A partir del desconsuelo de muchos años de no encontrar nada respecto al Norte chileno, en la profusa obra del ex presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento y a pesar que éste vivó casi tres años en la zona. Pero, después de muchos años de búsqueda y debajo de una montaña de papeles, aparecieron una docena de crónicas reveladoras, donde hace un magnífico perfil de la sociedad nortina de comienzos del siglo XIX y, especialmente, de la minería que estaba naciendo en Chile y en el mundo.
Después de una larga búsqueda, se hallaron estos artículos referidos al Norte. Son de mucha importancia; demuestran que Sarmiento no solo estuvo en Chañarcillo, sino que recorrió y observó la zona, haciendo un perfil exhaustivo, fresco, genuino del minero, de la minería, de la cultura del desierto y del semiárido. Sus artículos hacen un retrato de la vida cotidiana, al comienzo de la república, y de lo que iba a significar la industrialización de la minería para el desarrollo del país. Llama la atención, que habla como chileno; es decir, dice: “nosotros los chilenos”. También, pasa revista a los tipos sociales que habitan en la zona, la geología, los inmigrantes argentinos que eran centenares; sus herramientas y sus vestimentas y las conductas sociales de sus habitantes: sus creencias, hábitos, enfermedades y sus hercúleas formas físicas; el roto soñador, el cangallero, el apir, el arriero y de muchos otros oficios. Además, hace un perfil del hombre legendario del norte, como: Diego de Almeida, Domeyko, Jotabeche, Codocido y otros.
Este texto fue realizado por un equipo de la Sociedad Pedro Pablo Muñoz Godoy, compuesto por: Eva Carola Tapia, Catherine Trigo, Juan García Ro y Arturo Volantines. El libro contiene una portada epocal del pueblo San Fernando de Copiapó, donde aparece la Iglesia de la Virgen de Nuestra Señora de La Candelaria, realizada en 1875, por el acuarelista John Marx, También, tiene una introducción del especialista minero y académico, Claudio Canut de Bon. Esta obra fue ganadora del concurso del Gobierno Regional de Coquimbo del Fondo Editorial Binacional.
Fundamentalmente, sus crónicas hablan de su tremenda capacidad escritural; observa con profundidad el paisaje y las perspectivas del lugar, con lenguaje a “mata caballo”, pero certero; hirsuto pero estremecedor; verbalmente enjundioso, salpicado de culturalismo. Se trata de un repórter muy ilustrado, entre “la civilización y la barbarie” —que tanto alababa Borges—; con valentía, coraje y reciedumbre, colocando por delante el mensaje de los nuevos tiempos para América. Pero, también con mucha carga reflexiva, de lo que hay que hacer y casi sin ripio literario. Domingo Faustino escribe casi como fotógrafo, como si fuera jinete contra el viento y solo reposando entre líneas, donde cada día cuenta, para dejar un panorama de lo que está extraordinariamente naciendo y con la certeza que incidirá en el futuro de la nación. Su escritura es maciza, ruda, inteligente; entrega una cantidad enorme de visiones que son capitales, para entender mejor al norte minero, legendario y heroico.
Claudio Canut de Bon, dice, en el Prólogo: “Estos textos de Sarmiento sobre la temática minera, recopilados entre muchos otros artículos diversos en sus obras, no pasarían más allá de ser costumbristas o de opinión para la mayor parte de estudiosos, o de lectores ocasionales que son habitantes de las mayores ciudades de ambos países. Sin embargo, para un copiapino como Arturo Volantines, que realizó la recopilación selectiva, son cuadros vivos del norte minero chileno. Rescates necesarios del pasado, redactado por el educador argentino que trabajó, vistió y vivió como minero atacameño del siglo XIX y que, en forma muy acertada, describe la importancia de la minería chilena: los mineros, sus exploraciones o cateos, hallazgos, pensamientos, hábitos y costumbres del ambiente que se vivía en Copiapó. El incentivo mayor, señala Sarmiento, es saber que el esfuerzo personal de cavar en las rocas del desierto puede resultar en un cambio de fortuna y de situación personal, pasando a ser dueño legal de su descubrimiento”. Domingo Faustino Sarmiento expone en forma prolija, con la intensidad de la enseñanza del maestro, las cualidades del minero cateador: buscador de minas. Como profesor observa, estudia los detalles de esa importante profesión, que se aprende con la práctica en el gran libro abierto que es el desierto. Cada cerro es una página que se escribe con martillo y cuña, y se lee mirando los minerales como letras. El presente libro, como ya hemos dicho, rescata y valoriza los artículos mineros de Domingo Faustino Sarmiento publicados en la prensa chilena y argentina. Además, se menciona la importante contribución al conocimiento minero de Argentina, de F. I. Rickard. Examinamos paralelos entre los orígenes de la educación minera entre Coquimbo y San Juan. Y, se presenta, como un lazo más que une ambas regiones, ahora por un (futuro) túnel: simbólicamente una labor de ingeniería minera por excelencia”.
El poeta, Arturo Volantines, al presentar el libro, manifiesta: “La presente edición es un escogimiento de artículos —entre cientos— de Domingo Faustino Sarmiento. Textos mineros; recopilación mayoritaria de diarios chilenos de la época que han sido ordenados en forma temática y por su importancia para el origen, cultura y desarrollo de la minería de Atacama y Coquimbo, de Argentina y del mundo. Publicados a mediados del siglo XIX. Cotejados en los archivos del Museo y Biblioteca Casa Natal del autor, en San Juan, Argentina. Contiene, en esencia, conceptos desconocidos para muchos sobre la explotación del suelo atacameño; por lo tanto, viene a demostrar el profundo aprendizaje que adquirió sobre las minas y los trabajadores de ellas. Fue minero genuino; recorrió la zona y conoció y valoró al habitante de esta región: su idiosincrasia, cultura, hazañas y leyendas. Con esa voracidad escritural, presumíamos que había algo más que rastrojos en su escritura sobre esta región del país. Chocamos siempre con desmontes cuando buscábamos un testimonio de él, de su vida en Chañarcillo. Sin embargo, lo que encontramos, desde el punto de vista del patrimonio y de la literatura, es cuando Juan Godoy tropezó con un filón de plata. Es indudable, nadie ha escrito visión tan profunda y certera sobre los mineros de Atacama; estremecedora, lírica e inmortal. Hay muchos Sarmiento, por ejemplo, el que habla como hijo: “Y no se diga otra vez que los chilenos somos de carácter apático y poco susceptibles de entusiasmo por lo bueno…”. Un hombre de la civilización contra la barbarie. Escritor controvertido; pero, al decir de Borges, fundamental. Aquí, escribe con temperatura inigualable de un pueblo invencible: en este asunto que es tan gravitante en el ser de la nación. Quizás, sean sus mejores crónicas. Una delectación. Y beneficio inmenso para la historia del Norte Infinito”.
Rrr.pp.:
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