Por Ulises Carabantes Ahumada
Ingeniero Civil Industrial/Escritor/Investigador
Homero, fue un escritor, cantor de epopeyas de la Grecia antigua a quien se le atribuye la autoría de la Iliada y la Odisea. La primera relata la guerra de Troya donde guerreros como Aquiles, Paris, Patroclo, Héctor y otros son protagonistas de una lucha terrenal pero en contacto permanente con los dioses del Olimpo y con la acción de estos últimos en el conflicto mismo de los humanos. En la segunda obra referida podemos leer las aventuras de mi tocayo, navegante errante por los mares y rey de Itaca. Épica, epopeyas mitológicas, nada de historia.
Este comentario inicial lo hago a propósito de haberse conmemorado ayer lunes 16 de diciembre, la fecha del fallecimiento de Pedro León Gallo Goyenechea, rico industrial minero y político copiapino del siglo XIX. Como es habitual en fechas como estas, abundan las publicaciones al respecto, pudiéndose constatar que cada año la imaginación va más lejos en la épica y epopeya muy al estilo de Homero de la Grecia antigua. Nada de historia, sólo épica y epopeya. Fue el caso de un conocido doctor en historia de la ciudad de Copiapó quien en un medio de comunicación escrito de nuestra región afirmó lo siguiente: “Pedro León Gallo era hijo de Miguel Gallo Vergara y de Candelaria Goyenechea, por lo tanto pertenecía a una de las familias plutocráticas más importantes, sino la más importante, en nuestra región. Pero a pesar de ser él un plutócrata, un millonario, tempranamente desarrolló cierta conciencia social que le permite entender, por ejemplo, que territorialmente Chile estaba mal administrado”. Refiriéndose a lo que fue la llamada Revolución Constituyente de 1859 el referido doctor en historia publicó “En ese proceso, Pedro León Gallo fue elegido intendente revolucionario por una asamblea en la capital de Atacama”. Esto último nada más lejos de la realidad. Aquella “asamblea” nunca existió, nunca. En una publicación a la altura de la épica de Homero se entrega información históricamente falsa por parte del doctor en historia referido. El imaginario marxista que el doctor fervorosamente abraza lo lleva a usar la retórica tan propia de ese imaginario. Obviamente no pueden faltar conceptos como “conciencia social” o “asamblea”. Y así, tenemos una especie de Homero del siglo XXI, un Homero con su épica en nuestra Atacama. Me referiré a la afirmación de la supuesta “asamblea” que habría elegido a Pedro León Gallo “intendente revolucionario”. Tal asamblea nunca existió. Pedro León Gallo entró montado en su caballo a la plaza de Copiapó la noche del 5 de enero de 1859 en una de las acciones que daba inicio a una asonada que era de carácter nacional en contra del gobierno del conservador Manuel Montt. Gallo con una mano llevaba las riendas de su corcel y en la otra mostraba un grueso fajo de dinero para convencer a la plebe copiapina y a la soldadesca que se sumaran al levantamiento en contra de Montt que en Copiapó era el alzamiento en contra del intendente José María Silva Chávez, teniente coronel de ejército. Obviamente soldados y paisanos se sumaron al ver el dinero, auto proclamándose Gallo en aquel momento general e intendente de Atacama con la aclamación de los recién convencidos “revolucionarios”.
Respecto de la supuesta “conciencia social” de Pedro León Gallo que de acuerdo con la épica homérica del citado doctor en historia habría tenido el rico caudillo copiapino, ésta, por lo menos a temprana edad no existió. Esta afirmación corresponde más bien a una búsqueda de proyectar la imagen de Pedro León Gallo como “el hijo de millonario que quiso ser revolucionario”, verso muy propio también del imaginario marxista ya referido. Los ricos clanes mineros de Atacama, los Gallo Goyenechea, los Matta Goyenechea y otros, apoyaron sin reserva la candidatura del conservador Manuel Montt en la elección presidencial de 1851; donde Montt triunfó sobre el liberal José María de la Cruz. Atacama fue precisamente la provincia donde Montt tuvo el más decidido apoyo, esto porque los muy ricos grupos mineros referidos eran todos conservadores, incluido el joven de 21 años Pedro León Gallo. Instalado Manuel Montt en el gobierno le entregó a los industriales mineros copiapinos la concesión para construir el ferrocarril desde Valparaíso a Santiago. Dadas las complejidades del proyecto, muy distintas al trazado del recién inaugurado ferrocarril que unía Caldera con Copiapó, la ejecución del proyecto entre Valparaíso y Santiago se fue atrasando y tras sucesivos aumentos de plazo otorgados por el Gobierno, en 1853 Montt decidió expropiar el proyecto, todo lo construido a la fecha, sin devolución de capital invertido por los empresario de Atacama. En ese momento le habría nacido la conciencia social a Pedro León Gallo para irse en contra del conservadurismo de Montt. No, la verdad es que en ese momento le nació a Pedro León Gallo y a todos los millonarios copiapinos, la inquina, el odio, en contra de Montt. Entonces en Gallo tenemos más que a un “hijo de millonario que soñó con ser revolucionario”, a un hijo de millonario expropiado por el Estado de Chile administrado por Manuel Montt. Pedro León Gallo se alejó del partido Conservador pero no pasó a la vereda del frente donde estaban los liberales que lideraba el pelucón, literalmente hablando, Francisco Bilbao y que en Atacama comenzaba a liderar el ingeniero llegado de La Serena Anselmo Carabantes, discípulo del sabio polaco Ignacio Domeyko en el Instituto San Bartolomé de esa ciudad. Fue el “asunto del sacristán”, el largo juicio eclesiástico a un sacristán sorprendido borracho en la catedral de Santiago y borracho con vino de misa ni más ni menos, lo que terminó por dividir al conservadurismo chileno, manteniéndose en éste aquellos conservadores que impulsaron la intervención del presidente Montt en el juicio eclesiástico al beodo sacristán, pasando a llamarse Partido Nacional Montt Varista. Aquellos conservadores que se alejaron, se unieron a algunos liberales para formar el Partido Fusionista al que adscribió Pedro León Gallo Goyenechea, postulándose a alcalde de Copiapó por este partido en abril de 1858; siendo derrotado por el liberal Anselmo Carabantes quien fue elegido alcalde de la capital de Atacama.
En fin, lo concreto es que cuando se habla o escribe de estas viejas historias de Atacama, aparece nuestro Homero atacameño del siglo XXI, con su épica y epopeyas y no con historia. La imaginación ha ido creciendo a través de los años por lo que no me sorprendería que un corto plazo leyéramos una publicación de este Homero de Atacama, más o menos en el siguiente tenor: “aquella noche del 5 de enero de 1859 Pedro León Gallo montaba su brioso caballo en la plaza de Copiapó. Su mirada estaba perdida en la penumbra que se entremezclaba con las tenues luces de la ciudad, mientras los menesterosos, los desterrados de este mundo lo observaban blandiendo hoces y horquetas dispuesto a seguir a su líder, hasta que Gallo hizo tronar el grito de libertad que se escucha hasta hoy desde las profundidades de la historia, ¡Proletarios de Copiapó!, ¡Uníos!”
https://youtu.be/KDNiSxoVDtU?si=KmFLZh0LpawTEBh_
https://www.youtube.com/watch?v=I9hViKpzv1c