El propietario y fundador de los jardines de Saint Adrien, un popular jardín botánico en Francia situado en una cantera medieval, ha sido acusado de asesinato. Se prevé que la sentencia se conozca el viernes 17 de diciembre, pero en cualquier caso, el sueño de Daniel Malgouyres, de 72 años, de crear en la campiña francesa un refugio idílico lejos de París se ha hecho añicos.
Los hechos por los que se le acusa ocurrieron durante la noche del 5 de octubre de 2017, cuando la Policía acudió a la magnífica propiedad de cuatro hectáreas en la que vivía junto a su mujer cerca de Montpellier, situada entre palmeras, pinos y almendros y que cada año era destino de miles de turistas. Al llegar, los agentes se encontraron frente a la escena de un crimen: Daniel Malgouyres, sin camisa, estaba cubierto de sangre de la cabeza a los pies y su mujer, Françoise, en estado de shock tras ser golpeada por uno de los dos delincuentes que habían entrado en su casa. Ese consiguió huir pero el otro estaba muerto. Su marido le había asesinado de un disparo de escopeta a menos de 10 centímetros de distancia y aseguraba que había sido en defensa propia.
Al día siguiente los investigadores encontraron el pasamontañas del ladrón que había conseguido huir, Richard Bruno, que gracias a las pruebas de ADN fue detenido 12 días más tarde en Perpiñán. En ese momento, el detenido dio una nueva versión de los hechos. Al parecer, el golpe había sido maquinado por el dueño de la propiedad, Daniel Malgouyres,que les había contratado para asustar a su esposa (de la que estaba a punto de divorciarse) y robar 100.000 euros en efectivo que había en una caja fuerte de la que sólo ella conocía la combinación.
Este escenario que recuerda al de la película ‘Fargo’ pero tuvo lugar en Montpellier cambió por completo porque, según la acusación, Malgouyres se puso nervioso y terminó disparando al delincuente que él mismo había contratado para asaltar su propia casa.
En el juicio que tiene lugar lugar en los juzgados de Montpellier se ha declarado inocente, pero su mujer le acusa de lo ocurrido. Y es que esa noche la única que recibió golpes de los atracadores fue, extrañamente, ella, mientras él resultó ileso. Según se ha podido saber, al parecer, Daniel decidió urdir este plan porque mantenía un romance con Yolanda, una guía venezolana, pero le aterraba la posibilidad de divorciarse porque sabía que con ello perdería, al menos, la mitad de los jardines de Saint Adrien.
Los jardines eran un lugar encantador, diseñado y cuidado durante décadas por Daniel y su esposa que finalmente se convirtió en un obstáculo en su separación. Y, aunque los franceses que visitaron los jardines no lo sabían, caminaban desde hace tiempo sobre cientos de miles de euros en efectivo, ya que, según se ha podido saber ahora, Daniel también tenía enterrados bajo las palmeras y los setos jarrones llenos de dinero en efectivo para no tener que rendir cuentas ni a su esposa ni a Hacienda.