planeta, además de inspirarlas a tomar más medidas para protegerlo. “Es una advertencia para nosotros sobre la necesidad de más medidas de conservación”, reflexionó.
Fuente:The New York Times