Desde hace una década, Siria está en guerra, con consecuencias catastróficas para la población. Jürgen Stryjak, corresponsal de DW en Oriente Medio, resume la situación actual en el país.
Millones de sirios no solo necesitan alimentos con urgencia, sino que además sus vidas corren peligro, porque carecen de medicamentos y, a menudo, tampoco tienen agua potable. No es nada raro que mueran de enfermedades e infecciones que, en otros muchos países, son fáciles de tratar.
Mujeres, niños, ancianos y discapacitados, los más perjudicados
Para organizaciones como las Naciones Unidas, salvar vidas en Siria es una tarea titánica. Los afectados luchan por sobrevivir, dice Marc Cutts, de la Oficina de Ayuda de Emergencia de la ONU para Siria: «A menudo son sobre todo mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidades los que más sufren. No contamos con el dinero suficiente para ofrecerles todo lo que necesitan».
Las organizaciones humanitarias deben ayudar a los sirios que encontraron un techo en los centros de refugiados en los países vecinos, pero también a personas desamparadas dentro del propio país, como Habes al Mahmoud, quien vive con su esposa y cinco hijos en un campo de refugiados en la provincia de Homs, en una zona controlada por el Gobierno. Las organizaciones suministran alimentos, pero es una realidad que no hay suficientes para todos. «Si no me levanto a las 4 de la mañana, no conseguiré nada, y entonces no tendremos nada que comer durantes todo el día», lamenta Al Mahmoud.