- A pesar de estar poco visibilizadas, hoy en Chile operan 73 escuelas hospitalarias, dos de las cuales son sostenidas por Fundación Nuestros Hijos.
Entre ocho meses o un año escolar, dependiendo del diagnóstico, es el tiempo que se ausenta del proceso educativo un estudiante en situación de enfermedad, lo que muchas veces lleva a la frustración y posterior deserción del sistema.
Por este motivo es que hoy en Chile operan 73 escuelas dentro de diferentes hospitales, entregando educación a niños, niñas y adolescentes (NNA) que requieran continuar con sus estudios.
“Es tremendamente importante que el estudiante que se encuentra en situación de enfermedad tenga la oportunidad de dar continuidad a sus estudios, fortaleciendo así la progresión escolar compensatoria, otorgando diversas posibilidades de estudio interesantes para motivarlo así desde el acompañamiento mientras se encuentre en este proceso de enfermedad, evitando de esta manera una posible deserción escolar”, comenta la directora de Colegios Hospitalarios de Fundación Nuestros Hijos, Rita Gangale.
Cabe destacar que de los 73 colegios hospitalarios que actualmente operan en el país, dos de ellos son sostenidos por la ONG que trabaja con NNA con cáncer. Los dos establecimientos se encuentran en el Hospital Exequiel González Cortés y en el Hospital Sótero del Río. Esta última comenzó en 1999, siendo una de las primeras escuelas de este contexto reconocidas que comenzó a recibir subvención escolar por el Ministerio de Educación.
En estos dos colegios, el equipo está conformado por 22 docentes de las áreas de educación diferencial, educación básica, docentes de asignaturas como inglés, ciencias, artes y educación física, una psicóloga, estudiantes en práctica y voluntarios, así como también personal administrativo y de aseo.
Desde 1999 hasta 2022 han pasado 1.842 estudiantes por las aulas, y actualmente son 80 los matriculados en los dos colegios de la fundación.
“Es necesario visibilizar la educación hospitalaria para tener un trabajo colaborativo con todos los actores involucrados, fundamentalmente en las escuelas de origen y establecimientos educacionales a los cuales se insertan, permitiendo la validación y comprensión acerca de la importancia que presenta la educación hospitalaria compensatoria en procesos de situación de enfermedad prolongados en niños, niñas y adolescentes”, esgrime Gangale.
Principales desafíos
Desafíos de este tipo de educación hay por montones. Sin embargo, la directiva sostiene que “los principales son, por ahora, seguir entregando educación a todos los estudiantes que se encuentren en situación de enfermedad; que ningún estudiante se quede sin escolarización por encontrarse en algún tratamiento médico que le impida asistir a su colegio regular; evitar la deserción escolar en contexto hospitalario; asegurar la reinserción escolar oportuna y eficiente; y visualizar la educación hospitalaria”.
Dentro de la reinserción, Gangale indica que es importante considerar el contexto biopsicosocial del estudiante. “Debemos enfocarnos en su potencial de crecimiento para su óptimo desarrollo, que entregue a nuestros estudiantes educación significativa y de calidad, potenciando todas sus habilidades y destrezas para que puedan insertarse en sus colegios de origen con éxito”, sostiene.
Labor docente en las aulas hospitalarias
Según Gangale, los profesores y profesoras que trabajan en este contexto “tienen un compromiso único, con un arduo trabajo que requiere de empatía y flexibilidad para poder atender a cada niño como un caso individual”.
Por lo mismo, la directiva invita a los docentes a sumarse a este contexto. “Esta modalidad es poco conocida y no está inserta en los programas de las universidades, pero les aseguramos que es tremendamente importante para que los niños que más lo necesitan puedan seguir escolarizados y así mantenerse en el sistema, reinsertándose de mejor manera a la sociedad luego de su recuperación”, sentencia.