Laura Rojas tiene 25 años y viajó de urgencia al país africano con el objetivo de entregar contención emocional a los niños y niñas de la localidad de Guara-Guara, una zona que se vio fuertemente afectada hace unos meses por el Ciclón Eloise. En su travesía, emprendió rumbo junto a otros dos profesores de Fútbol Más, fundación que, junto a Unicef, planificó la intervención y activó sus protocolos de emergencia para ir en ayuda de los afectados por la catástrofe.
El pasado sábado 20 de febrero, la profesora de Educación Física, Laura Rojas, se encontró en el Aeropuerto de Santiago con Matías Prado y Miguel Cuevas para comenzar un largo viaje con destino a Mozambique. Entre la ropa de su maleta de viaje, lo más importante era la polera negra de Fútbol Más, con la que podría realizar sus actividades en el país africano.
Luego de casi dos días de escalas y vuelos bastante largos, Laura y sus acompañantes se instalaron en la provincia de Sofala. Y pese a la diferencia horaria y el cansancio del viaje, se lograron adaptar rápidamente al clima, la cultura y un idioma totalmente distinto al que estaban acostumbrados.
Hace poco más de un mes, la población de Mozambique había sufrido con la llegada del Ciclón Eloise, una tormenta tropical que afectó a cerca de 270 mil personas y que generó que estas tuvieran que trasladarse a distintos asentamientos. Una historia ya conocida en los y las habitantes de la región, que han vivido en más de una ocasión este tipo de catástrofes y que en 2019, con el Ciclón Idai, sufrieron su peor momento histórico y un terrible saldo de más de 600 muertos.
Por lo mismo, el trabajo de los profesionales chilenos era intenso. Un programa de emergencia con duración de tres semanas, en el que a través de las sesiones sociodeportivas, buscaría entregar un trabajo de contención para la infancia y un proceso de distracción a los momentos de ocio que vivían las comunidades en sus nuevos asentamientos cada día.
LA EXPERIENCIA EN MOZAMBIQUE
Una vez en tierras africanas, el calor y la humedad del lugar se volvieron un detalle y Laura comenzó a preparar sus labores junto al equipo de trabajo. Intervenciones a doble jornada y trabajando de lunes a sábado, con el objetivo de llegar a cerca de 3 mil niños y niñas con más de 100 talleres sociodeportivos.
“Mi llegada fue con muchas expectativas respecto al crecimiento y los desafíos. Tenía mucha ansiedad por palpar una cultura con tanto peso histórico como la de África. Por otra parte, el aprendizaje tiene mucho que ver con cómo el juego se transforma en un escenario no solo educativo, sino también de transformación social, y cómo se derriban fronteras a través del balón” comentaba en su llegada a Mozambique la trabajadora de Fútbol Más.
Sin embargo, el apoyo de emergencia en el que trabaja Laura, se venía preparando con mucha anticipación sin saber que ella sería una de las protagonistas. Esto, porque Fútbol Más y Unicef tenían preparado este mismo trabajo de contención emocional, producto de los desastres ocurridos con el Ciclón del año 2019. Estaba todo listo para comenzar en marzo y con una duración más extensa, pero la llegada de una nueva catástrofe natural, aceleró todo el proceso.
Un programa de ayuda social que se vio acelerado por circunstancias de la naturaleza. En el que quizás los mismos artífices no esperaban ser parte de un programa de emergencia, pero que, como explica Laura, “el idioma, la cultura y las condiciones del terreno pueden ser adversidades constantes, pero el juego y el fútbol son idiomas universales. Y cuando la Tarjeta Verde se incorpora al lenguaje, las comunidades siempre van a vibrar con ella”.
La Profesora Laura ya tuvo su primera experiencia internacional en Guara-Guara y ahora es reconocida por los niños y niñas residentes en cada asentamiento. Tocando su silbato y motivando a realizar las actividades, ella estará hasta el 24 de marzo en el lugar, pero el balón seguirá rodando por al menos seis meses más, en lo que quedará marcado como la primera intervención de Fundación Fútbol Más en Mozambique.