Roberto Hernández fabrica instrumentos musicales cordófonos y el 75% de sus creaciones las realiza con madera local reciclada, principalmente de raulí, coigüe, lingue, alerce y laurel, que obtiene de muebles antiguos y desechos.
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La luthería o lutería se define como un arte que consiste en la construcción de instrumentos musicales, principalmente compuestos de cuerda. Roberto Hernández Céspedes, la define como su vida entera.
Hijo de zapatero, padre de 3 hijos y amante de la música, día a día trabaja por perfeccionar su propuesta artesanal y se siente feliz de poder compartirla. Reconoce en Daniela, su esposa, el principal apoyo y motivación para desarrollar su pasión.
Desde pequeño tuvo la inquietud por el área y hoy como luthier trabaja junto a su esposa en su propio taller. Pero el camino no ha sido fácil y ha tenido que sortear una serie de dificultades para desarrollar, promover y transmitir su arte.
A través de su experiencia de reciclaje de madera, ha privilegiado la utilización de raulí, coigüe, lingue y laurel, los cuales poseen la gran virtud de la antigüedad de secado natural, identidad e historia local, aportando un valor agregado a su oficio.
Sus inicios como luthier
Roberto desde pequeño tuvo interés por la fabricación de instrumentos musicales. Su pasión por la música y su alta valoración por la madera fueron la combinación perfecta para que hiciera de la Luthería su estilo de vida, pues con el paso del tiempo ha logrado producir sus propios instrumentos en Arteamano, su taller.
“Mi familia no tenía los medios para comprarlos y siempre tuve la ilusión de fabricarme uno propio”, recuerda.
A los 10 años tuvo su primer acercamiento al arte luthier gracias a que sus tíos, Sergio y Juan, trabajaban en una mueblería a donde llevaba sus primeros bocetos de instrumentos musicales que el mismo dibujaba. Tomaba las medidas de instrumentos que se conseguía e intentaba reproducirlos en ese lugar.
Recién el 2004, a sus 34 años, logró acceder a un taller de construcción de instrumentos latinoamericanos que dictó la UMCE, mientras estudiaba pedagogía.
De alumno pasó a ser ayudante, luego colega y finalmente socio.
El camino para para perfeccionar su apuesta creativa
Con la visión de seguir perfeccionándose en el oficio, Roberto se contactó con el reconocido luthier nacional, Carlos López, para estudiar con él. Después de varios intentos se convirtió en su aprendiz y desde el 2013 trabaja junto a Carlos, a quien atribuye gran parte de su formación y evolución.
El primer instrumento que construyó Roberto fue un cuatro venezolano y después siguió con un tres cubano, pero fue el charango el que produjo bajo su marca personal, siempre aspirando a mejorar.
Desde agosto del 2014 tomó la decisión de trabajar en su propio taller.
Pero no todo se le dio fácil, mientras buscaba como perfeccionarse cantaba en las micros para poder mantener a su familia, mantuvo esa rutina por más de tres años.
Madera reciclada
Roberto trabaja con madera reciclada que obtiene de muebles antiguos y material de demolición.
A través de esta propuesta busca generar un cambio de actitud frente a esta materia prima y visibilizar problemas ambientales relacionados al cuidado del recurso y su escasa reutilización.
Roberto, junto a su esposa llevan años recogiendo maderas en basureros de su comuna, desperdicios de las ferias y otros.
Con el paso de los años han logrado acumular un stock importante, lo cual le ha permitido trabajar sus instrumentos con un 75% de madera reciclada. Hoy, por temas de espacios han tomado un receso en la recolección.
La ventaja de trabajar con este tipo de madera, asegura Roberto, es que la madera ha estado estable guardada del clima, del sol y la humedad y se seca de forma natural. “Imagínate que los muebles, generalmente hechos con madera de raulí o laurel tienen entre 30 o 40 años de fabricación, suficientes para estar secos”, señala.
El trabajo desarrollado no sólo entrega un producto, sino también un mensaje, que apunta a la valorización de las maderas chilenas, rescate de identidad local y respeto por el desarrollo sustentable.
Su propuesta creativa llevó a Roberto y a su esposa Daniela a participar como expositores en la Semana de la Madera, organizada por Madera21, el 2015 y 2016 con un taller en vivo de Luthería, el cual tuvo muy buena acogida entre el público asistente.
Valoración, transmisión y proyección del oficio
A pesar de que Roberto reconoce que la subsistencia por medio de la luthería en Chile es difícil, por la escasa demanda, tiene la convicción de que cada día se valora más.
Varios músicos coinciden en que el trabajo que realiza apunta a la excelencia, tanto desde el punto de vista estético como del sonoro.
Patricio Larrondo es un joven músico de Valparaíso, él tiene hace aproximadamente un año un charango fabricado por Roberto.
“Que los instrumentos se produzcan a través del reciclaje le da un valor agregado importante, creo que por lo mismo tienen esa sonoridad y volumen, ya que la reutilización supone maderas más tiempo estacionadas, por lo tanto más secas y estables”, asegura.
Para Luis Mery, músico y docente de música de la región de Coquimbo, el trabajo de Roberto Hernández va en ascenso y representa un aporte valioso para el medio nacional e internacional.
“Yo siempre destaco lo musical, lo sonoro pero los instrumentos de Roberto tienen ese valor agregado que los hace especiales. Él le vuelve a dar vida a recursos naturales que ya estaban para desecho, realmente realiza un trabajo que enorgullece la luthería de nuestro país”, destaca Luis.
Roberto además de luthier es profesor de profesión y las herramientas de la docencia le han permitido llevar su oficio a distintos soportes y latitudes.
Durante el año 2015 obtuvo el Reconocimiento «Maestro Artesano Contemporáneo de la Región Metropolitana», distinción otorgada por el Área de Artesanía del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en el Marco de la 1ª Bienal de Artesanía Urbana de la comuna de Maipú.