El análisis realizado por investigadores del Instituto Milenio SECOS y de diversas universidades del país, hace énfasis en que las personas y los grupos tienen preferencias distintas a la hora de acoger o no proyectos de energía renovables. El estudio apunta a que para ganar aceptabilidad social no basta con ser una iniciativa ‘verde’, si no que es necesario considerar la heterogeneidad de intereses de las personas para diseñar mejores proyectos.
Desde la ciencia se ha establecido que para disminuir los efectos del calentamiento global, es necesario reducir sustancialmente las emisiones de CO2 antropogénicas; aproximadamente un 40% para el 2030 y llegar a cero emisiones para el 2050. En este contexto, las fuentes de energía renovable, particularmente aquellas emergentes, pueden desempeñar un rol clave en acelerar la transición de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía más limpias. Estas tecnologías incluyen procesos geotérmicos mejorados, fotosíntesis artificial y energías marinas, entre otras.
En Chile, de acuerdo al Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), en el primer trimestre del 2024 la generación eléctrica en base a renovables (eólica, solar, hidráulica, biomasa, geotérmica y biogás) alcanzó un 41% del total de la energía producida en el país. De hecho, en los últimos años, el país ha realizado una serie de cambios regulatorios para aumentar la proporción de fuentes de energía renovable en su matriz energética.
Sin embargo, el desarrollo de las energías renovables en el país enfrenta desafíos significativos para su implementación , en particular en cuanto al apoyo de las comunidades. Para abordar este tema, un grupo de investigadores del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), identificaron los principales atributos que pueden obstaculizar o fomentar la aceptación social de proyectos de energías renovables en Chile. El estudio, publicado en la revista Renewable and Sustainable Energy Reviews, muestra que la aceptabilidad social no depende exclusivamente del carácter sustentable o ‘verde’ del proyecto; por el contrario, es necesario considerar que las personas tienen diferentes intereses y que también valoran otros atributos de estos proyectos. En ese sentido, entender esta heterogeneidad permite diseñar proyectos con mayor apoyo comunitario.
“En este estudio tratamos de entender cómo las personas reaccionan ante proyectos que son controversiales como son los proyectos energéticos, de minería y de grandes industrias. Desarrollamos una metodología y la aplicamos a un proyecto de energía marina, y evaluamos qué es lo que determina que las personas estén dispuestas a aceptar el proyecto. En otras palabras, elaboramos una metodología que permite conocer qué es lo hay que hacer para que un proyecto tenga una mejor recepción en la población”, explica Roberto Ponce, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo e investigador del Instituto Milenio SECOS.
Por su parte, Felipe Vásquez, economista y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo y también investigador del SECOS, señala que “los proyectos de descarbonización hoy no consideran regularmente en su evaluación la respuesta que van a tener las personas a la instalación de esas nuevas tecnologías. Todos los tipos de energía generan algún impacto económico, ambiental o social , que puede generar respuestas negativas o positivas de algún sector de la población. No porque un proyecto sea mejor para el medio ambiente, todos lo van a aceptar o aplaudir. Por eso, en esta investigación nos preguntamos si existen mecanismos, para identificar esas reacciones positivas o negativas y, cómo enfrentarlas desde la perspectiva de los tomadores de decisiones ya sean empresas o el Estado. Nuestra metodología cuantitativa identifica la aceptabilidad social de este tipo de proyectos basado en sus distintos atributos”, explica Vásquez.
La importancia de considerar las distintas realidades y preferencias
Para desarrollar este método, los académicos primero revisaron la literatura existente sobre los atributos que explican la aceptación social de grandes proyectos controversiales en otros países. A partir de esta revisión, identificaron cinco atributos para evaluar el desarrollo de proyectos de energía marina: tecnológicos, ecológicos, socioeconómicos (empleo y turismo), de copropiedad y de justicia distributiva, que abarca la potencial compensación económica y la reducción de gastos en energía. Posteriormente, se realizaron encuestas a 480 personas mayores de 18 años en regiones del centro y sur del país, a través de la empresa IPSOS.
Los dos temas más importantes para las personas encuestadas fueron el impacto ecológico y la producción de energía. Estos resultados coinciden con los registrados en proyectos de energía eólica, solar, hidroeléctrica y mareomotriz. A su vez, la creación de empleo y la compensación económica individual son algunos de los factores que también influyen positivamente en la aceptación social, aunque no fueron tan relevantes como los dos primeros atributos mencionados.
Sin embargo, el resultado más importante del estudio es que las preferencias de las personas son heterogéneas y que no considerar esa heterogeneidad, puede generar un rechazo al proyecto de una parte relevante de la población. Esto sugiere que una única estrategia para aumentar la aceptabilidad social puede no ser adecuada. De esta forma, el estudio apunta a que los tomadores de decisiones deben considerar en sus propuestas las necesidades y preocupaciones de diferentes grupos de la población.
“Tenemos que hacernos cargo de esa heterogeneidad. Comprender esa diversidad, los distintos intereses de la gente y de los grupos te permite diseñar mejores proyectos. Esto es válido tanto para proyectos energéticos como para otras iniciativas de desarrollo costero”, profundiza Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica y director del SECOS.
“No todos valoran lo mismo. No hay una respuesta única para todos los grupos sociales. Las personas reaccionan a distintos incentivos, y las empresas y los tomadores de decisión tienen que estar preparados para identificar y responder adecuadamente a esas distintas reacciones. En el fondo, la utilidad de este tipo de estudios es que se pueden generar estrategias que se ajusten a la medida y que consideren que las respuestas también dependen de los distintos tipos de proyectos que se desean implementar”, agrega Roberto Ponce, también director del Centro de Sustentabilidad Empresarial UDD.
Así, el estudio entrega una metodología para comprender los diferentes atributos que gatillan respuestas positivas o negativas por parte de la población y que puede servir para que grandes proyectos puedan tener una mayor aceptación social al considerar las diferentes preferencias de la población, de manera de facilitar la transición hacia fuentes de energía más limpias.