«Los animales se están muriendo de hambre, de desnutrición. Tampoco se puede cultivar porque no hay agua para regar. Estamos en un punto crítico, no aguantamos más».
Aldo Olguín, un ganadero de 33 años, se ha dedicado toda su vida a la crianza de vacunos y a la agricultura. Su querido valle de Colliguay, en la región de Valparaíso, solía ser un lugar verde, con flora nativa y árboles, como el quillay y el peumo.
Hoy, sin embargo, nada de eso se ve en los alrededores de su casa. En vez de pasto, hay tierra y los pocos arbustos parecen caerse a pedazos.
«Esto es grave porque está afectando la forma de vida de la gente, ya no podemos producir ni tenemos cómo alimentar a nuestros animales», agrega el joven.
La triste realidad que enfrenta Aldo no es aislada. Lo mismo le está ocurriendo a las familias de siete regiones de Chile, desde el norte de Atacama a la región del Ñuble, en el centro sur del país.
¿La razón? La intensa sequía que golpea al país sudamericano y que se arrastra desde hace al menos diez años.
Esta temporada, sin embargo, ha sido la más brutal.
En la ciudad de Santiago, por ejemplo, sólo ha caído 81 mm de precipitaciones en lo que va del año, lo que representa un déficit del 75% según la Dirección Meteorológica de Chile. En Valparaíso, en tanto, han caído 82 mm mientras lo «normal a la fecha» es de 397 mm.
El mismo escenario se repite en diversas áreas afectadas por la sequía, con déficit de más del 85% en ciudades como La Serena, en el norte del país.
Y el pronóstico no es alentador pues recién está comenzando la temporada primavera-verano y las temperaturas, en el centro de Chile, ya están superando los 30 ºC.
34.000 animales muertos
De acuerdo con el gobierno chileno y expertos, esta es la crisis hídrica más profunda desde 1968.
La escasez de lluvias ha provocado un colapso en los sistemas de riego de diversas provincias a lo largo de Chile, e incluso, miles de personas han tenido que ser abastecidas de agua a través de camiones aljibes.
Pero quizás el número más desolador que hasta el momento está dejando esta «megasequía» —como hoy se la conoce en Chile—, es el que da relación con los animales muertos: hasta la fecha son 34.000.
Según el ministerio de Agricultura, también hay 470.000 cabezas de ganado caprino, 170.000 de bovino y 150.000 de ovino que están en «mal estado», es decir, los animales están desnutridos y débiles.
La situación es aún peor si se considera que, con el ganado flaco, los precios por animal bajaron abruptamente mientras el valor del pasto (o forraje) para alimentarlos, se ha disparado.
«Por un ternero antes pagaban hasta 200.000 pesos (US$275) y ahora están pagando solo 60.000 (US$82)», explica Aldo. Y agrega: «Si no tienes recursos, no puedes comprar forraje… por eso la gente está tomando la decisión de vender sus animales al precio que sea para que no se les sigan muriendo».
La apicultura (crianza de abejas) también se ha visto gravemente afectada. La escasez de agua ha provocado que en muchos lugares no estén floreciendo los árboles como debieran hacerlo según su ciclo natural y, por lo tanto, no se está originando el néctar necesario para las abejas.
«El que deje sus abejas aquí, se le van a morir, así de simple», afirma Andrés, un apicultor que, tras 25 años en Quilpué —región de Valparaíso—, tomó la decisión de trasladar sus 260 colmenas a Linares, una localidad ubicada en el centro-sur de Chile.
«Nunca había visto nada como esto, la sequía es demasiado marcada. Hay gente evaluando si de verdad vale la pena seguir en el norte o si es hora de comprar algo en el sur y simplemente migrar», agrega el apicultor.
Las palabras de Andrés no son al azar: algunos productores, de hecho, ya han decidido mudarse al sur.
El 12 de septiembre, por ejemplo, se trasladaron 180 pequeños productores con sus animales de las zonas de Illapel y Salamanca, en la región Coquimbo, a un predio de la región de Ñuble.
Lo mismo está sucediendo, pero a mayor escala, en otras ciudades de esta región como Monte Patria. Según un estudio realizado por las Naciones Unidas (ONU), el 15% de su población (alrededor de 5.000 personas) ya ha emigrado por razones climáticas.
Y es que, de acuerdo con la intendenta de la región de Coquimbo, Lucía Pinto,esta zona está atravesando por un proceso de desertificación que «no tiene retorno».
Cambio climático y desertificación
Pero ¿cuál es la dimensión de esta sequía y qué rol juega el cambio climático en todo esto?
Según la meteoróloga María Alejandra Bustos, si bien en Chile se han observado sequías comparables a la actual —como las de los años 1998, 1988, 1968 y 1924—, la gran diferencia es que la de ahora viene tras un período de 10 años secos consecutivos.
«Esto provoca que tenga características más agudas. Y, además, la frecuencia de estos eventos ha ido en aumento», dice a BBC Mundo.
La investigadora de la Oficina de Cambio Climático de Chile agrega que «la tendencia promedio de la precipitación entre los años 1961-2018 es de -23 mmpor década para todo el país, una disminución que se concentra particularmente en la zona central y sur».
En relación a la atribución del cambio climático a la escasez hídrica, hay diferentes posturas.
