Según la Unesco, la pandemia por coronavirus ha provocado que más de 1.600 millones de estudiantes a nivel mundial no pudieran asistir a clases de manera regular, obligando a implementar, de manera no muy exitosa, la modalidad de clases on line. En Chile, esto evidenció que cerca de 400 mil estudiantes contaban con acceso a una conectividad deficiente o, simplemente, inexistente.
A más de 21 meses de declarada la pandemia y en medio del retorno masivo a clases en todos los niveles educacionales, es importante reflexionar sobre los cambios que debemos realizar para capitalizar lo aprendido y proyectarlo hacia una mejor educación presencial.
El rol que cumplió la conectividad a internet durante el confinamiento fue el de dar soporte al sistema educacional, permitiendo que los alumnos cumplieran con sus años lectivos y que los programas académicos sufrieran mínimas modificaciones. En lo práctico, dio la posibilidad de implementar salas de clases virtuales masivas, donde alumnos y profesores pudieron continuar con las dinámicas de aprendizaje y participación de manera fluida. También permitió acceder a actividades formativas, acercándonos a máximas eminencias en cada tema con solo un click.
Todos estos avances no deben desaparecer y, más aún, deben hacerse extensivos. Aplicada en un contexto de presencialidad, la democratización de la tecnología permitirá entregar una educación más amplia, diversa y con acceso al conocimiento universal, aportando en el crecimiento y desarrollo socioeconómico del país. Y para eso, el gran desafío es disminuir la brecha digital.
Actualmente, se está desarrollando una infraestructura digital mediante una red de fibra óptica abierta y neutral, con el fin que las operadoras den soporte y conecten regiones y zonas urbanas de Chile con mayor celeridad y a un menor costo de despliegue. Esto significará, entre otras cosas, el fin del aislamiento de ciertas localidades y un paso muy relevante en la difusión del conocimiento, consagrando la conectividad y acceso a internet como un principio fundamental para todos los estudiantes.
Es responsabilidad de todos los actores de la sociedad apoyar el desarrollo tecnológico del país, impulsando nuevos modelos de negocio, así como despliegues de infraestructura eficientes y coordinados que permitan asegurar una conectividad que cubra todo el territorio nacional y dar paso a nuevas herramientas para potenciar la educación, disponibles para todos y en todas partes.