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Los investigadores dicen que se trata de la mayor explosión en la historia del universo. Ocurrió en el centro de un cúmulo de galaxias, a unos 390 millones de años luz de la Tierra.
Los astrónomos han descubierto la mayor explosión vista desde el comienzo del universo, originada en un agujero negro supermasivo.
La explosión, dijeron los investigadores, es la mayor vista desde el «Bing Bang”: el modelo cosmológico describe una rápida expansión de la materia y la energía que creó el universo observable. Según los informes, el fenómeno liberó cinco veces más energía que cualquier otra explosión anterior.
Esta ocurrió en el centro del cúmulo de galaxias de Ofiuco, a unos 390 millones de años luz de distancia de la Tierra. El cúmulo es un conglomerado de miles de galaxias, gas caliente y materia oscura unidos por la gravedad.
«Hemos observado explosiones en los centros de las galaxias con anterioridad, pero esta es realmente enorme», dijo Melanie Johnston-Holitt, profesora del Centro Internacional de Investigación de Radioastronomía (ICRAR, por sus siglas en inglés). «Y no sabemos por qué es tan grande», añadió.
Varios telescopios
Para observar ese hecho, los astrónomos utilizaron el telescopio de rayos X del Observatorio Chandra de la NASA, el observatorio espacial XXM Newton de la Agencia Espacial Europea y telescopios terrestres. Los científicos detectaron la primera señal de la explosión en 2016.
Las imágenes de Chandra del cúmulo revelaron un borde curvo inusual, pero los científicos descartaron una posible erupción dada la cantidad de energía que se habría necesitado para crear una cavidad de gas tan grande. Más tarde se confirmó que la curvatura era una cavidad.
La autora principal del estudio, la Dra. Simona Giacintucci, del Laboratorio de Investigación Naval en Estados Unidos, comparó la explosión con la erupción de 1980 del Monte Santa Helena, que destruyó la cima de esa montaña.
«Muy emocionante”
Se cree que la explosión ya terminó y, según el equipo de investigación, se necesitan más observaciones en otras longitudes de onda para comprender mejor lo que ocurrió.
Hicimos este descubrimiento en la primera fase del Observatorio Murchison Widefield Array (MWA) en Australia, «cuando el telescopio tenía 2.048 antenas dirigidas hacia el cielo», dijo Johnston-Hollitt». «Pronto vamos a recabar las observaciones realizadas con 4.096 antenas, que deberían ser 10 veces más sensibles. Creo que es muy emocionante».