El golpe que no fue

El 26 de junio, a las 15:44 el ex presidente de Bolivia, Evo Morales, publica en su cuenta de X un mensaje denunciando que un grupo del regimiento especial Challapata se había tomado la Plaza Murillo y que se estaba preparando un golpe de Estado. El presidente Arce hace un llamado al pueblo a ‘movilizarse’ y mantener la calma.

Con un partido gobernante, el MAS, dividido entre el presidente Arce y el exmandatario, Morales, para determinar quién debe ser el próximo candidato a presidente. Un comandante que decide que el “va a restablecer la democracia y liberar a los presos políticos”, incluyendo a la expresidenta Añez y exgobernador Camacho, se desarrolla el intento.

En breve tiempo el presidente nombra al general José Wilson Sánchez, en reemplazo de Zúñiga se lo detiene y Morales publicaba nuevamente en X, su agradecimiento por las “expresiones de solidaridad y apoyo a la democracia boliviana” y que “suspendemos las movilizaciones convocadas”.

La calma se ve interrumpida por la declaración de Zúñiga “me reuní con el presidente y él me dijo que la situación está muy jodida”, continúa “entonces es necesario preparar algo para levantar mi popularidad”, seguido señala que él le pregunta si “¿sacamos los blindados?”  a lo que responde, “sacá”.

¿Qué pasaría si fuera verdad? Situación que el ex ministro del gobierno de Morales, Juan Ramón Quintana, no descarta, declara al diario argentino que “esto es una gran puesta en escena”. La credibilidad del presidente está en juego, de ser cierto, sería no sólo un problema de índole interno, sino que internacionalmente sería severamente cuestionado.

Columna de Macarena Fernández Undurraga
Abogada y académica U.Central

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