El pulso se da «cada 18,18 minutos, como relojería», indicó la astrofísica Natasha Hurley-Walker, quien dirigió la investigación tras el descubrimiento del alumno, usando un potente telescopio en el interior de Australia. Existen otros objetos en el universo que se encienden y apagan, como los pulsares, pero Hurley-Walker señaló que la frecuencia de 18,18 minutos es algo que nunca antes se ha observado.
El equipo investigador trabaja ahora en entender lo que han encontrado «porque no hay nada conocido en el cielo que haga eso». Revisando datos recopilados por años, pudieron establecer algunos hechos: el objeto se encuentra a unos 4.000 años luz de la Tierra, es increíblemente brillante y tiene un campo magnético sumamente fuerte.
«Si haces toda la matemática, vas a encontrar que no debería tener suficiente energía para producir estas ondas radiomagnéticas cada 20 minutos», indicó Hurley-Walker. En cuanto a si la poderosa y consistente señal radiomagnética pudiera ser enviada por otra forma de vida, Hurley-Walker admitió que «estaba preocupada de que fueran extraterrestres».
Pero el equipo investigador pudo observar la señal en una variedad de frecuencias. «Eso significa que debe ser un proceso natural, esta no es una señal artificial», explicó. El próximo paso para los investigadores es buscar más objetos extraños como éste en el universo. «Más detecciones le dirán a los astrónomos si esto fue un evento aislado o una vasta población nueva que no habíamos notado», sostuvo Hurley-Walker.
Otro hallazgo asombroso
A través del radiotelescopio ultrasensible MeerKat, situado en Sudáfrica, se reveló otra imagen sin precedentes del turbulento corazón de la Vía Láctea: casi 1.000 misteriosos filamentos, inexplicablemente colgados en el espacio.
Aunque la existencia de los desconcertantes y largos hilos unidimensionales (o filamentos) magnéticos -que se componen de electrones de rayos cósmicos que giran en el campo magnético a una velocidad cercana a la de la luz- alrededor del centro de nuestra galaxia ya había sido descubierta hace 35 años, su origen sigue siendo un misterio sin resolver desde entonces. Ahora, estas nuevas observaciones podrían cambiar lo que actualmente sabemos sobre ellos.
Como informa el estudio, disponible en línea y aceptado para su publicación en The Astrophysical Journal Letters, las nuevas observaciones de radio revelan que los astrónomos solo han observado una pequeña fracción de estos filamentos: hay al menos 10 veces más de los que se conocían hasta ahora, lo que eleva el número total a casi 1.000 de estos filamentos cósmicos de 150 años luz de longitud.
Esto ha permitido a Farhad Yusef-Zadeh, autor principal del artículo y descubridor original de los filamentos en la década de 1980, y a su equipo realizar estudios estadísticos en una amplia población de filamentos por primera vez. Esta información podría ayudarles a desentrañar finalmente el viejo misterio.
Fuente: Forbes