Banco Central comunica significativa intervención cambiaria por US$25.000 millones

En una nueva semana de alta volatilidad para el dólar —donde llegó a escalar hasta un máximo de $1.050 (más de 8% semanal)—, el Banco Central anunció ayer un programa de intervención cambiaria a ejecutarse entre el 18 de julio y el 30 de septiembre de 2022 por un monto de US$25.000 millones, una cantidad superior a la intervención hecha en noviembre de 2019 (US$20.000 millones).

La intervención se da en un contexto donde la paridad había subido por sobre su valor coherente con la evolución de sus determinantes subyacentes (fortalecimiento global de la divisa, desplome del precio del cobre), aun considerando la elevada incertidumbre económica y política interna. De acuerdo con nuestras estimaciones, hasta antes de la intervención, el valor del tipo de cambio coherente con sus fundamentales se ubicaba en torno a los $950. Así, los movimientos en los últimos días fueron “de una intensidad y volatilidad inusualmente altas”, según palabras del propio Banco Central, que implicaron un desalineamiento cercano al 10%.

La inyección de liquidez en moneda extranjera y los instrumentos de cobertura anunciados ayer no sólo cortarán el “momentum” que traía el mercado cambiario —movimiento de alta frecuencia retroalimentado por expectativas, en un contexto de baja liquidez—, sino que darán una señal clara de conducción económica, luego de las señales de poca coordinación entre el Gobierno y el Banco Central de los últimos días.

En respuesta al anuncio, el tipo de cambio inició la jornada de hoy con una caída de 7% hasta $980, a pesar de un nuevo descenso en el precio del cobre (-1%). Hacia delante, conforme el mercado se ajusta, la tendencia a la baja del tipo de cambio podría continuar.

TPM alcanza nuevo máximo de 9,75%

En la Reunión de Política Monetaria del pasado miércoles, el Consejo elevó la TPM en 75 pb, hasta 9,75%, un movimiento que, si bien fue algo superior que lo esperado por el consenso, estaba dentro del rango de posibilidades. Las presiones inflacionarias de corto plazo, derivadas de la alta volatilidad de la moneda, el mayor impulso fiscal con la aprobación del bono invierno y expectativas inflacionarias por sobre la meta, fueron los principales factores detrás de esta decisión.

Más allá del aumento —que mantiene el ritmo de alzas de la RPM anterior—, se destaca el cambio de tono del comunicado hacia uno altamente hawkish, al advertir que en el futuro serán necesarias nuevas alzas de la TPM para converger hacia la meta de inflación. En respuesta, las tasas swap que ya venían con una tendencia creciente siguieron elevándose entre 50 y 100 pb semanales para el plazo inferior a 2 años, sugiriendo una tasa máxima superior al 11,5% a fines de año.

No obstante, estimamos que estas subidas serán más acotadas en el futuro. Primero, la creciente probabilidad de una recesión económica a nivel global y la caída del precio del cobre harán caer la demanda interna. Segundo, la caída de los precios de las materias primas a nivel internacional, la menor actividad local y el propio anuncio de intervención cambiaria son todos elementos a favor de menores presiones inflacionarias. Por lo mismo, las alzas de tasas previstas para las siguientes reuniones podrían ser menores que las consideradas por el mercado.

Sorpresa inflacionaria en EE.UU. neutraliza parcialmente visión de una Fed más dovish

El dato de IPC de junio de EE.UU. resultó mayor a lo previsto (1,3% m/m vs 1,1% esperado), llevando la medida anual a un nuevo máximo por sobre el 9% (8,6% previo). Sumado a ello, la lectura de la inflación subyacente también mostró persistencia en torno al 6% en 12 meses (0,7% m/m vs 0,5% esperado), lo cual se espera sea considerado en la próxima reunión de la Fed (27-Jul) como un factor relevante para mantener una postura agresiva y volver a incrementar la tasa de referencia en al menos 75pb. Con todo, la probabilidad de una recesión se mantiene elevada —esta semana el FMI volvió a recortar la proyección de crecimiento de este país para este año, desde 2,9% a 2,3%, alertando que sería cada vez más desafiante evitar una recesión— lo cual podría atemperar futuros movimientos de la tasa de los fondos federales, e incluso dar pie a recortes el próximo año.

Los mercados bursátiles reaccionaron al dato de IPC con caídas generalizadas (MSCI global: -3,2%), un dólar global más fortalecido (DXY: 108 puntos) y un retroceso de más de 15 pb en las tasas de interés de largo plazo de las principales economías.

En la Zona Euro, si bien las cifras de producción industrial de mayo mostraron una recuperación (1,6% a/a vs -2,5% previo), la incertidumbre aún domina el sentimiento de los mercados, tal como lo demostró la encuesta de expectativas ZEW, la cual cayó en julio a niveles mínimos desde 2011 (-51,1 vs -28 previo). Por su parte, en China las cifras del comercio exterior correspondientes a junio dieron señales mixtas (exportaciones: 17,9% vs 12,5% esperado; importaciones: 1,0% vs 4,0% esperado, mientras que el PIB se contrae en el segundo trimestre del año por sobre lo esperado (-2,6% t/t desestacionalizado vs -2,0% Bloomberg), en medio de los rebrotes de contagios que hacen temer nuevas restricciones.

Ante todo esto, los precios de commodities siguen en picada, donde la energía ha mostrado el mayor retroceso (GSCI energía: -8,2%), mientras que el indicador agrícola y el de metales, lo hacen en -6,5%. Así, las materias primas durante la semana muestran caídas de -7% en el cobre, -6% petróleo WTI; al tiempo que en alimentos el maíz se contrae -3% y el trigo -12,9%.

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