Crudo análisis del rendimiento de Deportes Copiapó, tras su cuarta derrota consecutiva

Este fin de semana se jugó la cuarta fecha del campeonato de primera división del fútbol chileno y Deportes Copiapó -debutante en esta serie- sufrió su cuarta caída consecutiva, quedando relegado en solitario al último lugar de la tabla de colocaciones.

Los hechos, la historia y las estadísticas han demostrado que todos aquellos equipos que empiezan mal el campeonato y no consiguen puntos en los primeros cinco cotejos ya no remontan y, en consecuencia, bajan a la Primera B. Le pasó a Santiago Wanderers y Deportes La Serena en las últimas temporadas. Si el tema no se remedia a partir de la próxima fecha, después será tarde, porque todos consiguen puntos, mientras Deportes Copiapó se queda atrás, porque no juega A NADA.

Efectivamente, no se nota un juego sincronizado, ni se ve el famoso “trabajo de la semana” al que acuden los técnicos para justificar la improductividad en la cancha. El único recurso que muestra el equipo albirrojo es el centro al área buscando la cabeza de Isaac Diaz o de “Manú” López cuando está en cancha. No se observa, hasta ahora, un juego sincronizado de equipo.

Lo han dicho en todas las transmisiones televisivas: la defensa copiapina es la peor del torneo, sin anticipación, sin marca fuerte, sin personalidad, sin una coordinación entre los centrales que juegan en línea y cuando los delanteros rivales rompen esa línea quedan solos frente al golero copiapino.

El caso del lateral Tati es patético, feble en el quite y con mala anticipación, cuyo juego se grafíca claramente con el segundo gol de Palestino. De hecho, casi todas las jugadas de gol rival han surgido por su costado. Lo curioso es que el técnico Almandoz insiste con él y cuando el equipo va perdiendo lo saca. ¿Es una táctica?… No señor, confusión se llama eso.

En consecuencia, la pregunta es ¿Por qué la obstinación del DT para no colocar a Wilson Piñones?… “La necesidad de colocar a un sub 21”, me dirán. Pamplinas, hay muchos equipos que hacen caso omiso de esta regla. Más adelante se verá. Lo importante es comenzar a estructurar un cuadro que empiece a tomar confianza para empezar a ganar.

En el mediocampo se notan demasiadas imprecisiones en la entrega, un ineficaz juego lateralizado o, peor aún, con permanentes devoluciones hacia atrás. La cancha se hace larga en ese sector, la transición es muy lenta, sin sorpresa.

Por su parte, el capitán Jorge Luna se “creyó el cuento” y, en estas cuatro fechas, no ha producido ni el cincuenta por ciento de lo que rindió en el torneo pasado. En la cancha camina, reclama por todo, genera pocos pases que rompan líneas, al punto que los delanteros deben bajar a buscar pelotas. Para colmo, se gana tarjetas amarillas tontamente y se hace expulsar, tal como ocurrió en esta cuarta fecha.

La pregunta es ¿tomará alguna determinación la directiva respecto del técnico si en la próxima fecha el cuadro atacameño no consigue sus primeros tres puntos?

Con la crítica no se trata de ser “hincha de cartón”, sino que de advertir a tiempo las consecuencias que podría traer el no despegue oportuno del equipo. Al cabo de muchas derrotas consecutivas, el trabajo semanal ya no resulta agradable, mientras que al entrar a la cancha en esas condiciones la confianza no es la misma y un gol en contra pone doblemente cuesta arriba el trabajo para cualquier equipo.

Por último, sugiero que el técnico bote el chicle antes de empezar un partido. Se ve muy mal rumiando en primer plano a través de la televisión.

Por: Sergio Zarricueta Astorga

 

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