- La distancia entre los candidatos se achicó hasta alcanzar por primera vez el miércoles un empate técnico en los sondeos de Datafolha, una de las encuestadoras de mayor trayectoria, que mostró a Lula con 52% de los votos válidos frente a 48% de Bolsonaro
En la última semana de campaña rumbo al ballottage del 30 de octubre en un escenario de absoluta incertidumbre sobre el futuro político del país. El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), vencedor en primera vuelta, mantiene apenas una luz de ventaja en las encuestas sobre el mandatario Jair Bolsonaro, diferencia que los deja empatados dentro del margen de error.
“La elección está completamente incierta. Hay una tendencia de ventaja para Lula, pero como trabajamos con margen de error la situación es de empate. No se puede predecir quién ganará”, dijo a LA NACION Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
La segunda vuelta entre el líder del Partido de los Trabajadores (PT) y Bolsonaro aparece como una de las más reñidas del último tiempo, comparable con las presidenciales de 2014 y de 1989, según analistas.
Lula enfrenta un escenario mucho más difícil que en las últimas dos elecciones en que fue elegido. En 2002, a esta altura aparecía 29 puntos delante del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra. En 2006, cuando enfrentó a su actual candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, los sondeos lo mostraban con casi 20 puntos de diferencia.
Si bien en Brasil nunca hubo una remontada de quien pasó segundo al ballottage, el margen de 6,18 millones de votos de ventaja que obtuvo Lula el 2 de octubre ha sido también la menor ventaja ya registrada.
“La elección está muy pareja, pero vamos a ganar”, dijo Lula el miércoles pasado, durante una visita de campaña en Río de Janeiro.
El PT, que ese día formalizó un compromiso con el electorado evangélico a través de una carta en la que Lula se manifestó contra el aborto y destacó el papel de las iglesias prestando asistencial social, confía en que si no comete errores hasta el domingo próximo se llevará la elección.
La campaña del líder izquierdista trabaja en un “combate contra la abstención”, según dijo esta semana el senador Randolfe Rodrigues, uno de los coordinadores. La alerta se debe a que históricamente el ausentismo en las urnas suele subir entre la primera y la segunda vuelta.
El mayor grado de abstención, además, suele darse en la población de menor poder adquisitivo, que tiene dificultades para desplazarse y suele votar mayoritariamente a la izquierda, aunque algunas ciudades dispusieron gratuidad en el transporte el próximo domingo. Un llamado de atención para el nordeste brasileño, donde Lula lidera por 67%, frente a 29% de Bolsonaro, pero se frenó la ventaja con el mandatario.
El presidente, en tanto, mejoró sus números en casi todos los segmentos. En el sudeste, la región más poblada de Brasil, pasó de un empate técnico con Lula a siete puntos de ventaja.
La aproximación entre Bolsonaro y Lula se da cuando el mandatario ha conseguido disminuir su índice de rechazo y mejorar la evaluación de su gobierno para la segunda vuelta. El cambio de escenario está empujado por mejoras en la economía real, como la desaceleración de la inflación por tercer mes consecutivo y la caída del desempleo –bajó a 8,9%, el menor nivel desde 2015–, pero también por una decisiva apertura del grifo del Estado, explicó Teixeira.
“Los ministros están todos los días viendo qué más pueden anunciar”, se sinceró un colaborador del presidente esta semana.
Uno de las mejoras más significativas para Bolsonaro en los sondeos se dio entre quienes reciben el programa asistencial Auxilio Brasil –antiguo Bolsa Familia–, de 115 dólares mensuales, más de 20 millones de familias en situación de pobreza. El presidente saltó de 33% a 40% de intención de voto en esa franja, quitándole votos a Lula.
El gobierno prometió recientemente que pagará un aguinaldo para los beneficiarios en 2023 e incorporó más de medio millón de personas este mes tras la primera vuelta.
“El resultado todavía es imprevisible, pero estamos muy confiados. La remontada no es ninguna locura, es una posibilidad real”, dijo a LA NACION un asesor del presidente, esperanzado, según explicó, con algunos trackings de campaña que mostraron a Bosonaro arriba de Lula.
Aliados del mandatario también temen, al igual que el PT, algún perjuicio por la abstención, debido al feriado del 2 de noviembre, que podría provocar ausentismo entre aquellos que decidan viajar por turismo.
Los equipos legales de ambas campañas traban, en paralelo, una batalla en el Tribunal Superior Electoral (TSE) por pedidos de remoción de contenido en redes y publicidad oficial de campaña, en los últimos días plagada de ataques, distorsiones de declaraciones de los candidatos y desinformaciones.
El TSE decidió ayer que el PT tendrá 164 derechos de respuesta en los espacios gratuitos de propaganda de radio y TV de Bolsonaro debido a “propaganda electoral engañosa” que asociaba al expresidente con el crimen organizado por haber sido el candidato más votado en presidios brasileños.
Ante una avalancha de contenido propio de una “guerra sucia”, el TSE también actuó removiendo contenido del PT que asociaba al presidente al canibalismo y un video que lo vinculaba a la práctica de pedofilia por una frase sobre menores de edad venezolanas.
“El PT entró en el juego de las noticias falsas y las distorsiones para hacer frente a Bolsonaro, que lo hace de forma efectiva desde 2018″, dijo Leonardo Rodrigues, profesor de la Universidad de Brasilia.
En la última semana de actividades proselitistas, Lula y Bolsonaro se enfocarán en el sudeste, especialmente en los estados de Minas Gerais, San Pablo y Río de Janeiro, y en el nordeste. El viernes, por último, tendrán el último debate cara a cara en el canal Globo: la última oportunidad para intentar un golpe de KO que incline la balanza.
Fuente: La Nación