El incendio de 2017 marcó un antes y un después para quienes trabajamos en la prevención y control de este tipo de emergencias. Organismos públicos y privados tuvimos que sentarnos a pensar los nuevos escenarios de mayor severidad que enfrentábamos y que también se están presentando en Europa, Oceanía y Norteamérica.
Las condiciones actuales se veían muy lejanas y solo estábamos informados por lo que los especialistas e investigadores diagnosticaban sobre la amenaza del cambio climático… Pero este escenario futuro llegó antes de lo previsto y comenzamos a trabajar en nuevas estrategias para abordar las emergencias con un personal altamente capacitado y una mejor tecnología.
El mejoramiento de coordinación entre organismos públicos y privados se ha visto incrementado en la planificación y operatividad de los programas, que incorporan recursos nuevos para la detección y supresión de incendios.
La nueva estrategia establece un staff de comando encargado de dirigir, planificar y coordinar, con todos los actores involucrados, las acciones que desarrollará cada uno de los equipos terrestres y aéreos frente a un incendio. Además, establece que quien primero llega al lugar de la emergencia encabeza las primeras instrucciones para el combate del incendio.
Sin embargo, todas estas acciones no tendrán éxito si no tenemos un buen trabajo de prevención permanente que abarque campañas de información, trabajo en colegios y escuelas, acercamiento a la comunidad y apoyo de los medios de comunicación.
Debemos apuntar al cambio de cultura y esfuerzos en conjunto enfocados en la prevención a través de la educación y el fomento de la autoprotección de quienes viven en zonas rurales susceptibles de ser afectadas por incendios. Hay avances importantes al respecto: hoy en un 70% de las zonas rurales donde los vecinos se han organizado para prevenir los incendios a través de la Red de Prevención Comunitaria -RPC- la ocurrencia disminuyó.
El trabajo de prevención de las empresas asociadas a CORMA apunta a la conversación directa con los vecinos, a través del dialogo y trabajo conjunto con 317 comités que hoy conforman la Red desde Maule a La Araucanía y que han sido claves para detectar y gestionar riesgos, educar, convencer de la necesidad de actuar y capacitar para que las propios vecinos asuman el liderazgo en la materia de medidas de prevención y definan planes de acción.
Técnicamente hemos generado hace 29 años un Comité de Despachadores de Incendios en Chile, donde participan representantes del Estado y de las empresas privadas, que analiza anualmente las lecciones aprendidas en la implementación de protocolos para abordar las emergencias. El gran esfuerzo en aunar criterios y procedimientos ha dado frutos y hoy existe una mejor coordinación entre las centrales de operaciones para abordar casi en simultáneo los incendios.
Más allá de las innovaciones tecnológicas que nos han permitido mejorar los diagnósticos y anticipar escenarios climáticos, es clave tener una gestión público privada que involucre a todos los actores en el país, informar mejor a la población sobre este tipo de riesgo y mantener estrategias eficientes para reducir la intencionalidad, que lamentablemente en Chile sigue siendo la principal causa de inicio de los incendios.