- Mons. Morales llamó a construir una sociedad donde cada persona tenga trabajo digno
La bendición de los trabajadores comenzó con el traslado de la imagen histórica hasta el altar de piedra, en hombros de los mineros, como ha sido la tradición.
Tras la lectura del evangelio referida a la parábola de los talentos, monseñor Ricardo Morales, quien presidió la liturgia, habló de la problemática laboral. Afirmó que “la iglesia siempre ha defendido la dignidad del trabajo. Hemos visto condiciones laborales paupérrimas, incluso hoy, más allá de las leyes que han mejorado la situación, muchas veces sigue siendo precaria”.
Denunció situaciones injustas en el trabajo de temporada de extracción de fruta, la pequeña minería, la pesca artesanal. “A veces trabajadores mueren por ausencia de condiciones de seguridad, o los trabajos tienen sueldos que no son dignos, o hermanos han terminado enfermos producto de su trabajo”. Llamó a asumir el compromiso de usar los implementos de seguridad, cuidarse y cuidar a los compañeros y compañeras de trabajo, y denunciar condiciones que no están bien. Citando a san Alberto Hurtado, dijo que “la caridad comienza donde termina la justicia”, y que cada uno debe colaborar para construir una sociedad donde cada persona pueda trabajar dignamente.
En el momento de la ofrenda, un minero, obrero de la construcción, una temporera y una secretaria llevaron al altar implementos de trabajo. Luego, una antorcha por cada trabajador muerto en faenas mineras el año pasado, en total, cuatro antorchas que quedaron al pie del altar. Como cada año, al concluir se rezó la bendición de las manos.
Más temprano, se celebró la misa vespertina. En su homilía, el obispo dijo que “compartir el pan con el hambriento, salir de sí mismo para ver las necesidades del otro” es el centro del mensaje de Jesús. “Cuando haces una obra por el bien del otro, estás sirviendo al Señor, aunque no lo sepas”, concluyó.
En el centro del patio se ubicó un pequeño signo para motivar una campaña de recolección de fondos para ir en ayuda de los damnificados de los incendios en el centro sur del país. Al final de la misa dominical, se invita a todos los peregrinos y peregrinas a colaborar para reunir dinero, el que será enviado a las diócesis de Chillán y Concepción.