Minimarket “Alina”: Más de 6 décadas de historia y tradición en Tierra Amarilla

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Tierra Amarilla ha sido siempre cuna de mineros esforzados que se aventuran en las profundidades de los cerros en busca de la riqueza que ha de cambiar su destino. Así ha sido desde los tiempos de los apires hasta hoy que impera la gran minería, aplicando la tecnología propia de los tiempos modernos.

Paralela a esta actividad, también crecen los servicios, especialmente el comercio que mayormente se ha centrado en la calle “Larga” antiguamente denominada “Wheelwrigth”, cuando era de tierra, hoy conocida como Miguel Lemeur, en homenaje a un reconocido religioso que aportó mucho en la acción social en favor de los más desposeídos.

Precisamente, en esta arteria, en el número 261, a la altura del paradero número 4, se ubica el Minimarket “Lina”, un antiguo establecimiento comercial con más de 60 años de historia y que hoy sigue su trayectoria en manos de Sonia Aran Miranda, hija de la visionaria y emprendedora vecina Alina Miranda Aguirre, nacida el 17 diciembre 1934 en Copiapó.

“Mi madre llegó a vivir a Tierra Amarilla en 1952. Era hija de Luz Aguirre, dueña de casa, y don Osvaldo Miranda, un empleado público del ministerio de Bienes Nacionales”, comenta de entrada Sonia, haciendo un alto en la atención de sus clientes.

Enseguida, agrega que, alrededor del año 1962, su madre empezó a trabajar en un kiosko, donde vendía confites y, al mismo tiempo, arrendaba y cambiaba revistas de historietas. “Desde esa fecha, ella empezó de a poco a incorporar productos a su kiosko, para después hacer un local más grande de venta de frutas, verduras, abarrotes y pan. Después, con el paso de los años, pudo obtener patente para venta de alcoholes que hasta la fecha sigue activa”, agrega.

Otros recuerdos sobre su progenitora afloran sin mayor esfuerzo mental por parte de su hija Sonia: “Mi madre era una mujer muy activa, pertenecía a los centros de madres del sector y también a la directiva del Centro de Padres de la escuela de la comuna, por la cual trabajó durante muchos años”.

Y como el paso del tiempo es inexorable con las personas que van acumulando años, doña Alina dejó de lado las actividades sociales y se dedicó solo a atender su negocio y a sus 3 hijas que dependían económicamente de ella, porque se había separado de su marido el año 1969.

“Mi madre era una persona muy respetuosa y de muy buen trato hacia todos, incluso muchos vecinos del lugar la alababan por hablar muy correctamente y por verse siempre muy distinguida y elegante, dentro de su modestia”, apunta con orgullo su hija Sonia.

Doña Alina atendió personalmente su negocio hasta mayo del año 2010, ya que después le sobrevinieron algunas complicaciones de salud y tuvo que obligadamente alejarse de lo que era su pasión: atender a su clientela.

Aunque falleció el 27 de junio de 2010, el recuerdo de la matriarca quedó imperecedero en la memoria de su hija y nietas, como el legado de una frase que siempre repetía en su calidad de mujer creyente en el Creador: «Hay que vivir el día, el mañana depende de la voluntad de Dios».

Doña Sonia es consciente de la responsabilidad que heredó de parte de su madre como encargada de atender de la mejor forma posible a la clientela de un almacén y botillería que es parte de la tradición comercial en Tierra Amarilla desde hace más de seis décadas. “Porque nos debemos a nuestra clientela, aquí estaremos siempre con la mejor disposición hasta que Dios diga basta”, concluyó.

 

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