Fernando Cortés Tello,Subdirector Unidad de Salud Pública, Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud U.Central sede Región de Coquimbo
El cambio climático es una realidad que afecta todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Los eventos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes, como olas de calor, lluvias torrenciales, incendios forestales y huracanes, ya no solo representan un problema ambiental, sino también una amenaza directa para la salud de millones de trabajadores.
En la primera línea de esta crisis climática están los trabajadores al aire libre: agricultores, constructores y personal de emergencias, entre otros. Las altas temperaturas, y olas de calor no solo aumentan el riesgo de golpe de calor; La radiación ultravioleta incrementa el riego de cáncer de piel; Esta exposición, también agrava enfermedades crónicas, especialmente las cardiovasculares. Hay evidencia respecto del incrementa el riesgo de lesiones y enfermedades relacionadas al trabajo. Los incendios forestales, por ejemplo, no solo representan riesgo inmediato de quemaduras; el humo y la contaminación residual afectan a largo plazo los sistemas respiratorios, exponiendo a estos trabajadores a enfermedades crónicas. También afecta la salud mental; La constante exposición a desastres naturales genera estrés, ansiedad y una sensación de inseguridad sobre el futuro. Esto crea un círculo vicioso en el que la preocupación por las condiciones laborales y la incertidumbre agravan problemas psicológicos que impactan tanto la vida personal como la productividad.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya ha identificado seis efectos clave del cambio climático sobre la salud y seguridad en el trabajo: calor excesivo, radiación ultravioleta, eventos meteorológicos extremos, contaminación del aire, enfermedades transmitidas por vectores y uso de productos químicos. Cada uno de estos factores representa un riesgo tanto para la salud como para la economía, pues las enfermedades y lesiones de los trabajadores generan pérdidas en la productividad, interrupciones en la actividad económica y sobrecarga en los sistemas de salud.
La OIT informa que, a nivel global, más de 2.400 millones de trabajadores (70%) podrían estar expuestos a calor excesivo en su trabajo debido al aumento de las temperaturas globales. El calor extremo ya se asocia con 22,85 millones de lesiones laborales y casi 19 000 muertes cada año.
No podemos permitir que esta situación avance sin respuesta. Es fundamental implementar políticas efectivas y leyes, lo que incluye convenios específicos que aborden los riesgos del cambio climático en los ambientes laborales, además de la creación de programas de formación y protocolos de prevención que permitan mitigar estos riesgos. La sensibilización y capacitación en los lugares de trabajo son cruciales para que tanto empleadores como trabajadores puedan enfrentar mejor los peligros ambientales.
Esta crisis climática no es solo un problema ambiental, sino una cuestión de justicia social. Los trabajadores tienen derecho a ambientes laborales seguros y saludables, independiente de las condiciones climáticas. Proteger su salud debe ser una prioridad en cualquier estrategia de adaptación al cambio climático. A través de una acción colectiva y decidida, podemos mitigar los efectos de esta crisis y asegurar un futuro en el que tanto el ambiente como los derechos laborales de quienes trabajan en condiciones extremas sean respetados.
No podemos ignorar esta emergencia. Si el cambio climático es el desafío de nuestro tiempo, proteger a quienes construyen nuestras comunidades y sostienen nuestras economías debe ser el centro de nuestra respuesta.









