Recuerdo del partido más vergonzoso de los mundiales: Chile – Italia en 1962

El próximo jueves 16 de junio en curso se recuerda un año más del triunfo de Chile por 1 a 0 sobre Yugoslavia que, a la postre, le significó a la “Roja” quedarse con el tercer lugar del Mundial de Fútbol de 1962 realizado en nuestro país. Sea dicho de paso, gol anotado por el tierramarillano Eladio Díaz Rojas.

Para llegar a esta instancia, Chile dejó en el camino a Italia (2-0) y Suiza (3-1) y cayó ante Alemania Federal (0-2) en la primera fase; luego triunfó ante Rusia en octavos de final, para llegar finalmente a los cuartos de final, donde cayó ante Brasil, por 4-2, debiendo conformarse con disputar el tercer lugar ante el ya señalado elenco de Yugoslavia.

Sin embargo, en este camino, el cuadro nacional escribió uno de los episodios más tristemente recordados en el concierto de los mundiales de fútbol: jugó el más violento partido que se tenga memoria ante Italia, el cual resultó con dos expulsados, un gancho de izquierda a un italiano, una nariz rota, y dos jugadores lesionados, quienes debieron ser retirados en camilla desde el campo de juego. Es que … «El campo deportivo fue casi una batalla campal” explicó la propia FIFA en uno de sus informes sobre aquel partido.

Pero, para entender el clima bélico que enmarcó este simple partido de fútbol hay que circunscribirse en el tiempo hasta antes de comenzado el certamen mundial, cuando los periodistas italianos Antonio Ghirelli y Corrado Pizzinelli escribieron una nota para el periódico “Il Resto del Carlino” de Bolonia hablando sobre la precaria situación de Santiago de Chile. El titular traducido al español era: “Santiago, el confín del mundo: La infinita tristeza de la capital chilena”. Allí lo describen como “el símbolo triste de uno de los países subdesarrollados del mundo y afligido por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria… Bajo estos aspectos Chile es terrible y Santiago su más doliente expresión”. Nada dijeron que poco más de un año antes, nuestro país había sufrido el más fuerte terremoto que, hasta entonces, se tenía antecedentes, dejando al país sumido en tristeza, dolor y destrucción.

Obviamente, esta descripción crispó los ánimos en las huestes chilenas que prometieron vengarse en la cancha de la afronta que habían sido señalados por parte de unos desconocidos italianos. Dicho de otra forma, la selección “azurra” pagó los platos rotos por los exabruptos periodísticos de unos compatriotas.

El partido más violento de los mundiales, catalogado como “la Batalla de Santiago”, se jugó entre Chile e Italia el 2 de junio de 1962, en el Estadio Nacional, abarrotado con más de 66 mil espectadores, cuyas extremas acciones antideportivas tuvieron como corolario la necesidad de inventar por parte de la FIFA las tarjetas amarilla y roja para el balompié. El cotejo fue dirigido por el árbitro inglés Kenneth Aston, acostumbrado al fútbol de contacto.

EL PARTIDO

Los Azurri, que incluían en sus filas a grandes estrellas como Trapattoni y Sívori y Gianni Rivas, no habían pasado del empate sin goles frente a la Alemania Federal, otra de las favoritas, y necesitaban el triunfo ante Chile para no perder parte de sus opciones de pasar a la fase siguiente.

La jugada que desencadenó las hostilidades ocurrió a los 7 minutos de iniciado el choque y tuvo como trágicos protagonistas a Giorgio Ferrini y Honorino Landa. El defensa transalpino entró con furia desmedida y aunque en aquel entonces todavía no se usaban las tarjetas, Aston le indicó el camino de los vestuarios, decisión que el centrocampista del Torino no acató: se negó a abandonar el terreno de juego y tuvo que ser sacado casi a rastras por unidades del cuerpo de carabineros. Fue la primera de las cuatro ocasiones en la que los policías chilenos se vieron obligados a entrar en el césped ante los aullidos de una grada cada vez más enfervorecida.

EL PUÑETAZO DE LEONEL

La segunda jugada polémica se produjo en el minuto 38, todavía con empate a cero en el marcador, y en esta ocasión enfrentó a Leonel Sánchez, delantero que se coronaría como uno de los cuatro goleadores del mundial, y al defensa Mario David, entonces en las filas del AC Milán.

Sánchez, era hijo del conocido campeón de boxeo Juan Sánchez, logró marcharse por la banda izquierda, donde fue derribado por David, en una fea entrada. Con el chileno todavía en el suelo, el italiano continuó golpeándolo hasta que éste se levantó y le propinó un fuerte izquierdazo en la nariz.

El guardalineas que corría por esa banda los separó y permitió que ambos continuaran en el campo. Tres minutos más tarde, y en medio de un ataque chileno, David lanzó una segunda patada contra el pecho de Sánchez que quedó tendido en la hierba. Esta vez volvieron a tener que intervenir los carabineros chilenos para llevar al defensa a los vestuarios, tras ser expulsado.

LA MÁS VERGONZOSA EXHIBICIÓN DE FÚTBOL

No fue la última. Los incidentes se sucedieron hasta hacer del partido «la más estúpida, horrible, repugnante y vergonzosa exhibición de fútbol de la historia», según palabras del comentarista de la BBC británica David Coleman.

El partido acabó con la victoria de Chile por 2-0 y trajo consecuencias y cambios en el fútbol mundial, al implementarse el uso de tarjetas amarillas y rojas para controlar las faltas, una norma que se comenzó a aplicar en el mundial de Inglaterra 1966. También introdujo los banderines para los jueces de línea y que los jueces vistieran de riguroso negro.

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