Lewis creía que era una broma pese a que el juguete, llamado Emily, llevaba una carta en la que aseguraba que “les apuñaló hasta la muerte por cantar y divertirse”
Jonathan Lewis recibió las llaves la semana pasada y, tras mudarse, encontró un misterioso cable que no llevaba a ningún lado. Fue entonces cuando decidió hacer un agujero en la pared debajo de las escaleras, y se encontró con la muñeca y la siniestra carta.
Lewis considera que era una broma de los antiguos dueños, aunque la agencia inmobiliaria le había comentado que la cocina se construyó hace unos cinco años.