La sentencia de muerte la dictó Andrea Agnelli, presidente de la Juventus, uno de los equipos fundadores, cuando dijo este miércoles: «La Superliga no procederá».
Agnelli daba por finiquitado así un proyecto que salió a la luz el pasado domingo, cuando 12 de los clubes más poderosos del fútbol mundial -Arsenal, Tottenham Hotspur, Chelsea, Manchester City, Manchester United, Liverpool, Real Madrid, FC Barcelona, Atlético de Madrid, Inter de Milán, AC Milán y Juventus- anunciaron la creación de una Superliga Europea.
El proyecto consistía en poner en marcha una competición donde 15 clubes fundadores disputarían un torneo continental anual, en el que ellos tendrían un cupo fijo y se permitiría la participación de cinco clubes más.
Pero todo estalló. Hinchas, jugadores, entrenadores e incluso políticos y hasta miembros de la realeza británica rechazaron la idea de una liga «elitista» y que, según los críticos, solo buscaba el beneficio económico.
Aleksander Čeferin, presidente de la UEFA, el órgano rector del fútbol en Europa, disparó: los 12 clubes «habían escupido en la cara del fútbol» y anunció serias sanciones contra el empeño separatista.
Los aficionados británicos salieron a las calles, en medio de la pandemia por el covid-19, para exigirles a sus clubes que no «fueran avaros», porque era claro que «el fútbol es de los hinchas«.
Y pronto comenzó el goteo de deserciones. En la mañana del miércoles ya eran nueve de 12 los clubes que habían decidido dejar el proyecto ante las reacciones que el anuncio había causado.
«Lo que querían instalar los clubes era un modelo de franquicias, que es exitoso en EE.UU., pero en Europa se maneja de otra manera», le dice a BBC Mundo Luis Fernando Restrepo, comentarista deportivo de la cadena Direct TV, que cubre la Liga Premier.
Los detractores de la Superliga le critican que el propósito es únicamente el de enriquecerse con una competición que jugarían solo los más grandes, por lo que generaría mucho dinero por ejemplo a través de grandes contratos televisivos.
«Los hinchas lograron torcer la decisión de los dueños de los clubes bajo una premisa: el fútbol es competencia; esa es la base del juego», agrega Restrepo.
Pero, ¿cuáles fueron las claves para que la Superliga, que los clubes denominaron como «un tren imparable», terminara descarrilando solo dos días después de su creación?
1. La resistencia inglesa
El fútbol moderno nació en un pub de Londres en 1863. Además, fue en la isla británica donde se formó en su esencia para después convertirse en un fenómeno global.
Y fue precisamente en Reino Unido donde se registró la mayor resistencia ante la idea de la Superliga. Apenas se dio a conocer el comunicado de los clubes fundadores, uno de los primeros en reaccionar no fue otro que el primer ministro Boris Johnson.
A Johnson le siguieron varios políticos y celebridades británicas.
El príncipe William salió del luto real por la muerte de su abuelo, el príncipe Felipe, y en su papel de presidente de la Federación Inglesa de Fútbol escribió en su cuenta de Twitter: «Comparto la preocupación de los aficionados ante la propuesta de la Superliga, ante el riesgo que conlleva de dañar este juego que tanto amamos».
Tal vez una de las voces que más resonó fue la de Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, uno de los clubes firmantes del proyecto.
«Un deporte no es deporte cuando no existe relación entre el esfuerzo y la recompensa; cuando solo se garantiza el éxito a unos pocos, a los que no les importa perder», dijo en una rueda de prensa.
Pero la indignación inundó también las canchas británicas. Los demás clubes de la Premier League rechazaron enérgicamente la salida de los llamados «seis grandes».
Este lunes, los jugadores del Leeds, en su partido frente al Liverpool -uno de los disidentes-, vistieron durante el calentamiento una camiseta que llevaban estampada la frase: «Gánatelo en la cancha. El fútbol es de los hinchas«.
Las camisetas las dejaron luego en el camerino que habían usado en su visita a Anfield, el estadio del Liverpool.
