A sus 93 años, el ex cónsul sigue la crisis afgana y recuerda su heroicidad en 1975 cuando salvó a miles de vietnamitas amenazados por el Vietcong.
La Administración de Richard Nixon puso fin a esa guerra interminable. Cuando el Vietcong (el Frente Nacional de Liberación de Vietnam) lanzó su ofensiva de primavera, las grandes ciudades costeras cayeron como fichas de dominó. Saigón estaba amenazado. Los estadounidenses estaban planeando silenciosamente una evacuación total denominada ‘Operación Frequent Wind’.
Dicha operación fue activada en caso de un colapso repentino del régimen agitado de Vietnam del Sur y tan corrupto como el Estado Afgano de Ashraf Ghani medio siglo después. Según McNamara, había que sacar a todos los estadounidenses de Vietnam del Sur, pero sin alertar a sus socios vietnamitas. El riesgo sería que estos últimos, una vez acorralados, se vengasen pensando: “Si hay que morir, tú morirás con nosotros”.
Para la ciudad de Can Tho, tres helicópteros fueron asignados de forma especial a dieciocho empleados estadounidenses del consulado, incluidos agentes de USAID (Agencia de EE UU para el Desarrollo), la CIA y seis marines. Sin embargo, McNamara no lo vio así. A su superior Graham Martin, el embajador en Saigón, le respondió que se llevaría a todos.
Y como solo se habían asignado tres helicópteros a su oficina consular, Terry cambió de opinión: “Estamos al borde de un afluente del río Mekong (el Song Hau). ¿Por qué no lo había pensado antes? ¡Evacuaremos por el río!”. 110 kilómetros río abajo. Faltaba por encontrar barcos. A través de sus conexiones, McNamara desenterró dos lanchas de desembarco conocidas como Mike Boat o LCM (Landing Craft Mechanized). Los hizo atracar en Can Tho. Ambas barcazas fueron llenadas de gasolina, de alimentos y municiones.