Mientras Venezuela está sumida en una de las peores hiperinflaciones de la historia reciente y Argentina sufre el golpe de una inflación anual de 54%, el resto de América Latina ha logrado evitar que los precios se disparen fuera de control.
No solo la inflación se ha mantenido baja en la región, sino que incluso algunos países bordean el 0%.
¿Quiere decir esto que mientras más baja es la inflación de un país, mejor está su economía?
No, dicen los expertos. Un mismo nivel de inflación puede ser positivo en un país y negativo en otro, haciendo que las comparaciones resulten confusas. Eso explica por qué no existe una inflación ideal que funcione como una medida estándar.
«A veces una inflación baja puede estar diciéndote que los motores del crecimiento se están apagando«, explica Ramón Pineda, oficial de Asuntos Económicos de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en diálogo con BBC Mundo.
En ese sentido, si el consumo de los hogares y las inversiones de las empresas se debilitan, «una inflación muy baja puede ser una mala noticia porque refleja una desaceleración».
En América Latina, los países con la inflación más baja en agosto (en comparación al mismo período del año anterior) son El Salvador (-0,5%), Ecuador (0,3%) y Panamá (1,1%), tres economías cuya moneda oficial es el dólar.
Países de América Latina con la inflación anual más baja (%)
«Como tienen economías dolarizadas, estos países no están expuestos a las volatilidades cambiarias y eso los beneficia», comenta Pineda. Sin embargo, deben enfrentar el desafío del crecimiento.
«Los bajos niveles de inflación de El Salvador y Ecuador muestran que lademanda sigue siendo débil«.
Andrew Powell, asesor principal del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dice que en general, si la inflación es baja, pero positiva, no hay un gran problema.
«Lo grave es cuando hay una deflación persistente y en ese caso los países necesitan un ajuste», comenta en diálogo con BBC Mundo.
«25 años de baja inflación»
Con una población de apenas 6,4 millones, El Salvador enfrenta una compleja situación económica, con un lento crecimiento económico (2,5% en 2018), una baja recaudación fiscal y un alto endeudamiento (70,7% del Producto Interno Bruto (PIB).
Uno de sus grandes desafíos es modernizar el sector agrícola de la franja norte del país, donde se concentra el 75% de la pobreza extrema y generar más empleos, mientras que más del 20% de su PIB, depende de las remesas.
«Hemos tenido 25 años de baja inflación«, le dice a BBC Mundo el economista y consultor César Villalona.
«Por eso no es sorprendente que en agosto la inflación haya sido negativa. Aquí no hay exceso de circulante, ni peligro de devaluación».
Los problemas del país son otros, explica, como por ejemplo, los bajos salarios y pensiones, el bajo crecimiento y la poca inversión.
«Una inflación baja es positiva porque no se le encarecen las cosas a la gente y los empresarios tienen bajos costos», apunta.
Pero por el otro lado, agrega, como los empresarios no tienen muchas utilidades, prefieren invertir en otros países.
«Si tuviéramos una inflación más alta, cercana al 3% o el 4%, sería una buena señal».
Crisis, deuda y ajuste
«Lo que muestra la baja inflación de Ecuador en los últimos años es una desaceleración de la actividad económica», explica Ramón Pineda.
Según estimaciones del Banco Central de Ecuador, la economía del país crecerá este año solo 0,2%, mientras que organismos internacionales prevén que podría incluso ser negativo.
«Siempre dijimos que las medidas (de ajuste) iban a desacelerar la economía», señaló la gerente del Banco Central ecuatoriano, Verónica Artola, en declaraciones al periódico El Comercio de Quito.
Como el país enfrenta un excesivo endeudamiento, el gobierno decidió restringir el gasto público, reduciendo instituciones públicas, eliminando subsidios a los combustibles y liberando el precio de la gasolina de mayor octanaje, entre otras medidas.
Panamá crece por debajo de su potencial
Al contrario, Panamá ha sido una de las economías con crecimiento económico más rápido en América Latina, con un promedio anual de 5,6% en los últimos cinco años.
En paralelo, el aumento en el nivel de precios se ha mantenido bajo el 1% en los últimos cuatro años.
¿Cómo se explica entonces una inflación tan baja?
«Panamá está creciendo por debajo de su potencial», le dice a BBC Mundo, Alejandro Santos, jefe de Misión en Panamá y jefe de división en el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«El país tiene un crecimiento potencial de 5,5%, pero hemos bajado la proyección a 4,5% este año«.
El economista explica que las tensiones comerciales a nivel mundial, afectan las expectativas de tráfico en el Canal de Panamá. Eso hace que la gente piense dos veces antes de invertir, lo que no ayuda a los negocios.
En otros países se deprecia el tipo de cambio cuando hay turbulencias, como un mecanismo de absorción del shock externo.
Pero como Panamá es una economía dolarizada, está más expuesta a esos vaivenes. «Cuando el dólar tiende a depreciarse, el ajuste se traduce en una menor demanda y una menor inflación», apunta.
El fantasma del pasado: alta inflación
«Históricamente, la alta inflación ha sido una preocupación mucho mayor para América Latina. Erosiona los salarios reales, y particularmente golpea a los trabajadores informales, que tienen poca capacidad para renegociar sus salarios», le dice a BBC Mundo Benjamin Gedan, asesor senior del Programa Latinoamericano del centro de estudios Wilson Center, con sede en Washington.
La inflación promedio en América Latina, explica, ha estado creciendo desde un 5% en diciembre a un 8,1% en los primeros cinco meses del año (excluyendo a Venezuela).
«Pero las tendencias no son uniformes, como tampoco sus causas».
Basta mirar el caso de Argentina, donde «la altísima inflación es en parte el resultado de la dramática depreciación del peso y los aumentos en el costo de los servicios públicos», entre otras razones.
En el otro extremo, agrega, «una baja inflación persistente, puede ser una señal de una actividad económica deprimida».