Osvaldo Andrade, ex presidente del PS, ex diputado y ex ministro, pertenece a la vieja escuela de la Concertación y desde esa óptica plantea que su partido debe dar espacio a jóvenes y mujeres para de ese modo renovarse y recuperar su identidad. “Mientras no resolvamos adecuadamente esas situaciones, no podemos tener un rol en el gobierno de Boric”, asegura.
-Todo partido aspira al poder, es parte de su esencia. ¿Por qué dices que el PS no debe ser parte del gobierno de Gabriel Boric?
-Yo creo que el PS tiene que ser un genuino y amplio colaborador del gobierno del presidente Boric. De eso no tengo ninguna duda. Y tenemos que hacer el esfuerzo de poner nuestra mayor cantidad de disposición y recursos en esa dirección. Eso significa configurar en el Congreso una fuerza parlamentaria relevante junto con el PPD, el Partido Radical, el Partido Liberal y Nuevo Trato. Es decir, el socialismo democrático tiene que volcarse genuinamente a respaldar al gobierno del presidente Boric.
Ahora, yo creo que quienes ganaron el gobierno están en Apruebo Dignidad, una coalición de la que nosotros no somos parte. Dijimos que íbamos a respaldarlo sin ninguna condición. Si el partido pide ser parte del gobierno, yo no estoy de acuerdo con eso. Podemos perfectamente respaldarlo desde lo que somos: una fuerza que lo respaldó en segunda vuelta, que no fue parte de su coalición original, que no va a ser parte de su coalición, porque nosotros no vamos a ser parte de Apruebo Dignidad. Pero sí tenemos la disposición a ayudar.
-¿Cuál es la razón de fondo: no mimetizarse con AD y encontrar una identidad propia?
-Creo que al PS le ha hecho mal estar mucho tiempo en las esferas de gobierno y creo que debiera reconstruir su opción, su legitimidad, su valoración, haciendo un énfasis en su trabajo territorial, que es donde hemos sido extraordinariamente negligentes. Y eso implica volcarse a esa tarea, y eso se complica si se está en el gobierno.
-¿A qué te refieres con no estar en el gobierno: no aceptar ningún ministerio?
-No, no. Si el presidente quiere invitar a Pedro, Juan y Diego se verá cada caso. Pero el partido institucionalmente debe estar fuera, a eso me refiero. Nosotros no somos parte de la coalición que sustenta al gobierno del presidente Boric. ¿Por qué cuesta tanto entender eso? Ser parte del gobierno es cuando el partido se incorpora al gobierno. Así de simple.
Si el presidente hace una invitación a personas determinadas, cada persona resolverá. Si el presidente le hace una invitación al Partido Socialista, yo creo que no es bueno para el partido.
-¿Por qué dices que la hace mal al PS ser parte del gobierno?
-La experiencia ha demostrado que nosotros desatendimos el trabajo territorial por darle énfasis al trabajo gubernamental. Hemos tenido problemas de identidad política: de pronto no fuimos capaces de defender lo que hicimos durante 30 años, y de criticar lo que no hicimos en 30 años. No hicimos ni lo uno ni lo otro. Algunos se cargaron a la crítica y terminaron mimetizándose con la extrema izquierda. Y otros se cargaron a la autocomplacencia y terminaron defendiendo hasta lo indefendible. No tuvimos un punto intermedio adecuado, porque nos faltó una línea clara en ese sentido.
-¿Volcarse a esa reflexión es la gran tarea del PS en el próximo tiempo?
-Sí. El PS ha tenido una baja sistemática de su representación. ¡Si en la última elección parlamentaria logramos un 5,5%! Un partido que históricamente estaba en el 10 u 11%. Entonces no puede seguir haciendo lo mismo.
-En la Convención ha habido una alianza entre el Colectivo Socialista y el FA.
-En Chile hay espacio político para la configuración de una fuerza socialista democrática que tenga grandes perspectivas y en esa fuerza veo al PS, al PPD, a los radicales, al Nuevo Trato, a los liberales y también parte del FA. Por supuesto que sí.
-¿Qué parte del FA?
-Revolución Democrática y el mundo que representa Boric.
