La alcaldesa del municipio de Tecámac, informó que ya se investiga la procedencia de estas prácticas ilegales, lugar en el que aparentemente desechaban y almacenaban a los cuerpos
(AP) Un centro clandestino de embalsamamiento fue localizado en una casa en las afueras de la Ciudad de México con un par de cadáveres en camillas, uno de ellos al parecer víctima de COVID-19, dijeron el miércoles las autoridades.
Mariela Gutiérrez, alcaldesa del municipio de Tecámac, al norte de la capital, señaló que las autoridades investigan desde cuándo se efectuaban los embalsamamientos ilegales en ese lugar, y dónde desechaban los responsables los fluidos extraídos a los cuerpos después de aparentemente almacenarlos en contenedores de plástico.
“Lo anterior constituye un riesgo gravísimo de contagio, además de un desacato terrible a las normas sanitarias”, dijo la funcionaria.
Según Gutiérrez, uno de los dos hombres detenidos en la casa afirmó que el centro clandestino era utilizado porque las salas funerarias de la zona estaban saturadas de cadáveres debido a la pandemia. Uno de los dos cuerpos encontrados en el lugar correspondía a una empleada municipal a la que le habían concedido una licencia por enfermedad porque al parecer estaba infectada con el coronavirus.
“No tenían las medidas mínimas de sanidad ni los permisos”, dijo Gutiérrez en referencia a los detenidos, que al parecer trabajaban para una funeraria ubicada a pocas manzanas de distancia. “Incluso ya está la investigación; están procediendo a ver qué hacían con los líquidos, dónde procedían a tirarlos”.
Gutiérrez dijo que los dos sospechosos intentaron sobornar a la policía cuando el centro de embalsamamiento fue detectado el martes por la noche. Tecámac, un municipio predominantemente pobre de unos 600.000 habitantes, acumula a la fecha unos 500 casos de coronavirus y 45 muertes. Sin embargo, como la Ciudad de México tiene muchos casos más, sus habitantes han comenzado a recurrir a servicios funerarios en los suburbios.
La eliminación indebida de desechos médicos se ha convertido en un creciente problema en México en medio de la pandemia. Y, según un estudio del Senado, 60% de las agencias funerarias del país carecen de registro o lo tienen incompleto.
En mayo, las autoridades encontraron 3,5 toneladas de desechos hospitalarios depositados en un bosque a las afueras de la Ciudad de México, así como 4.580 metros cúbicos (6.000 yardas cúbicas) de residuos médicos abarrotados en una bodega clandestina en el estado de Puebla, donde ya no cabían ni en remolques de camiones de carga ni en otros puntos dentro del lugar. Asimismo, pilas de ataúdes se están acumulando en los crematorios debido a la excesiva demanda en las afueras de la capital.
Y en la localidad de Nicolás Romero, en una zona boscosa a las afueras de la Ciudad de México, algunas personas habían estado tirando toneladas de residuos hospitalarios en una barranca desde mediados de abril. Para cuando los inspectores llegaron a limpiar la zona del 4 al 11 de mayo, encontraron 3,5 toneladas de desechos, incluyendo tejidos humanos y tejidos parcialmente incinerados desperdigados por el lugar.
Los incineradores especializados en estos residuos se encuentran saturados de trabajo debido a la enorme cantidad de equipo protector desechado y tejidos infecciosos generados en medio de la pandemia.
E incluso afuera de los crematorios que tienen su documentación en orden, continúan apilándose féretros desechados, a pesar de una ley de 2019 que regula la reutilización de los ataúdes desinfectados. Según el Senado mexicano, antes de la pandemia se reutilizaban unos 100.000 féretros al año.
Sin embargo, aunque las normativas sobre el coronavirus obligan a meter en bolsas los cadáveres de las víctimas de COVID-19, los cuerpos aún tienen que ser transportados en contenedores —por lo general féretros de madera o metal— hasta los crematorios. Como no hay garantía de que los fluidos corporales no se hayan filtrado al exterior de las bolsas, la gente se opone a reutilizarlos por temor a contagiarse. Estos féretros son desechados y han estado apilándose.
LA RAZÓN Mark Stevenson