- A un siglo de su nacimiento, recordamos la vida del inmigrante español Daniel Llorente González, (1925-2010) quien con esfuerzo y visión de futuro, transformó la industria local dejando un legado imborrable en Vallenar y que como empresario de servicios a la minería, un gran legado no sólo en Atacama, sino en otras regiones del país.
DE SABERO AL FIN DEL MUNDO
La historia de Daniel Llorente González, comienza lejos del árido norte chileno, bajo la nieve de Sabero, un pueblo minero en León, España. Nacido el 18 de Diciembre de 1925, fue el mayor de diez hermanos en una familia marcada por el esfuerzo,. Su infancia y adolescencia transcurrieron en tiempos difíciles; a los 14 años debió dejar la escuela para trabajar como aprendiz en los talleres de la minera Hulleras de Sabero, forjando su carácter entre el frío extremo y la escasez de la posguerra española.
Sin embargo, su espíritu aventurero le dictaba que su destino estaba más allá del océano. En 1952, con 27 años y una maleta ligera de equipaje pero cargada de ilusiones, zarpó en el barco “Alberto Dodero” rumbo a América,. Pisó tierra chilena el 18 de Septiembre, fecha simbólica que marcaría su unión definitiva con esta patria chilena.
VALLENAR: LA TIERRA PROMETIDA
Tras un paso por la industria maderera en el sur de Chile, Daniel Llorente González llegó a Vallenar en 1956 conduciendo un camión. Fue amor a primera vista con el valle y su gente,. En la tierra huasquina no solo encontró su hogar, sino también al amor de su vida, la profesora Sara Viñales, con quien se casó en 1960 y formó una familia junto a sus hijos Daniel y Loreto.
El 15 de Enero de 1958, con un pequeño torno y sus propias manos, fundó lo que hoy conocemos como Llorente Industrial. Lo que comenzó como un modesto taller mecánico fue creciendo a la par del auge minero de la región, convirtiéndose en una de las empresas de maestranza y estructuras metálicas más importantes del país,. Para Daniel, más allá de los fierros y las máquinas, su mayor orgullo era la generación de empleo: “Si tenemos 500 trabajadores… significa que de esta empresa estamos comiendo 2 mil personas”, solía reflexionar con satisfacción.
UN EMPRENDEDOR SIN EDAD
Daniel, fue un hombre que nunca jubiló de sus sueños. A una edad en la que muchos buscan el descanso, él decidió permanentemente innovar. Sin estudios de mercado, guiado puramente por la pasión y el deseo de ver reverdecer el desierto, se embarcó en el año 2000 en la producción de aceite de oliva,. Así surgió la planta productora de aceite: «Don Daniel», la primera de alta tecnología que llegaba al lugar, siendo un proyecto pionero que posicionó al Valle del Huasco en el mapa internacional con productos de calidad premiada, junto a esto se convierte en un promotor del aceite de oliva extra virgen del Huasco y un referente para muchos que siguieron su camino.
COMPROMISO REGIONAL
Su aporte trascendió lo empresarial. Fue un ciudadano comprometido con el desarrollo de Atacama, participando activamente como director de la Corporación para el Desarrollo de Atacama, Corproa y en la Junta de Vigilancia del Río Huasco, defendiendo siempre los intereses del valle.
Su labor fue reconocida en vida con la Medalla Ambrosio O’Higgins de Vallenar, el premio “Guillermo Wheelwright” de Corproa el año 1998, y, en su tierra natal fue además distinguido en 2008 como el «Emigrante Leonés del año en América» por el Colegio de Economistas de León,.
Falleció en junio de 2010, dejando una huella imborrable de tenacidad y rectitud. Hoy, al conmemorar su centenario, su vida sigue siendo un testimonio de que el origen humilde no determina el destino. Como él mismo dijo alguna vez, resumiendo su filosofía de vida: “Soñar en grande y sin límites. Esa es la clave del emprendimiento y del éxito”.










