Fundación por una Carrera explica que en promedio, en la actualidad, cada orientador debe atender a más de 7 establecimientos. Esta desigual distribución se evidencia con mayor claridad en regiones como Aysén, con solo 19 orientadores, y Tarapacá, con 29.
La escasez de orientadores educacionales en Chile se ha convertido en un problema crítico que afecta la equidad y la calidad de la educación. En el país, de los 280.468 docentes en establecimientos educacionales, solo 2.263 ocupan el rol de orientadores.
Esta situación significa que, en promedio, cada orientador debe atender a más de 7 establecimientos. Esta desigual distribución se evidencia con mayor claridad en regiones como Aysén, con solo 19 orientadores, y Tarapacá, con 29, en contraste con la Región Metropolitana, que cuenta con 786 orientadores, representando el 34.73% del total.
Estas cifras son particularmente complejas, entendiendo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomienda que exista al menos un orientador por cada 250 estudiantes.
Los cambios que se sugieren en la actualización curricular y los avances tecnológicos han introducido nuevos desafíos para el sistema educativo. La incorporación de áreas tecnológicas y la previsión de que el 85% de los trabajos futuros aún no existen, subrayan la necesidad urgente de una orientación vocacional adecuada para que los estudiantes puedan tomar decisiones informadas sobre sus futuros.
Fundación por una Carrera, que asiste y orienta a jóvenes para que accedan a la educación superior y postulen a beneficios, elaboró un informe sobre la realidad país al respecto y destaca la gravedad de la situación. Valentina Gran, directora ejecutiva, señala que “la baja cifra de orientadores afecta gravemente la trayectoria educativa. La falta de apoyo no solo contribuye a la deserción y afecta la salud mental de los jóvenes, sino que también genera profesionales infelices y limita la conexión entre el sistema educativo y el mundo laboral”.
DESERCIÓN SOBRE PROMEDIO OCDE
Precisamente, la falta de orientación está contribuyendo al aumento de la deserción universitaria. En Chile, a pesar de que la tasa de participación en educación superior ha alcanzado el 50% para jóvenes de 19 a 21 años, la tasa de deserción ha aumentado al 30%, superando el promedio de la OCDE (OCDE, 2019). “Muchos estudiantes eligen carreras sin la orientación necesaria y, posteriormente, se enfrentan a arrepentimientos y cambios que afectan su trayectoria educativa y profesional”, apunta Gran.
Además, diferentes estudios mencionan cómo la figura de los profesores y orientadores es esencial en la toma de decisiones y en las trayectorias educativas, ya que estos son las principales fuentes de información sobre educación superior, destacando así la importancia de fortalecer estos roles.
Recientemente, Fundación Luksic presentó los resultados de su programa «Aspiraciones Sobre el Futuro», que encuestó a más de 42 mil estudiantes de 4to medio de establecimientos Técnico Profesionales. Los resultados muestran que solo el 4% de los estudiantes conoce los requisitos para acceder a la gratuidad, aunque el 77% aspira a ingresar a la educación superior en 2025. Además, un 40% menciona a profesores y orientadores como sus principales fuentes de información sobre educación superior, destacando la importancia de fortalecer estos roles.
Valentina Gran subraya que programas como el PACE y la propuesta de Actualización Curricular se ven comprometidos por la falta de profesionales capacitados. “Estas iniciativas pierden efectividad sin los orientadores adecuados. Es crucial desarrollar las competencias necesarias dentro de las escuelas para enfrentar los desafíos futuros”, agrega.
En este sentido, desde Fundación por una Carrera enfatizan la necesidad de visibilizar y reforzar el rol de los orientadores en el sistema educativo. “Debemos trabajar en conjunto con organismos públicos y privados para fortalecer su rol y entender cómo la orientación permea el proyecto educativo y las trayectorias de los estudiantes. Además, pensando en los nuevos cambios curriculares y el auge de la tecnología, es esencial que los orientadores colaboren con los docentes para fomentar el interés en carreras STEM y preparar a los estudiantes para un futuro tecnológico”, asegura Gran.
“Esto incluye crear espacios donde los estudiantes puedan explorar sus intereses y habilidades, generar pensamiento crítico y creativo, fomentar las habilidades del siglo XXI y promover entusiasmo por estas nuevas áreas profesionales”, finaliza.