Y fueron los hinchas los que finalmente pusieron contra las cuerdas a los directivos de los clubes. Por ejemplo, el martes en Londres, miles de fanáticos se apostaron frente al estadio de Stamford Bridge para protestar por la medida.
«Vamos a salvar el juego», cantaban en coro ante la sede del disidente Chelsea.
«Eran fanáticos del Chelsea protestando en contra de su propio club. Algo que no se ve a menudo. Pero muchos decían que no era en contra del club o de los jugadores, era en contra de los dueños», anota Restrepo.
En Liverpool, grupos de seguidores del club que lleva el nombre de la ciudad pusieron carteles en los alrededores del estadio. «Debería darles vergüenza», rezaba uno de los afiches.
Finalmente, los seis equipos ingleses se bajaron del tren. De hecho, Arsenal, uno de los fundadores, pidió disculpas a los hinchas.
«Nunca fue nuestra intención causar tanto malestar. Hemos cometido un error y pedimos disculpas por ello».
2. La férrea defensa de la UEFA
Apenas se conoció la creación de esta Superliga Europea, la UEFA sacó todas las armas para luchar contra su implementación.
Una de las principales razones detrás de la creación de la Superliga era buscar mejores réditos económicos que los que actualmente otorga la Champions League, el mayor torneo continental de clubes, que es organizado por la UEFA.
Ante eso, el presidente del organismo, Aleksander Ceferin, no se ahorró críticas para describir el intento separatista de los 12 clubes.
«Le han escupido en la cara a los amantes del futbol«, fue una de sus frases.
Sin embargo, era claro que los 12 fundadores de la Superliga se habían protegido legalmente para evitar sanciones por parte de la UEFA y la FIFA. Pero hubo una carta que jugó en contra de estos clubes.
Ceferin señaló que los jugadores que fueran parte de la Superliga no podrían participar en la Eurocopa de Naciones ni en el Mundial de Fútbol.
De acuerdo a medios ingleses, varios jugadores de los 12 equipos rebeldes expresaron su preocupación ante la posibilidad de no poder disputar partidos con sus seleccionados nacionales.
De hecho, Jordan Henderson, capitán del Liverpool, convocó a una reunión con los demás capitanes de los clubes ingleses y al final escribió en su cuenta de Twitter: «No nos gusta. Y no queremos que pase. Esa es nuestra posición colectiva«.
3. La ausencia de otros grandes
Aunque queda claro que el golpe mortal a la Superliga vino de la salida en masa de los seis clubes ingleses, lo cierto es que el proyecto ya había recibido rechazos importantes que no le daban un buen augurio.
Una de las ideas primordiales de la Superliga era jugar con 15 equipos fundadores. Pero apenas 12 firmaron el acuerdo de salida.
Entre los que no estaban en la lista había un gigante que era fundamental para las ambiciones del torneo: el FC Bayern de Múnich.
Con seis títulos de Liga de Campeones en sus vitrinas y sin duda uno de los nombres más fuertes de Europa, el club alemán no aceptó estar en la fundación de la Superliga.
Y fue más allá: la consideró innecesaria.
«Nuestros socios y aficionados rechazan una Superliga. Como FC Bayern, nuestro deseo y nuestro objetivo es que los clubes europeos vivan esta maravillosa y emocionante competición de la Champions League y la desarrollen junto con la UEFA. El FC Bayern dice no a la Superliga», dijo Karl-Heinz Rummenigge, director general del club.
«La Champions League es la mejor competición de clubes del mundo», agregó.
En Alemania, contra la idea se alineó otro posible candidato: el Borussia Dortmund, que enseguida dijo que tampoco participaría.
En este panorama, se sumó otro revés, el «no» del gigante francés Paris Saint-Germain (PSG), residencia de dos estrellas superlativas como Neymar Jr. y Kylian Mbappé.
«El intento de la Superliga como tal ha muerto. Pero lo que sí es cierto es que tiene que haber una renovación en la UEFA y en especial con la Champions League», señaló Restrepo.
Y agregó: «Y también deja en claro que el poder ahora está en los hinchas, que son los que ven los partidos, los que pagan los tiquetes. Los clubes no los pueden tratar como meros clientes».
- Alejandro Millán Valencia
- BBC News Mundo