12 de los 24 jugadores de béisbol de la selección cubana aprovecharon el Mundial sub-23 de México para huir del régimen comunista. Quieren convertirse en profesionales en EE.UU., pero no todos tienen buenas chances.
El equipo nacional de béisbol de Cuba se está desintegrando: César Prieto (primero) huyó en un torneo en Estados Unidos en mayo (foto de archivo)
A menos de 150 millas náuticas de Cuba se encuentra el estadio de los Marlins de Florida, el equipo de béisbol de Miami de la máxima división estadounidense, la Major League (MLB). Quizá haya más jóvenes cubanos que sueñan con jugar allí algún día que jóvenes de Florida. Porque el béisbol es el deporte nacional indiscutible en Cuba, a diferencia de los Estados Unidos. Por ello, la isla ya ha producido varios jugadores ilustres de la MLB. Dos cubanos son considerados actualmente aspirantes al título de mejor novato de la liga.
Ahora otros doce «peloteros» están de camino a Estados Unidos para hacer carrera allí. Dejaron el equipo durante la Copa Mundial sub-23 en México y se fugaron. Han «desertado», como lo llama el régimen de La Habana.
El deporte nacional en crisis
En realidad, en La Habana se habían creado esperanzas de que la selección nacional sub-23 pudiera hacer olvidar la debacle en la clasificación olímpica: por primera vez desde que este deporte se convirtió en disciplina olímpica en Barcelona 1992, Cuba no participó en los Juegos de Tokio. Anteriormente, los cubanos habían ganado tres medallas de oro y dos de plata en cinco torneos olímpicos de béisbol.
César Prieto protagonizó una fuga de película en Florida en mayo: desde el autobús del equipo cruzó corriendo la carretera hasta un coche que le esperaba.
Pero incluso antes del primer partido de la Copa Mundial sub-23 en México, tres jugadores de entre 18 y 22 años desaparecieron del hotel del equipo. Y la primera derrota llegó en el primer partido contra México.
Un bochorno para La Habana
La Habana acusa a los que huyeron de «debilidad moral y ética». Tras la fuga de los primeros jugadores, los supervisores debían, al parecer, vigilar más estrictamente a sus deportistas: según los medios de comunicación, se les prohibió salir del hotel sin supervisión o hablar con personas ajenas a la delegación. Sin embargo, un total de doce talentos se escaparon en el transcurso de las dos semanas. El último huyó el pasado domingo, poco antes de la salida hacia La Habana.
Al menos los diezmados cubanos llegaron al partido por el tercer puesto, pero fueron derrotados por Colombia. Pero peor que la decepcionante presentación en el torneo juvenil es probablemente la pérdida de talento y su efecto para el béisbol cubano. Para el régimen de La Habana, es otro bochorno. Ya en mayo, en el torneo de clasificación olímpica de Florida, un jugador y el psicólogo del equipo se habían fugado.
Éxodo de beisbolistas cubanos
No es nuevo que los jugadores de béisbol cubanos abandonen la isla para hacer carrera en otros lugares, especialmente en Estados Unidos. El deporte había mantenido durante mucho tiempo un alto nivel en la isla, incluso después de que el régimen castrista prohibiera la liga profesional cubana en 1961. Solo cuando Cuba se empobreció aún más tras el colapso de la Unión Soviética, los países extranjeros se volvieron más atractivos para los jugadores de béisbol y el béisbol cubano comenzó a desangrarse.
No fue hasta 2015 cuando surgió una solución: el régimen cubano y la MLB acordaron una forma de permitir a los cubanos jugar en la liga profesional. «Sin el éxodo sistemático, Cuba no habría estado interesada en este acuerdo», dice Francys Romero. El periodista cubano vive en Florida, reporta para medios nacionales de Estados Unidos y escribió el libro «El sueño y la realidad: historias de la emigración del béisbol cubano». «Para Cuba, el acuerdo era una salida al éxodo. Por desgracia para ambas partes, el presidente Donald Trump prohibió el tratado en 2018», escribe Romero al ser preguntado por DW. El gobierno de Biden tampoco está haciendo ningún esfuerzo por levantar la prohibición.
«Una cuestión de supervivencia»
Después de eso, el éxodo comenzó de nuevo. Pero nunca antes tantos jugadores habían dado la espalda al país a la vez como ahora en México. Muchos comentaristas ven la razón en la creciente crisis de abastecimiento en la isla caribeña: incluso antes de la pandemia de COVID 19, el gobierno había comenzado a racionar los alimentos. Entonces, una de las fuentes de divisas más importantes del país, el turismo, decayó. El régimen reacciona a protestas con represión.
«Para muchos de los jugadores, es más una cuestión de supervivencia que una decisión deportiva», dice Romero. Los contratos millonarios con los que atraen las Grandes Ligas no están en absoluto al alcance: «Sus posibilidades no son muy grandes».
Viaje a lo desconocido
De los doce jugadores que ahora han huido, Romero cree que tal vez cinco o seis pueden tener serias esperanzas de jugar en alguna de las grandes ligas: «Los demás probablemente tendrán que abrirse camino de otra manera, posiblemente en una profesión completamente diferente».
Por el momento, no pueden regresar a Cuba. Una vez que han «desertado», se les prohíbe la entrada a su tierra natal durante al menos ocho años. El gobierno cubano rara vez permite que sus familias salgan del país. Teniendo en cuenta esto y la incertidumbre, la mitad del equipo sub23 ha decidido no huir. Pero quién sabe, dice Romero, tal vez algunos de ellos piensen que aún no ha llegado su momento.
DW (gg)