Uno de los barrios más pobres de La Habana fue otra vez protagonista de un suceso poco frecuente en Cuba: una protesta contra el gobierno.
El pasado fin de semana, vecinos de San Isidro, en La Habana Vieja impidieron que la policía esposara y detuviera al rapero contestatario Maykel Osorbo en un inusual desafío a las autoridades, según muestran videos publicados en redes sociales.
Decenas de personas siguieron al rapero hasta la sede Movimiento San Isidro, el grupo de jóvenes artistas al que pertenece, e iniciaron una protesta callejera en la que cantaron consignas por el cambio y en contra del presidente Miguel Díaz-Canel.
No fue el único desafío al gobierno que ha tenido lugar recientemente.
En Santiago de Cuba, decenas de personas, lideradas por el veterano opositor José Daniel Ferrer, pusieron en marcha hace un par de semanas una huelga de hambre que ha llamado la atención de diferentes personalidades, gobiernos e instituciones, incluida la Unión Europea.
La huelga ya ha sumado a 44 personas, algunas en el extranjero, según cifras de la opositora Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), en la que es vista como una de las mayores que se han realizado en la isla en las últimas décadas.
Un artículo publicado en el diario oficial Granma este martes acusó a los que se encuentran en huelga de hambre de intentar protagonizar una «farsa» y de «pretender armar un show mediático».
Sobre los jóvenes de San Isidro, la televisión cubana frecuentemente los acusa de organizar provocaciones y de estar al servicio de la «mafia anticubana» de EE.UU.
BBC Mundo conversó con Maykel Obsorbo sobre lo sucedido el domingo y la huelga de la Unpacu.
Según el cantante y activista, quien se cosió la boca el año pasado en protesta contra las autoridades, estos hechos son la muestra de que «hay cosas que están cambiando en Cuba».
Nacido en La Habana en 1983, Osorbo, cuyo nombre real es Maykel Castillo, se ha vuelto no solo un referente de la música contestataria en la isla, sino una de las voces jóvenes más críticas con el gobierno.
Su historia personal, dice, es también la muestra de lo que puede hacer el arte: se crió sin padres, solo llegó al cuarto grado, pasó por centros de reeducación de menores y luego, encontró en la música y en la lucha por los derechos humanos en su país un «motivo para seguir luchando, para viviendo».
A continuación, una síntesis de su conversación con BBC Mundo, que ha sido recortada por motivos de espacio y claridad.