Una plaga de millones de ratones se ha extendido en las últimas semanas, causando graves daños a los cultivos y poniendo la salud mental de muchas personas en crisis.
«Vivir todos los días con ratones te hace sentir sucio», dice Melanie Moeris, quien vive en la provincia de Nueva Gales del Sur (NGS).
«El suelo se mueve por los ratones. Simplemente no hay forma de escapar de ellos», relata Brody Thomas Roche.
Los expertos y habitantes consideran que es la peor plaga que han enfrentado en muchos años en la región, la cual vino después de una larga sequía que ya tenía golpeada la economía local.
Pero es precisamente debido a que la sequía se terminó y hubo una pronta recuperación de las granjas que los ratones comenzaron a reproducirse masivamente, hasta generar una invasión.
Norman Moeris, granjero de Gilgandra, dice que su granero de heno fue arrasado por los ratones, dejándole pérdidas por más de US$40.000.
«Los autos, tractores, cualquier cosa en la que puedan entrar, entrarán y masticarán. Donde quiera que puedan ir, irán», dice Moeris.
El momento perfecto
Tras varios años de sequía en el suroeste de Australia, las condiciones ahora son perfectas para que los ratones prosperen.
Hay mucha comida, humedad y pocos depredadores.
«Salimos de una sequía y las cosas de repente se pusieron tan bien tan rápido. Y especies que se reproducen pronto, como como los ratones, son realmente capaces de sacar provecho de esa situación», explica Martin Murray, un agrónomo de Delungra, Nueva Gales del Sur.
«El resto del ecosistema tardará un tiempo en ponerse al día y equilibrar la situación», añade.
Los ratones pueden generar una camada de seis a diez crías en pocas semanas. En toda una temporada de reproducción, una hembra puede haber dado a luz hasta 500 roedores.
«En Australia, la mayoría de las regiones solo tienen una cosecha al año. Y que te golpee una plaga en un buen año puede ser un verdadero revés», explica Murray.
Moeris dice que este golpe los llevó al mismo punto en que estaban en medio de la sequía: «Perdí mucho dinero», se lamenta.
«Corren sobre la almohada»
Lisa Minogue, una granjera de Barmedman, dice que no hay forma de atrapar los miles de ratones que hay en su propiedad.
«Tenemos trampas en la casa, tenemos cebos colocados fuera. Pero eso solo atrapa a una parte de los ratones que andan corriendo», explica.
«Puedes estar en la cama por la noche y puedes escucharlos correr por el dormitorio. Escuchas los ruidos mientras corren sobre la almohada«.
Eso está afectando el sueño de la gente y causándoles crisis nerviosas, pues los roedores invaden las casas. Se comen la comida de los estantes de la cocina, además de que hay excremento por todas partes.
Las trampas pueden matar a cientos de ratones, pero entonces los afectados tienen que lidiar con el olor.
«Está el olor de los ratones vivos, pero también el de los muertos, pudriéndose. Simplemente es espantoso, horrible».
En ello coincide Martin Murray: «Ese es el tipo de cosas que te desgastan más que nada».
Un futuro incierto
El gobierno de Nueva Gales del Sur ha destinado un fondo de unos US$40 millones para apoyar a los granjeros que han tenido que gastar miles de dólares en trampas.
Pero no hay ayuda para compensar las pérdidas en las granjas y en la economía local.
Se espera que con la llegada del invierno austral y el aumento de depredadores eventualmente se reduzca la plaga. Pero no hay garantías.
Los ratones son hábiles para hacer madrigueras resistentes al interior de potreros, graneros u otras estructuras de las granjas.
«Trabajas duro toda tu vida, tratando de que todo siga funcionando y alimentando a todos y cuidando la tierra. Pero están acabando con todo«, se lamenta Roche.