- Partido de la final de la Copa Chile jugado en el estadio El Teniente de Rancagua.
La Academia, recién ascendida a primera división, se impuso después de ocho lanzamientos que pusieron el colofón a una fiesta del fútbol, con dos aficiones entregadas y respetuosas, que sin incidentes llenaron de color el estadio El Teniente de Rancagua.
Sobre el césped salieron dos equipos con estilos distintos: Magallanes, fiel al que le llevó a proclamarse campeón de la segunda división, construyendo desde atrás, tocando a base de paredes en el centro del campo y dos estiletes en banda con un 4-3-3 muy claro.
Y la Unión Española bien arropada atrás, firme en defensa, sólida en el círculo central y rápida en el contraataque, su única arma.
En el campo de juego, los hispanos, más experimentados, estaban tranquilos; y la Academia se veía muy ansiosa, lo que llevó a sus jugadores a un par de entradas duras que el árbitro cortó de raíz.
Roberto Tobar, una figura del arbitraje chileno, juez en finales de Libertadores y Sudamericana, no quiso que el último partido de su carrera se le escapara de las manos y zanjó la situación con dos amarillas para los blanquiazules en los dos primeros minutos.
En el minuto 31, un error en la entrega en el círculo central de Vásquez, el timón de Magallanes, cambió el partido.
La pelota la recuperó Rabello, el jugador del Sevilla, que lanzó en profundidad para que el argentino Leandro Garate lograra el 1-0 de Unión Española.
La segunda parte comenzó con la misma tónica, Magallanes mejor plantado, pero sin contundencia y claridad en los tramos finales.
Sin embargo, Magallanes empató 1-1 en una jugada ensayada gracias a un cabezazo de Felipe Espinoza, que a los 63 hizo justicia en el marcador.
Diez minutos más tarde Felipe Flores, con mucha calidad, picó de cabeza lejos de Pinto y anotó el 1-2 a favor de Magallanes.
Un guardameta que salvó a su equipo en el 94 de una derrota que habría sido cruel al sacar con la punta del botín un balón filtrado al punto de penalti para Sebastián Yáñez, quien hoy no tuvo uno de sus días más acertados.
Desde los once metros, la suerte fue para Magallanes, tocado esta temporada por una varita, y coronó el fútbol de toque y combinación en un país donde la norma es el contacto, la fuerza y el estilo directo.
Fuente: Agencia EFE