La escalada bélica entre el ejército israelí y las milicias palestinas en el territorio de Gaza sigue sembrando de muerte y destrucción el territorio.
Desde el pasado 10 de mayo, han fallecido al menos 230 personas en el territorio palestino, según informa el Ministerio de Salud de Gaza (controlado por Hamás), y 13 en el lado israelí, anunció el jueves el servicio nacional de emergencias médicas hebreo.
No fue hasta este jueves que dieron fruto los intentos de mediación de la comunidad internacional y se alcanzó un alto el fuego.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se había mostrado antes contrario a una tregua e incluso planteó la posibilidad de ocupar militarmente Gaza.
¿Sería viable para Israel? El periodista y escritor judío estadounidense Peter Beinart considera que Israel «no tiene alternativa a Hamás» en Gaza y cree que la solución debe pasar por un solo Estado compartido.
El especialista hablo de estas y otras cuestiones del conflicto de Israel y Palestina en una entrevista para la BBC que reproducimos a continuación.
¿Qué opina sobre las declaraciones del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, de no descartar la conquista del enclave palestino?
Creo que es muy poco probable que Israel haga eso porque el coste de ocupar directamente Gaza sería demasiado alto, habría un estado constante de revueltas y, francamente, los padres israelíes no querrían que sus hijos de 18 y 19 años tuvieran que hacer eso.
Israel necesitaría algún tipo de subcontratista palestino para estar realmente en el terreno en Gaza, e Israel en realidad no tiene alternativa a Hamás como para hacer eso.
Lo que creo que es abrumadoramente probable es que, al final de todo esto, de toda esta muerte, destrucción y miseria, se volvería de nuevo donde empezamos: Hamás todavía presente, controlando Gaza.
Usted ha escrito en un reciente ensayo que el presidente Biden ha ayudado a crear la actual violencia en la zona. ¿Qué quiere decir con eso?
En EE.UU., mucha gente comenta el enfoque del presidente Biden de no inmiscuirse. Aseguran que quiere centrarse en Asia y no quiere verse envuelto en el conflicto palestino-israelí, al que no le ve ningún beneficio político.
Pero lo que yo sostengo es que esto es una ilusión, no es preciso que Estados Unidos tenga una política de no intervención, es que le da a Israel US$3.800 millones en ayuda militar al año y protege a Israel en todos los foros internacionales.
De modo que cuando decimos que estamos buscando una política de este tipo, lo que realmente significa es que no estamos interviniendo en tratar de impedir el comportamiento de Israel.
Nosotros, y los palestinos e israelíes se dan cuenta de ello, estamos profundamente implicados en lo que está ocurriendo. Si se me permite sugerirlo, es un tipo de abdicación moral.
Frente a lo que usted describe como una abdicación moral, ¿qué es lo que le gustaría que hiciera su presidente y que tuviese un impacto en la actual situación?
Creo que la ayuda militar de EE.UU. no debe destinarse a cuestiones que son fundamentalmente inhumanas. El dinero estadounidense no debería destinarse a volar las casas palestinas o meter en prisión a niños palestinos.
¿Es por eso que EE.UU. afirma constantemente que Israel tiene derecho a defenderse, porque si no lo hiciese estaría potencialmente violando el derecho internacional?
Considero que EE.UU. dice que Israel tiene derecho a defenderse porque de cierto modo tiene sentido que todos los países tengan derecho a defender a sus ciudadanos.
El problema con este discurso es que ignora todo lo que Israel hace antes de que les lancen el primer cohete: la política de Israel en Gaza pone a 2 millones de personas bajo una especie de castigo colectivo porque no le gusta el hecho de que Hamás esté en el terreno.
Es una opción política, pero Israel tiene otras que serían mucho más éticas para la población de Gaza, y que, en última instancia, servirían mejor a Israel.
Porque una de las ironías es que la política de Israel en Gaza impulsa a Hamás. La política de dejar el territorio bloqueado, básicamente entre rejas, ha destruido a la clase empresarial independiente que podría haber sido una alternativa a Hamás.
De modo que sí, Israel tiene el derecho a defenderse a sí misma, pero también tenemos derecho a cuestionar nuestro apoyo a las políticas israelíes que son profundamente inmorales y que, en última instancia, creo que dañan tanto a israelíes como palestinos.
Desde hace algún tiempo, usted sostiene que la solución a esta violencia que estalla periódicamente y que, de hecho, los palestinos argumentarían que existe a diario, no es una solución de dos Estados, sino una solución de un solo Estado…
Sí, siempre fui un incansable partidario de la solución de dos Estados, un Estado judío junto a un Estado palestino en Cisjordania, pero llegué a la difícil conclusión de que simplemente ya no hay alternativa.
Si vas allí, te das cuenta de que nada que tenga que ver con el control israelí en Cisjordania parece temporal.
La más reciente escuela de medicina de Israel está ahí y está construyendo infraestructuras inmensas, es el mayor proyecto de infraestructuras de Israel desde 1967. No son solo los asentamientos en sí mismos, sino la vasta infraestructura que los rodea.
Y, además, la solución de dos Estados tampoco tiene en cuenta lo que para muchos judíos es una cuestión muy difícil, pero de la que, considero, tenemos que empezar a hablar más que lo que lo hacemos: se trata del derecho a volver a sus hogares de los palestinos que fueron expulsados por la fuerza en 1948.
En este sentido, la solución de los dos Estados, tal y como se concibe en general, no ofrece ninguna oportunidad para ello, así que opino que los judíos se han beneficiado mucho en la historia moderna del principio de igualdad ante la ley, y precisamente esa idea de igualdad ante la ley en un Estado -del tipo al que aspiramos en Estados Unidos, y creo que en Reino Unidos también- no sólo sería mejor para los palestinos, sino también para los judíos a largo plazo.
Plantear esta idea ha provocado que sea vilipendiado personalmente, ¿no es así?
Sí, pero he vivido una vida privilegiada, no soy alguien que se preocupa por este tipo de cosas. Sí, hay gente que discute conmigo, incluso cercanos a mí, es un tema que levanta mucha pasión entre los judíos.
Soy un crítico de mi comunidad, tengo una conversación difícil sobre ello con la comunidad que amo, pero lo hago desde la posición de un estadounidense que tiene el derecho de hablar libremente y no se siente violentado, así que nadie tiene que preocuparse particularmente por mí.