Los expertos encontraron las tumbas en la antigua ciudad de Blaundus, situada a unos 180 kilómetros al este del Mar Egeo en la actual Turquía, que fue fundada en la época de Alejandro Magno y que existió durante los períodos romano y bizantino.
Birol Can, arqueólogo de la Universidad de Uşak de Turquía y director del proyecto de excavación de Blaundus, aseguró que las tumbas estaban repletas de sarcófagos, muchos de los cuales contenían los cuerpos de varios difuntos, una pista de que las familias utilizaron estas sepulturas para enterrar a sus muertos a lo largo de muchas generaciones.
«Creemos que las cámaras de las tumbas excavadas en la roca de Blaundus, en las que hay muchos sarcófagos, se utilizaban como tumbas familiares, y que las tumbas se volvían a abrir por cada miembro de la familia fallecido, y se celebraba una ceremonia de entierro y se volvía a cerrar”, manifestó Can, citado por el sitio de noticias Live Science.
“La ciudad de Blaundus se asienta en una colina rodeada por un valle, que en realidad es un ramal de los vastos cañones de Uşak, uno de los sistemas de cañones más largos del mundo”, detalló Can.
Según el experto, los habitantes de Blaundus construyeron la necrópolis en las laderas del cañón. “Debido a la naturaleza rocosa de las laderas que rodean la ciudad, la técnica de enterramiento preferida eran, las tumbas en forma de cámara excavadas en la roca sólida”, dijo.
Aunque los arqueólogos conocían el cementerio desde hace más de 150 años, nunca habían realizado una excavación en Blaundus. Por esta razón, el equipo liderado por Can comenzó el proyecto de exploración en 2018, con el objetivo de documentar las ruinas y preparar los planes de conservación.
La técnica de las pinturas murales que cubren las paredes, bóvedas y techos de las tumbas, y el estilo de las escenas de naturaleza y figurativas representadas en ellas muestran características romanas (Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundus/)
Hasta el momento, Can y su equipo han identificado dos templos, un teatro, un baño público, un gimnasio, una basílica, distintos tramos de murallas, una puerta, acueductos, un santuario dedicado a un antiguo héroe griego o romano conocido como ‘heroon’, y las tumbas de cámara excavadas en la roca. “Aparte de todo esto, sabemos que hay muchas estructuras religiosas, públicas y civiles que siguen bajo el subsuelo”, reveló Can.
Al desenterrar una de las tumbas de cámara excavadas en la roca, en 2018, los arqueólogos encontraron huesos humanos que databan de los siglos II a III d.C. Por esta razón, decidieron centrarse en el cementerio en 2021. “Como resultado del trabajo, que ha sido peligroso en múltiples ocasiones, se ha completado la documentación de aproximadamente 400 tumbas de cámara excavadas en la roca que se pueden observar desde la superficie”, indicó Can.
Sin embargo, la necrópolis era un punto muy buscado por los ladrones de tumbas, que las destruían mientras robaban diversas joyas preciosas y otros artefactos a lo largo de los siglos. A pesar de los daños, los arqueólogos pudieron encontrar muchos indicios de que los individuos fallecidos son de la época romana.
Por ejemplo, los investigadores hallaron fragmentos de cerámica y monedas que indican que los sepulcros datan de los siglos II a IV d.C., durante la época romana. “Además, la técnica de las pinturas murales que cubren las paredes, bóvedas y techos de las tumbas, y el estilo de las escenas de naturaleza y figurativas representadas en ellas muestran características romanas”, dijo Can.
El equipo de arqueólogos turco encontró diferentes tipos de tumbas de cámara excavadas en la roca, incluyendo algunas de una sola habitación, así como «estructuras complejas formadas por la disposición de varios aposentos uno tras otro».
“Estos espacios no se crearon de una sola vez. Por las huellas en las paredes, se entiende que las tumbas fueron diseñadas originalmente como una sola habitación. Sin embargo, con el tiempo, cuando no había lugar para el enterramiento en este único habitáculo, la sala se amplió hacia el interior y se añadieron la segunda, la tercera y luego la cuarta”, manifestó Can.
El experto aseguró que algunas tumbas aún conservaban diversos objetos que probablemente estaban destinados a ayudar al difunto en la otra vida. Estos elementos funerarios incluían espejos, diademas, anillos, brazaletes, horquillas, instrumentos médicos, cinturones, vasos y lámparas de aceite, que explican diferentes detalles sobre las personas enterradas en las tumbas, como su sexo, ocupación, hábitos y fecha de muerte.
Pinturas hermosas
Los techos y las paredes de las cámaras funerarias estaban decorados con coloridas e intrincadas pinturas. Y aunque muchas se han deteriorado con el paso de los milenios, los murales de 24 de sepulcros todavía son visibles, pero están en mal estado. “Algunas de estas tumbas fueron utilizadas como refugios para animales por los pastores hace mucho tiempo”, dijo Can.
“Los frescos estaban cubiertos por una capa de hollín densa y negra debido a los incendios que se producían en aquella época”, detalló el experto.
Sin embargo, el equipo de restauración y conservación pudo limpiar algunas de las pinturas, que revelaron las vibrantes escenas florales, geométricas y figurativas pintadas en las paredes. “Las vides, las flores de varios colores, las coronas, las guirnaldas y los paneles geométricos son los motivos más utilizados. Además de estos, se incluyen en los amplios paneles figuras mitológicas como Hermes (Mercurio), Eros (Cupido) y Medusa, Además de animales como pájaros y perros“, anunció Can.
El investigador y su equipo todavía tienen cientos de tumbas más por excavar. “Todas las pinturas murales serán reveladas con las excavaciones que se harán en los próximos años en la necrópolis”, señaló.
Can detalló que también tiene previsto realizar estudios químicos y de ADN para averiguar la ascendencia de los difuntos, así como su sexo, edad y hábitos alimenticios. Mientras tanto, Blaundus está abierto a los turistas, y a medida que las excavaciones revelen más detalles únicos de la ciudad, el investigador espera proteger los nuevos hallazgos para poder compartirlos con el mundo.
Fuente: LA NACIÓN