-¿Con el resto de la izquierda no?
-No, porque yo hago la distinción de dos actores políticos relevantes. Por una parte no considero en este frente ni a la DC ni al PC. No veo a los comunistas en alianza con el socialismo democrático. Tenemos diferencias.
-En la Convención están negociando la presidencia y vicepresidencias. ¿Crees que esta convergencia entre el PS y el FA es una experiencia que hay que seguir fomentando?
-Absolutamente. Está en la línea de una configuración de una fuerza socialista democrática, que en la Convención ha tenido la virtud de generar condiciones para darle gobernabilidad y sustento al éxito de la Convención. Ese nucleamiento que allí se ha dado, entre el FA y el bloque socialista, ha tenido la virtud de darle sentido y una cierta orientación al trabajo de la Convención, que para mi gusto está exento de maximalismos, pero sí con una vocación de una nueva constitución transformadora. Esa perspectiva, esa línea política, se ha sostenido en el entendimiento del bloque socialista y el FA. Yo creo que hay que preservarlo. Y esa experiencia es perfectamente posible de trasladarse al resto del país. Con una nueva generación de actores políticos.
-¿El PS estuvo más enfocado al poder que a renovar sus bases?
-Creo que nos burocratizamos en exceso. Nos adocenamos en las esferas del gobierno. A la larga, nos hará bien estar lejos del poder. Por supuesto que todo partido aspira a acceder al gobierno. Pero lo que no puede olvidar es lo que es. Los partidos no son el gobierno, colaboran con el gobierno. Pero tienen una identidad y una representación.
-¿Y por que pones un limite en el PC?
-De pronto el PC tiene expresiones antidemocráticas. Se produce un fenómeno bien extraño: el PC tiene buenos pergaminos en Chile respecto de su vocación democrática, pero no los tiene respecto de su vocación internacional. Por alguna razón históricamente hemos sido partidos distintos, incluso estuvimos juntos en el gobierno. Pero hemos tenido también discrepancias. Nosotros no respaldamos la dictadura nicaragüense ni la venezolana. Lo que no significa que yo dude de la vocación democrática del PC en Chile. Pero tengo mis dudas respecto de su vocación democrática en el ámbito internacional. Y esa es una distinción que no es casual, porque tiene que ver con derechos humanos, algo que para nosotros es muy vital.
-¿Verías con buenos ojos que el PS tuviera un cargo importante en el gabinete?
-No es un problema que uno vea con buenos o malos ojos. Este es un momento especial, porque hay una demanda por transformaciones, pero para jugar un rol el PS necesita antes que nada resolver su identidad. No es posible que el PS aspire a jugar un rol con la representación del 5,5% de la sociedad. No da. No hemos sido capaces de incorporar a jóvenes y mujeres en el partido. Si el PS se concentra en su participación en el gobierno esa pega no la va a hacer. Colaboraríamos mucho mejor con el gobierno de Boric si resolvemos adecuadamente estas situaciones.
-¿Es una crisis de identidad?
-El PS históricamente señaló que era el partido de los trabajadores. ¿Lo seguimos siendo? De pronto por querer representar demasiadas cosas terminamos por no representar nada. Y perdemos nuestro sello. Evidentemente tenemos un problema de identidad.
-¿Qué separa al PS de Boric?
-Él milita en otro partido.
-Pero en términos de ideas…
-Yo creo que Boric es un socialista auténtico. Es una expresión nítida de la vieja expresión socialista. Boric es más allendista que muchos. A lo mejor, el problema no es Boric, sino el PS.
-¿Y cómo lo has visto en estos primeros días en su papel de presidente electo?
-Lo ha hecho estupendo. Ha disipado todos los prejuicios y dudas, ha mostrado solvencia, madurez. No ir a Colombia fue correcto. Aunque parezca menor, el que haya ido a La Moneda y haya saludado de la mano a los dos escoltas es de un simbolismo tremendo. Además, ha hablado de que hay que controlar las expectativas, ir paso a paso, la gradualidad. Ha mostrado que los analistas que decían que el candidato de la segunda vuelta no era el verdadero Boric estaban totalmente equivocados.