El octavo mes del año presentó una leve sorpresa en el registro de IPC con un alza de 0,3%, levemente por sobre nuestras estimaciones y las del consenso de mercado (Bloomberg: 0,2%; Santander: 0,2%), con lo cual la inflación anual se elevó hasta 4,7%, el mayor registro del año. En tanto, la variación anual de la serie referencial (utilizada para las decisiones de política monetaria) llegó hasta 4,6% (desde 4,4% en julio).
El resultado estuvo influenciado por el incremento en las divisiones alimentos y bebidas no alcohólicas (0,5% m/m, incidencia 0,112 pp), en particular por las carnes y hortalizas, estas últimas afectadas en parte por el impacto de las lluvias. También destaca el sector de vivienda y servicios básicos (0,4% m/m, incidencia 0,071 pp), donde el gas licuado registró un incremento mensual, en línea con los valores internacionales de los combustibles. Por el contrario, de las divisiones que tuvieron bajas mensuales en su precio destaca seguros y servicios financieros (-2,1% m/m; incidencia -0,022 pp). Con todo, el índice de difusión (porcentaje de productos que componen la canasta que subieron de precio en el mes) alcanzó 49,5%, cayendo respecto al mes previo y acercándose a los mínimos para un mes de agosto.
El IPC sin volátiles tuvo un avance menor que el total (0,1% m/m), con un aumento anual de 3,7% (3,4% en julio). Por componentes, destaca la caída mensual de los bienes sin volátiles, en línea con la apreciación cambiaria, mientras que los servicios advierten un leve aumento, luego de seis meses de desaceleración.
Hacia delante estimamos que el proceso inflacionario continuará con el proceso de convergencia, a pesar de algunas alzas transitorias derivadas del shock de tarifas eléctricas. Esto en respuesta al accionar de la política monetaria, la debilidad de la demanda agregada y menores presiones de precios internacionales. Así, la inflación cerraría el año en torno a 4,5%. Durante la primera mitad de 2025, los registros debiesen mantenerse en torno a ese nivel, para luego tener un rápido ajuste hacia el final del año.
Datos laborales en EE.UU. allanan el camino para el primer recorte de la Fed
Durante la primera semana de septiembre fueron las cifras laborales en EE.UU. las que acapararon la atención de los mercados internacionales, luego del pánico experimentado hace un mes y a la espera de nuevas señales que alienten una postura más agresiva por parte de la Reserva Federal (Fed). Los datos, sin embargo, fueron mixtos: i) menor creación de empleos a la prevista (ADP: 99 mil vs. 145 mil esperado; empleos no agrícolas: 142 mil vs. 165 mil esperado); ii) subsidios iniciales de desempleo marginalmente bajo lo esperado (227 mil vs. 230 mil) y, sobre todo, iii) tasa de desempleo en línea e interrumpiendo la racha de cuatro alzas consecutivas previas (4,2% vs. 4,3% anterior).
Pese a la moderación en algunas cifras relevantes durante agosto, recientes declaraciones con sesgo dovish por parte de miembros representativos de la Fed -como el gobernador Christopher Waller- provocaron que el mercado sostenga la posibilidad de una postura menos restrictiva por parte de la autoridad monetaria, manteniendo más de 100 pb de ajuste a la baja esperado a diciembre de este año y con expectativas de que se consideren recortes del orden de 50 pb. Con todo, ahora las miradas están puestas en el próximo dato de IPC a publicarse el 11 de septiembre, donde se anticipa una nueva desaceleración (2,6% a/a esperado vs. 2,9% a/a previo) que justifique los recortes previstos.
Así, luego de un periodo altamente volátil, el dólar global marcó una depreciación adicional (DXY: 101 puntos), mientras las tasas de largo plazo en las principales economías intensificaron la tendencia a la baja (-15 pb en promedio), con el T10 de EE.UU. ubicándose en 3,7% (-18 pb semanal). Los índices bursátiles se vieron afectados (MSCI global: -4%), ante un movimiento de venta masiva de acciones tecnológicas que llevaron al S&P 500 de EE.UU. a retroceder cerca de 4% en la semana. Por su parte, las materias primas registraron caídas generalizadas (índice agregado: -3%), lideradas por los productos energéticos (-5%), con el petróleo WTI cotizándose al cierre de este informe bajo los US$ 70 el barril (-7%). El cobre, en tanto, cae de manera más acotada a US$ 4 la libra (-3%).
Mercados locales asimilan el sesgo dovish por parte del Banco Central de Chile
A nivel local, los activos financieros reaccionaron tanto a un entorno de condiciones financieras externas menos estrechas -expectativas consolidadas de un primer recorte de la Fed este mes- así como al sesgo dovish por parte del Banco Central de Chile. Esto, tras la reanudación del proceso de normalización con un nuevo ajuste de -25 pb en la reunión de septiembre (TPM: 5,5%, en línea con lo esperado), sumado a una trayectoria esperada para la tasa de referencia que considera un cierre de año en torno a 5% (5,5% en el Informe de Política Monetaria de junio).
Lo anterior, se da en medio de una caída generalizada de los precios de las materias primas en las que el cobre, si bien mostró disminuciones más acotadas, no quedó exento de la corrección, llegando a US$ 4,0 la libra (vs. US$ 4,15 hace una semana), y un sentimiento de aversión al riesgo. En este contexto, el tipo de cambio se depreció cerca de 4% en la semana -pese al debilitamiento global del dólar-, ubicándose al cierre de este informe en torno a $ 945. Mientras la bolsa local retrocedió 3% (IPSA: 6.260 puntos), en línea con sus pares internacionales (MSCI Latam: -2%).
Por su parte, las tasas benchmark exhiben una tendencia a la baja, particularmente las nominales (BCP10: -15 pb a 5,5%; BCU10: -3 pb a 1,7%), mientras la curva swap continúa reflejando caídas en todos los tramos (swap a 1 año: -32 pb a 4,8%), tras la decisión del Banco Central y la publicación del IPoM que reflejaron una postura menos restrictiva para la política monetaria, lo que llevó al mercado a corregir a la baja las expectativas, anticipando dos recortes adicionales en lo que resta del año.