En las próximas semanas, el telescopio espacial James Webb podrá observar por primera vez las condiciones de una “superTierra” situada a 50 años luz de distancia, y la NASA se está preparando para ver cosas de pesadilla.
El planeta, llamado 55 Cancri e, orbita tan cerca de “su estrella similar al Sol” que las condiciones de la superficie podrían ser literalmente como el infierno de la descripción bíblica: una dimensión en constante estado de combustión.
Los datos muestran que 55 Cancri e está a menos de 1.5 millones de millas de su estrella, 1/25 de la distancia a la que está Mercurio de nuestro sol, dice la NASA.
“Con temperaturas superficiales muy por encima del punto de fusión de los minerales típicos de formación de rocas, se cree que el lado diurno del planeta está cubierto de mares de lava”, informó la NASA el 26 de mayo.
“Imagine que la Tierra estuviera mucho, mucho más cerca del Sol. Tan cerca que un año entero durara solo unas horas. Tan cerca que la gravedad encerrara a un hemisferio en un día abrasador permanente y al otro en una oscuridad interminable. Tan cerca que los mares hierven, las rocas se derriten y las nubes hacen llover lava”.
No existe nada parecido en nuestro sistema solar, dice la NASA.
Entre las cosas que los científicos esperan descubrir es si el planeta está “bloqueado por las mareas, con un lado orientado hacia la estrella en todo momento” o si gira de manera que crearía el día y la noche.
Los primeros vistazos del telescopio espacial Spitzer de la NASA, menos potente, muestran que algo misterioso está ocurriendo en 55 Cancri e, porque el punto más caliente no es la parte que mira directamente a su estrella.
Una teoría es que el planeta tiene “una atmósfera dinámica que mueve el calor”, dice la NASA.
Otra idea es que 55 Cancri e gira para crear el día y la noche, pero con resultados de pesadilla.
“En este escenario, la superficie se calentaría, se fundiría e incluso se vaporizaría durante el día, formando una atmósfera muy fina que el telescopio Webb pudiera detectar”, dice la NASA.
“Por la tarde, el vapor se enfriaría y se condensaría para formar gotas de lava que volverían a llover a la superficie, volviéndose sólidas de nuevo al caer la noche”.
Se espera que el Telescopio Espacial James Webb esté plenamente operativo en “solo unas semanas” y que sus primeras observaciones se realicen a lo largo del verano, dice la NASA.
El telescopio es capaz de detectar la presencia de una atmósfera, dicen los científicos.
Su primer año se dedicará a estudiar 55 Cancri e y el planeta sin aire LHS 3844 b, para tratar de entender “la evolución de los planetas rocosos como la Tierra”, dice la NASA.
Por Mark Price
Fuente: El Nuevo Herald
Portada Artwork by NASA, ESA, CSA, Dani Player (STScI)