Garavito apodado la «bestia» habría asesinado a más de 170 niños en Colombia.

Una de las historias más difíciles que padeció el pueblo colombiano en los años 90 fue la cadena de crímenes contra menores de edad que cometió Luis Alfredo Garavito. Según la fiscalía, el apodado “La Bestia” habría asesinado más de 170 menores, aunque él mismo confesó quitarle la vida a más de 200 personas.

“Pido perdón a Dios, a ustedes y a todos aquellos quienes yo haya hecho sufrir” dijo Garavito al iniciar su confesión en medio de desgarradoras descripciones de los más aterradores crímenes jamás escuchados por la justicia colombiana.

“Yo soy responsable de la muerte de 140 niños”, comentó en esa oportunidad ante el tribunal que lo enjuiciaba por la muerte de 172 menores de edad en 2001.

Sin embargo, en sus propias palabras en algunas entrevistas ha dicho que la cifra pudo fácilmente sobrepasar los 200 pues asesinó adultos, y se cree que además cometió delitos similares en Ecuador y Venezuela.

Las coincidencias a la hora de matar

El sujeto confesó que todo inició en 1992, y que su modus operandi era casi siempre el mismo. Las similitudes con varios asesinos en serie confirman la teoría de la premeditación, pues tanto Dahmer como Garavito seleccionaban a sus víctimas.

Todo empezaba con charlas amigables y convincentes que terminaban por arrastrar a los jóvenes indefensos a lugares donde se les facilitaba a los asesinos cometer sus fechorías.

A diferencia de Dahmer, Garavito actuaba muy cerca a las escuelas de pueblos rurales donde la proximidad del campo le permitía llevar a niños dentro de la vegetación a punta de engaños.

En el lugar los amarraba y los torturaba, según declaró el propio Garavito a la fiscalía.

Los documentos de los crímenes narran señales de abusos sexuales, decapitaciones y diversas mutilaciones, entre otros detalles tenebrosos donde terminaban muertos los menores sin la más mínima posibilidad de escapar.

La obsesión de Garavito y su cadena de terror se dio a lo largo de casi 7 años por todo el territorio nacional , el sujeto tuvo tiempo de pasarse de una región a otra sin ser detectado por las autoridades, 13 departamentos para ser exactos.

Garavito incluso llevaba un diario de sus horrendos crímenes y ha comentado en entrevistas que él jamás enterró a las criaturas.

“Les preguntaba el nombre, les regalaba dulces, los invitaba a caminar”, dijo Garavito a los agentes cuando le preguntaron cómo perpetraba los asesinatos.

El anzuelo casi siempre funcionó , y a medida que se encontraba más solo y alejado de la sociedad con su víctima, se transformaba en un ser despiadado.

Según el informe oficial de la fiscalía, Garavito empezó a andar por las escuelas vecinas a su casa en el departamento del Cauca.

“Yo sentía un impulso, nunca planeé un hecho así. Todo sucedía de repente”, comentó en declaraciones a la autoridad.

Los reportes de la fiscalía además señalan que Garavito se escudaba en el alcohol mientras entraba en una fase de locura, similar a Jeff Dahmer, quien también bebía y consumía sustancias ilícitas.

Garavito fungía como una especie de domador sobre sus víctimas, los amarraba para poderles tocar sus cuerpos, lo que le producía cierto placer.

En situaciones parecidas, Dahmer también sometía a sus víctimas, los amenazaba con cuchillos y los indefensos quedaban prácticamente a su servicio.

El pasado no perdona

La mayoría de los casos de asesinos en serie documentados a través de la historia no solo en Latinoamérica , sino en Estados Unidos y Europa tienden a traer consigo el reflejo de una niñez perturbada por violencia intrafamiliar.

Algunos fueron abandonados por sus padres, mientras otros, como en el caso de Dahmer, vivieron en un hogar donde la madre y el padre se agredían verbalmente de manera constante, lo que terminó ocasionando su separación.

El caso de Garavito Cubillos no es muy lejano a ese cuadro de violencia doméstica. Era el mayor de 7 hermanos y pasó su niñez al lado de sus progenitores, Manuel Antonio y Rosa Delia. Según la propia descripción de “la Bestia”, su padre lo golpeaba sin piedad cuando todavía era muy niño.

Garavito, quien pasó por dos hospitales psiquiátricos, cuenta que su padre abusó de él desde muy joven.

¿Libertad para Garavito?

Aunque para muchos suene descabellada la posibilidad de que un criminal como Garavito recupere la libertad, en 2021 la justicia colombiana recibió una petición que paralizó al país.

Una carta del puño y letra de funcionarios del Inpec (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) pedía considerar la libertad condicional para “La Bestia”.

“Con el debido respeto a su despacho me dirijo a remitir la documentación del señor Garavito Cubillos, Luis Alfredo, dando cumplimiento a las órdenes impartidas por parte de la Dirección Regional Norte del Inpec, para que se estudie y verifique por parte de su despacho lo concerniente a la concesión o no del subrogado de libertad condicional en favor del referenciado”, acota el documento.

César Fernando Caraballo, exdirector de la Penitenciaria de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, firmó esa carta, lo que ocasionó el repudio público que incluyó una misiva condenatoria del propio presidente de ese entonces, Iván Duque.

“Esa bestia es un bandido, un delincuente. Es una rata apestosa que no ha hecho sino producirle daño a niños en nuestro país. Y el destino de ese delincuente es seguir en la cárcel”, dijo Duque.

Según su propia confesión, Garavito cometió los actos más de 140 veces, aunque la justicia dictaminó su sentencia basada en evidencia de más de 170 crímenes cometidos en Risaralda, Caldas, Antioquia, Cundinamarca, Valle, Cauca, Nariño, Putumayo, Boyacá, Meta, Casanare, Guaviare y Quindio.

El 22 de abril de 1999 se puso fin a su ola de terror, Garavito fue capturado por la policía cuando se disponía a asesinar a otro niño en una zona rural de la ciudad de Villavicencio.

Garavito, además, fue pedido en extradición por Ecuador acusado de asesinar a otros cuatro menores en su territorio.

En 2001, Garavito Cubillos recibió la condena más alta de la que se tenga registro en Colombia. “La Bestia”fue sentenciado a 1853 años y 9 días de cárcel. La misma posteriormente fue conmutada a 40 años por su colaboración en la identificación de otros asesinos en serie.

Cumplidos 20 años de condena, Garavito recibió rebaja de pena por buen comportamiento , y por algunos estudios que realizó estando preso.

Gracias a un pronto accionar de la fiscalía, en 2018 se impidió su puesta en libertad.

Garavito, de 65 años, cumple su condena en un pabellón de máxima seguridad de la cárcel La Tramacúa, de Valledupar. Medios locales informaron en 2020 que padece leucemia, por lo que el sujeto tuvo que ser llevado de urgencias al hospital local.

Hasta el día de hoy Garavito habla con naturalidad sobre sus crímenes, y no se palpa el más mínimo sentimiento de arrepentimiento, sus respuestas son calculadas, frívolas y directas.

Fuente: INDEPENDENT

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