María Alejandra Bustos afirma que, mientras el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 señala que cerca de un cuarto del déficit de precipitación (25%) es atribuible al cambio climático antrópico, hay otras publicaciones —como una recientemente desarrollada por la Fundación Chile— que determinan que dentro de las causas, solo un 12% es explicado por este factor.
Aún así, en lo que sí hay coincidencia es en que la desertificación está avanzando en los suelos del norte, centro y sur de Chile. Este fenómeno —que tiene que ver con la degradación del suelo— afecta la productividad, la biodiversidad y el ecosistema en su totalidad.
De acuerdo con un reciente informe publicado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la desertificación afecta a 2,7 millones de personas en el mundo.
En la investigación, llamada«Cambio climático y tierra», hay un capítulo especial sobre Chile, donde se afirma que la erosión del suelo afecta a un 84% del territorio de la región de Coquimbo, a un 57% del territorio de Valparaíso y a un 37% del suelo de la región de O’higgins.
Francisco Meza fue el único chileno que participó en la creación de este informe. El académico del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica de Chile asegura que se considera que el proceso de desertificación está avanzando por dos razones.
«Primero, porque vemos señales de erosión y pérdida de aptitud productiva de la tierra, y también porque estamos experimentando una sequía que es muy importante. Eso es lo que más ha pegado en los últimos diez años», dice a BBC Mundo.
Ahora bien, hay quienes afirman que el límite del desierto de Atacama —el más árido del mundo—se está moviendo hacia el sur.
Pero ¿qué tan cierto es esto?
Según un informe denominado Atlas de Cambio Climático de la Zona Árida de Chile, la meteoróloga María Alejandra Bustos dice que, si bien la zona central de Chile siempre ha tenido un «régimen semiárido», «las tendencias en el régimen de aridez muestran un avance del límite del desierto hacia el sur».
Francisco Meza, en tanto, asegura que se dice que el desierto avanza «porque estamos experimentando una tendencia a la aridez muy fuerte y porque vemos patrones de degradación de la tierra muy marcados».
Sin embargo, aclara que este avance no es físico. «No es que se estén moviendo las arenas hacia el sur», dice.
Para el académico, esta desertificación no solo tiene que ver con factores climáticos. El mal manejo de la tierra —como la sobreexplotación del terreno y el no contar con medidas de restauración— también es un punto clave para explicar la degradación.
«Cuando se degrada la tierra de esa manera, se empobrece la riqueza de especies, entonces pierdes diversidad y se debilita el ecosistema», explica.
Inversiones y reforma del Código de Aguas
Actualmente, existen 56 comunas que están bajo decreto de escasez hídrica en cinco regiones de Chile: Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana, O’Higgins y Maule. 116 comunas, en tanto, han sido declaradas zonas de emergencia agrícola.
Según el gobierno, los caudales de los ríos de estas áreas registran déficits de hasta el 84% en comparación con los promedios históricos.
«El cambio climático llegó para quedarse y tenemos que actuar», dice a BBC Mundo el ministro de Agricultura, Antonio Walker.
El secretario de Estado agrega que «la desertificación es una realidad y el gran desafío ahora es cómo enfrentar estos suelos degradados y transfórmalos en altos en carbono y materia orgánica».
Para ello, Walker dice que se deben construir grandes obras de riego.
«No hemos hecho la infraestructura de riego para aprovechar el agua. Necesitamos hacer embalses, una nueva institucionalidad del agua, hacer un rehúso de las aguas servidas, etc.», dice.
«Esta es una temporada muy dura y es más grave a la del año 68′ porque, a igualdad de pluviometría, tenemos una agricultura, una economía y una población mucho más grande», agrega el ministro.
Por otra parte, en el Parlamento de Chile se discute una reforma al Código de Aguas para cambiar el modelo de gestión del agua que fue establecida en 1981.
La normativa genera polémica en el país sudamericano pues sus críticos dicen que, si bien reconoce al agua como un bien nacional de uso público, establece que los particulares (o privados) puedan constituir sobre las aguas derechos de aprovechamiento de carácter perpetuo.
Rodrigo Mundaca, líder del Movimiento de Defensa del Agua la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (Modatima), ha insistido en el cambio de esta regulación y ha señalado, públicamente, que en Chile no hay sequía sino «saqueo».
Para él, los privados hacen un «aprovechamiento» del agua de forma tal que termina por desabastecer al resto de la población.
«Chile es el único país del mundo que mantiene privatizadas sus fuentes de agua desde la dictadura», le dice a BBC Mundo.
El activista agrega que «aquí los empresarios pueden comprar, vender o arrendar agua».
«El modelo de gestión es absolutamente privado».
Mundaca asegura que, para cambiar esta situación, una reforma al Código de Aguas no es suficiente.
«La única forma de solucionar este problema es hacer una reforma a la Constitución Política, derogando el artículo 19 numeral 24, que es el que consagra la propiedad privada», dice.
Sin embargo, para hacer una reforma a la Constitución en Chile se necesita la aprobación de dos tercios del Senado. «Esos votos no están», reconoce Mundaca.
Y así, mientras se discute el modelo de gestión del agua en el Parlamento (y mientras se planea cómo mejorar la infraestructura de riego), lo cierto es queproductores y ganaderos como Aldo Olguín continúan sumidos en una crisis hídrica que, por el momento, parece no tener solución.
La única salida, dice Olguín, es migrar al sur o definitivamente dejar la ganadería.
«Un año más seco no lo vamos a aguantar», agrega, con pesar.