Washington teme escasez tras el nuevo y sofisticado ciberataque del que culpa a Moscú
Karine Jean-Pierre, portavoz del presidente Joe Biden, explicó que la Casa Blanca había ofrecido «asistencia a JBS». La empresa, por su parte, notificó que «la demanda de rescate provenía de una organización criminal probablemente con sede en Rusia». «La Casa Blanca», añadió Jean-Pierre, «está comprometida directamente con el Gobierno ruso en este asunto y quiere transmitir el mensaje de que los Estados responsables no cobijen a los criminales de ‘ransomware’. El FBI está investigando el incidente y CIA se está coordinando con el FBI para ofrecer apoyo técnico a la empresa para que se recupere del ataque».
El ataque contra la cadena de alimentación llega apenas tres semanas más tarde del que paralizó el funcionamiento del oleoducto Colonial Pipeline , que fue atacado por ciberpiratas, posiblemente ubicados en Rusia. Aunque en un primer momento las autoridades negaron el pago de ningún rescate, después se filtró que la empresa que gestiona la infraestructura podría haber cedido al chantaje de los criminales. Estaba en juego recuperar el control del oleoducto, que nutre a la Costa Este con el 45% de la gasolina que consume. Los efectos fueron devastadores. Varios Estados vieron cómo sus reservas de combustible caían a números insostenibles.
La Casa Blanca insistió entonces en la necesidad de multiplicar las inversiones para remozar y asegurar unas infraestructuras amenazadas de ruina. Toca sobreponerse tanto por los ataques informáticos de potencias enemigas y mafias cibernéticas como por las insuficiencias propias tras décadas de penurias presupuestarias.