Alejandro Torres Flores
Académico Escuela de Ingeniería, U. Central
El pasado sábado 3 de junio se conmemoró el Día Mundial de la Bicicleta, y en Chile su uso ha ido en un aumento sostenido durante los últimos 5 años, como también la construcción de infraestructura vial para ese fin.
En nuestro país existen cerca de 2000 kilómetros de ciclovías y se realizan cerca de 2 millones de viajes diarios en este modo de transporte, por lo cual ya forma parte del espacio vial y se hace cada vez más necesario que aprovechemos esa oportunidad para ir transitando a un cambio cultural en torno a su utilización que tiene a lo menos 3 aristas fundamentales. La primera es la infraestructura vial. Esta debe dotar de un espacio reservado para estos “usuarios vulnerables”, considerando que, en un accidente de tránsito con un vehículo motorizado, existe una probabilidad muy alta que el usuario de bicicleta resulte con lesiones graves o pierda la vida (en el año 2022 hubo cerca de 3000 accidentes de tránsito con participación de usuarios de bicicletas, en los cuales fallecieron 61 ciclistas y cerca de 2500 resultaron lesionados).
La segunda arista es la bicicleta, la que debe contar con elementos mínimos establecidos en la normativa que sirven para hacer “visibles” a ciclistas, dotarlos de elementos de seguridad en caso de sufrir un accidente o caída (chalecos reflectantes, cascos, luces, etc.).
La tercera, tal vez la más importante, es el usuario, no solamente de bicicleta, sino que todos quienes nos desplazamos por el espacio vial. Las autoridades encargadas de velar por la seguridad de la circulación vial de los diferentes modos de transporte, han realizado publicaciones como: “Acuerdo nacional por la seguridad vial”, “Mejores conductores”, “Convivencia de modos de transporte”, “Todos somos peatones”, entre otras. Sin embargo, son poco conocidas por la sociedad en general dada su baja y real difusión. Seguramente, el uso de la bicicleta seguirá en aumento, por lo que debemos adaptarnos a este nuevo escenario y aprovechar esta oportunidad, no solo a través de la creación de nueva infraestructura vial, sino que también a educarnos para convivir de manera más armónica en el espacio vial, lo que mejoraría notablemente nuestro diario (con)vivir.