ALEMANIA HOY Un berlinés que ha sobrevivido a dos guerras mundiales le enseña a nadar a los niños

DW (mm/cp/jov)

 

Leopold Kuchwalek es el ejemplo vivo de que estar en forma no siempre es cuestión de edad. Con 102 años, le enseña a nadar a niños. Su fórmula de la longevidad: no fumar, ayudar a los demás, y nadar, por supuesto.

Leopold Kuchwalek.

Leopold Kuchwalek se acerca a la piscina, dobla las rondillas, respira y salta al agua dinámicamente, de cabeza. La ejecución podría ser más elegante, pero para alguien que tiene 102 años, es impresionante. Leo, como lo llaman todos, está radiante al salir a la superficie, después de unos segundos. El agua es su elemento; nadar, su pasión.

Con paciencia y humor

«Siempre fui un deportista acuático”, dice Leo. Después de un infarto hace 17 años, ahora tiene que cuidarse un poco más, y no trabajar demasiado. Pero por el momento está bien. Una vez a la semana, da clases en una piscina en Berlín-Lichterfelde. Esta vez llegaron ocho niños, de seis a ocho años de edad.

Denis y Clara están contentos con sus clases de natación. Saben que su profesor es especial. «102 años, eso es mucho tiempo”, dice Clara. Y Leonie está muy entusiasmada: «¡Es genial que tengamos un profesor tan mayor!”, dice. Los niños saltan al agua, uno después del otro. Leo mira atentamente sus movimientos y corrige su postura. «Es muy paciente con nosotros y siempre nos ayuda”, dice Denis. Al empezar las clases de natación, el chico, de siete años, le tenía miedo al agua. Leo lo pudo ayudar a perder ese miedo, sobre todo con humor, que parece hacer milagros en el niño.

«Prácticamente puedo hacer todo tipo de tonterías con los niños. Nos divertimos. Todavía no estoy tan viejo, y quiero llegar a ser un poco más viejo todavía”, dice Leo, ríe, y vuelve a la piscina para bucear. Denis lo acompaña.

Profesor de natación  desde hace 35 años

Leo es cerrajero, y tenía una empresa de instalaciones en Berlín. En 1984, aprobó el examen de maestro de natación. Ya era jubilado y no sabía qué hacer con todo su tiempo libre. Quiso hacer algo útil. Siempre le gustaba estar en el agua, y por eso se dirigió a la Cruz Roja, para hacer una capacitación.

Desde ese momento, han pasado 35 años y, con el paso del tiempo, las articulaciones de Leo ya no funcionan como antes. Sin embargo, lleva a cabo la mayor parte de las tareas de la vida diaria solo. Construyó su casa, después de la guerra, con sus propias manos. La casa estuvo llena de vida, eso se nota en la decoración muy alegre. Paredes coloridas, muchos cuadros, fotografías en blanco y negro de caras juveniles y sonrientes. En medio de la sala hay una mesa grande. «Ayer he preparado mermelada. Con ciruelas de mi jardín. ¿Quiere probar?” Leo pone las tazas de café encima de la mesa y corta lentamente un pedazo de pastel. Hace todo eso sin ayuda. «También me puedo vestir solo todavía.”

Su independencia es importante para él. Pensar tener que vivir en una residencia para ancianos le da miedo. «Es muy lindo estar en casa. Mientras pueda ordenar mi cama como quiero, estoy contento.”

«He vivido y amado mi vida”

Hay momentos en los que Leo se siente solo. Desde hace cuatro años vive solo. Desde que su esposa Hildegard, su gran amor, murió. «Era un tesoro. Mi tesoro. Mi Hilde.” Leo se pone triste y muestra la foto de una mujer sonriente. «No la voy a olvidar. Hizo tanto por mí. Me dio tres hijos. Nuestro primer hijo murió por desgracia cuando era un bebé. durante la II Guerra Mundial.”

 

El deporte mantiene joven el cerebro

Tenían 16 años cuando se enamoraron. Estuvieron casados durante 73 años. «Nos fuimos fieles hasta el fin, y eso se lo puedo recomendar a todos». Cuando murió Hildegard, a los 95 años, fue como si el mundo se acabara. Pero su trabajo voluntario como profesor de natación y sus colegas lo salvaron de la depresión. «El sentimiento de que alguien me necesitaba me ayudó.” Desde entonces intenta sacar fuerzas de los bellos recuerdos. Sus dos hijos viven cerca de él y le ayudan en la casa. «He vivido y he amado mi vida. A pesar de todas las tragedias.»

Leo sobrevivió a dos Guerras Mundiales. Cuando Hitler llegó al poder, yo tenía 16 años. Fue reclutado y enviado al Frente Oriental como mensajero en motocicleta. Cuando terminó la guerra, fue capturado por los soviéticos, hizo trabajos forzados durante la reconstrucción de Estalingrado. No le gusta hablar de esos tiempos. «Desde la guerra ya no me asusta nada. Fue horrible. Me sorprende que todavía haya descontentos en el mundo. No necesitamos guerra, y estoy feliz de que tengamos paz en Alemania”, subraya.

Un ídolo para los que quieren vivir mucho tiempo

Desde que cumplió 100 años, su teléfono suena muchas veces. Periodistas de todo el mundo quieren saber cómo se puede vivir tanto tiempo y, al mismo tiempo, seguir siendo joven. A Leo le gustan las visitas. «Incluso en Rusia y Japón publicaron cosas sobre mí.” Guarda todos esos artículos de los periódicos.

A veces, Leopold Kuchwalek también recibe cartas. No tiene internet. Mucha gente le escribe que los inspira y anima para que sigan siendo activos en sus vidas. Leyendo eso, dice Leo, sus ojos se llenan a veces de lágrimas. Su receta para una vida larga, la revela con gusto:

Por eso espera con alegría el próximo jueves. Pondrá sus cosas en su bolsa deportiva y tomará el autobús. Viajaré una hora, incluso tendré que cambiar el bus dos veces, para llegar a la piscina. Espera con alegría a sus alumnos y el momento de saltar de nuevo al agua. De cabeza. Hasta que sea posible.

 

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